Cargando...
La chef argentina Narda Lepes nos sugirió que tomemos los consejos que da en su libro Comer y pasarla bien de Editorial Planeta. Allí ofrece un surtido básico de alimentos frescos y secos, que nos permite preparar algo en cualquier momento. Estas son sus sugerencias.
Aceites: de oliva; yo trato de tener dos; uno de mejor calidad (ojo que a veces los más caros no son los mejores) para usar crudo y otro más común para cocinar. Para freír prefiero el mezcla o de girasol. Adoro el aceite de sésamo (asegúrense de que sea tostado, mucho más aromático, se usan apenas unas gotas).
Ajo y cebolla: básicos, sin discusión. La vida, sin ajo, no es vida. Se guardan en un canasto en lugar fresco y con poca luz. Ojo con los ajos brotados, el aliento no se los saca nadie.
Lea más: Diez tragos refrescantes para el after de un día de mucho calor
Alcoholes: oporto, marsala o jerez para cocinar. Tengo un bar bien provisto aunque tomo muy poco alcohol (odio la resaca). Prefiero la calidad a la cantidad, siempre.
Anchoas: salvan una pasta, una manteca, etcétera. Si las abren, cúbranlas con aceite, pónganlas en un recipiente y refrigeren; duran así hasta dos meses.
Arroces: un auténtico salvavidas y uno de los productos más nobles. Trato de tener de varias clases. Los más comunes, carolina o forruna, como básicos. Carnaroli o arborio, para risottos. Aromáticos (basmati, thai, jasmin o thasmin) para hacer solitos, como acompañamiento. Yamaní o algún integral. Y nunca, nunca (sin excusas) los de bolsita o los parboil (esos que dicen que no se pasan).
Azúcar: blanca, rubia, negra e impalpable. A temperatura ambiente y en paquetes cerrados o frascos. Además, siempre tengo miel (si hay hormigas, poner el frasco en un platito con agua).
Cafés y tés: la verdad es que mis mañanas cambiaron desde que con un simple molinillo eléctrico muelo el café en el momento: es otra cosa, totalmente. Me gusta el colombiano en especial. Y lo guardo en la heladera. Tés tengo muchos, adoro el té. Siempre en un lugar oscuro y fresco. Tomo muchos tés de hierbas (sin cafeína), té verde, de jazmín, blends especiales, orgánicos. Me encanta el mate cocido como me lo hacía mi abuela: en taza bien grande y con un poco de leche.
Lea más: Café helado y saludable para enfrentar el calor de la tarde
Calditos en cubos: sí, el caldo casero es mejor; pero seamos realistas, no siempre tenemos. Cuando era chica, me los robaba de la cocina para comerlos de a pedacitos.
Chiles secos: simple: los frescos que no llego a usar, los ato con un hilo y los cuelgo en la cocina. Son decorativos y están listos para entrar a la olla.
Chocolate: mejor que sea chocolate negro amargo, que tiene más cacao. También cacao en polvo, para repostería. Y siempre tengo mi favorito, con almendras tostadas y sal maldón.
Especias: no es necesario tenerlas todas, pero sí es bueno, cada vez que vayan a hacer las compras, llevarse una nueva. Compren de a poca cantidad, tienen vida bastante corta, y acuérdense de tenerlas en frascos o latas bien cerrados. Y que no les dé la luz.
Harinas y derivados: por lo general, tengo harina 000 y 0000, y avena, trigo, salvado, etcétera, no todas, pero siempre tengo alguna. En paquetes cerrados o en frascos.
Latas: tomate en cubos o puré; atún, garbanzos o porotos (antes tenía palmitos, pero después de probados frescos no puedo volver a los de lata) y no mucho más. Que no estén golpeadas.
Lea más: Pasta de atún, el dip perfecto para untar
Pastas secas: ya no hace falta ser italiano para sentir las pastas como un plato propio. A mi alacena le pueden faltar cosas (uno siempre se olvida de algo), pero nunca pasta: municiones (mis favoritos, los más chiquitos, de sopa), espagueti, pasta corta (me gusta tener para elegir según la salsa), etcétera. Frescas, en la heladera pueden durar 5 días. Si las congelan, recuerden ponerlas directamente en agua hirviendo al sacarlas del frío.
Pimienta: y pimentero de molinillo que la acompañe. Negra es la básica.
Sal: fina común, gruesa, semigruesa o parrillera y marina. Y siempre que puedo compro las importadas. No necesito recordarles que no hay nada peor que quedarse sin sal.
Salsas y aderezos: de soja (gasten un poco más y que sea buena). Tabasco, infaltable, mostazas, me encantan y las compro indiscriminadamente (Dijón, en grano, común). Salsa inglesa. Kétchup (hay cosas que se comen con kétchup sí o sí). Y mi favorita: mayonesa; yo soy de las que comen papas fritas con mayonesa. También tengo decenas de botellitas con salsas picantes, agridulces, orientales, etc.
Vinagres y acetos: trato de que no me falten vinagre de jerez y de alcohol. Con respecto al aceto, es mejor uno bueno y cuidado. Y siempre, antes que un aceto mediocre, un vinagre digno.