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Según la evidencia científica, uno de cada tres cánceres se puede prevenir cambiando nuestra dieta por una alimentación saludable. Los más relacionados con la alimentación son el de mama, el de próstata y el de colon, los más prevalentes en la sociedad occidental.
En los últimos años, la medicina empezó a poner el foco en la relación entre la obesidad y el cáncer. Y, también, a estudiar cómo los alimentos pueden tener una incidencia en el desarrollo de la enfermedad. Del mismo modo, los científicos han descubierto que otros tantos tienen una función “protectora” contra el cáncer, como las frutas y las verduras.
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Según un informe que se presentó en Santiago de Chile, en el último Congreso Latinoamericano de Nutrición, el 35 % de las muertes por cáncer en general se pueden atribuir a la dieta, así como el 90 % de los efectos preventivos en el cáncer colorrectal.
Si bien los especialistas evitan hablar de una “dieta anticáncer”, reconocen que podemos hacer mucho para prevenir la enfermedad con lo que nos llevamos a la boca, sin descuidar, claro, los otros factores de riesgo. Aquí, las 10 claves para tener la alimentación como una aliada para reducir la probabilidad de tumores.
Cómo reducir la probabilidad de tumores desde la alimentación
1. Mantenerse en peso. En el último congreso de la Sociedad Europea de Oncología se presentó una investigación que mostró que, en solo un año, más de 124.000 personas desarrollaron algún tipo de cáncer en ese continente por tener kilos de más.
Y una de las causas del sobrepeso es el consumo excesivo de grasas. “La obesidad genera desórdenes metabólicos relacionados con hormonas que participan en el desarrollo de varios tipos de cáncer, como el de estómago, esófago y mama”, dice José Lastiri, oncólogo del Hospital Italiano y secretario de la Asociación Argentina de Oncología Clínica. Por eso, una alimentación saludable es clave.
2. Reducir el consumo de azúcar. Los azúcares refinados no están directamente relacionados con el riesgo de cáncer, pero sí con la obesidad. “Además, funcionan como el ‘combustible’ en el proceso de crecimiento de las células tumorales”, sintetiza el ginecólogo y patólogo Horacio Limongelli, coordinador del Programa Educacional Argentino sobre el Cáncer, formado por un grupo de médicos que dan charlas sobre prevención a la comunidad. La recomendación es preferir los azúcares naturales (como los de las frutas), limitar las bebidas gaseosas y comer postres o dulces solo un par de veces por semana, y en porciones pequeñas.
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3. No excederse con las carnes rojas. Las carnes rojas no tienen un riesgo en sí mismas, pero si se consumen en mucha cantidad, con grasa y demasiado cocidas, no son saludables. Cuando se comen carnes rojas, hay que elegir cortes magros y eliminar la grasa visible. “La dieta de los argentinos tiene mucha carne roja. Hay que incorporar más pescado, que es rico en ácidos grasos omega 3 y 9″, sugiere Limongelli. Marcela Leal, directora de la carrera de Nutrición de la Universidad Maimónides, indica que lo recomendado es consumir tres veces por semana pescado, dos veces por semana y solo una carne vacuna, en lo posible al horno o hervido.
4. El método de cocción. Cuando los alimentos se cocinan a temperaturas altas sobre una llama abierta, como el asado al carbón o a la parrilla, se modifican las moléculas de la carne y se generan así hidrocarburos aromáticos llamados benzopirenos, que son potentes cancerígenos. Sucede lo mismo con los alimentos fritos a altas temperaturas con aceites refinados.
Esto no significa que esté prohibido comerse un asadito: hay que optar por la moderación y evitar sobrecocinar las carnes y que se forme esa “costra” crocante que es nociva.
5. Menos fiambres y ahumados. A estos alimentos procesados, para su elaboración y conservación se les suelen agregar nitritos y nitratos (que son nocivos) y tienen también un “efecto engordante”. Los ahumados son riesgosos por su método de cocción. Por ello, se recomienda que su consumo sea ocasional.
6. Alcohol con moderación. Según la Asociación Americana de Oncología Clínica (ASCO), el alcohol eleva el riesgo de cáncer bucal, de laringe, de esófago, de mama, colon e hígado. Si bien no se sabe exactamente por qué, los científicos creen que se debe a la exposición del organismo a los químicos que se producen cuando el alcohol se metaboliza en el cuerpo. La ASCO recomienda limitar el consumo a una bebida alcohólica por día para las mujeres, y a dos para los hombres. Las medidas que se dan como indicación son 355 cm³ de cerveza, 150 cm³ de vino o 45 cm³ de licor por día.
7. Frutas y verduras, las grandes aliadas. En el cuerpo tenemos millones de moléculas de oxígeno. A las que se vuelven inestables y peligrosas se las denomina “radicales libres”, y llegan a atacar a sus cromosomas. Cuando esto ocurre, las células pueden empezar a multiplicarse en forma descontrolada y es así como se inicia el cáncer.
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Las plantas tienen capacidad de producir compuestos moleculares que actúan como escudos para protegerlas de estas moléculas salvajes del oxígeno: son los llamados “antioxidantes”. Algunos de los más conocidos son el betacaroteno (está en la zanahoria) y el licopeno (en el tomate). Además, las plantas contienen fitoquímicos, otras sustancias que también son protectoras. Las crucíferas (el brócoli y el coliflor) y las de la familia del allium (ajo y cebolla) tienen compuestos que generan distintos beneficios en el organismo con un mismo resultado, reducir el riesgo de cáncer. Todos los especialistas coinciden: hay que incorporarlos a la dieta, cinco porciones por día de frutas y verduras, de distintos colores.
8. Fibras, indispensables. Su alto consumo disminuye el riesgo de cáncer colorrectal, porque reduce la cantidad de tiempo que los desechos –que a menudo tienen sustancias cancerígenas– viajan a través del colon. También se observó que los alimentos ricos en fibra reducen los niveles de estrógeno y de testosterona, con efectos protectores de los cánceres de mama y colon. Se pueden incluir en la dieta en frutas, verduras, cereales integrales y legumbres.
9. Tomar lácteos descremados. No hay que suspenderlos, sus nutrientes, como el calcio y la vitamina D, son efectivos contra el cáncer colorrectal. Lo que sí se recomienda es que sean descremados, para evitar adicionar grasas a la dieta.
10. No a la sal. El consumo de sal se relaciona con una mayor probabilidad de sufrir cáncer de estómago. Uno de cada siete casos podría evitarse si limitáramos el consumo de sal por debajo de los 6 g diarios recomendados (una cucharadita). El 75 % de la sal que ingerimos proviene de los alimentos procesados, como las comidas preparadas, el queso, las papas fritas de bolsa, el pan, las galletas y la carne industrial, a los que se añaden grandes cantidades de sal. El otro 25 % lo agregamos cuando preparamos los alimentos o en la mesa.
Tips para mejorar la dieta
Las guías alimentarias del departamento de Salud de Estados Unidos recomiendan:
- Incluir vegetales y frutas en cada comida. Tenerlos en la heladera, listos para comer como snacks (por ejemplo, zanahorias cortadas).
- Cocinar los vegetales al vapor o al microondas, para mantener sus nutrientes.
- Adicionar verduras a otras comidas como pasta, arroz, sopas, sándwiches y pizzas.
- Preferir la fruta entera a su jugo: aporta más fibras y menos calorías.
- Comer arroz, pan y fideos integrales. No siempre cuanto más oscuro es el pan refleja un mayor contenido de nutrientes o fibra: leer las etiquetas.
- Limitar el consumo de cereales azucarados, pastelería, gaseosas y jugos endulzados.
- Incorporar a la dieta pescado, legumbres, frutos secos, huevos y lácteos descremados.
- No freír ni sobrecocinar las carnes.
Fuentes: Adriana Santagati para Clarín.com y Dra. Odile Fernández para el libro Mis Recetas Anticáncer, de Editorial Urano.