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La carne de conejo cada día gana más adeptos entre las personas que desean llevar una vida sana o deben cuidar su alimentación. Por sus características nutricionales, la carne del conejo de granja se clasifica dentro del grupo de las carnes magras, junto al pollo, pavo, lomo de cerdo o de ternera.
El conejo era ya muy apreciado en la antigüedad por las distintas civilizaciones que habitaron la cuenca mediterránea. Para los antiguos egipcios, la carne de conejo era una de las más apreciadas y consumidas por la corte faraónica, especialmente en los grandes festejos.
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La carne de conejo es una carne bastante considerada por sus propiedades nutricionales y organolépticas (sabor, aroma y textura). Se considera una carne magra o “blanca”, no ya por su menor cantidad de mioglobina (proteína que da color a la carne), sino más bien por la cantidad y la calidad de su grasa. Además, es baja en calorías: solo aporta unas 130 kilocalorías por cada 100 gramos.
Se confunde en muchas ocasiones la carne de conejo de granja con la del conejo silvestre. Comparar estas carnes dietéticamente es un error puesto que la carne de conejo de granja está obtenida en ambientes sanos e higiénicos con una alimentación balanceada. La carne de conejo de granja no presenta olores y es carne blanca, un alimento adecuado para incluir en cualquier dieta variada y equilibrada.
Por la composición nutricional, la carne de conejo es un gran aliado para cubrir las necesidades diarias de algunos nutrientes esenciales. Destaca el aporte de vitaminas del grupo B (B3, B6 y B12). Una porción de 100 g de carne de conejo aporta el 100 % de la cantidad diaria recomendada de vitamina B3, casi el 40 % de vitamina B6 y el triple de las necesidades de vitamina B12.
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La carne de conejo tiene un alto contenido en fósforo, y es fuente de selenio y potasio. Además contiene hierro, zinc y magnesio en cantidades significativas. Su contenido en sodio es muy bajo, lo que la hace especialmente recomendable para incluir en las dietas de personas con hipertensión.
Los pacientes que tienen niveles elevados de ácido úrico también pueden beneficiarse de todas las ventajas nutricionales de la carne de conejo, ya que su contenido en ácido úrico es nulo y sus niveles de purinas muy bajos.
En cuanto a macronutrientes, en la carne de conejo destacan las proteínas y la grasa. Las proteínas, al igual que otros alimentos de origen animal, son de elevada calidad. Aportan todos los aminoácidos esenciales que el organismo necesita para sintetizar sus proteínas. En la grasa, tanto la cantidad como la calidad son óptimas. El bajo contenido graso, de tan sólo un 5 %, se acompaña de una elevada calidad de ácidos grasos, con un contenido alto en grasa insaturada y bajo en grasa saturada. Además, la carne de conejo tiene un contenido bajo de colesterol.
Principales características de la carne de conejo
- Es baja en grasa (5 gramos/100 gramos de carne de conejo) y tiene un perfil de ácidos grasos mayoritariamente insaturado (3,25 gramos/100 gramos).
- Presenta un aporte bajo de colesterol, tan solo 26,5 miligramos/100 gramos, por lo que es una carne adecuada a incluir en dietas cardiosaludables.
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- Ayuda a mantener un Índice de Masa Corporal (IMC) saludable ya que tiene un bajo contenido en calorías (130 kilocalorías/100 gramos).
- Es fuente de vitaminas del grupo B (B3, B6 y B12). Una porción de 100 gramos de carne de conejo aporta el 100 % de la cantidad diaria recomendada de vitamina B3, casi el 40 % de vitamina B6 y el triple de las necesidades de vitamina B12.
- También ayuda a cubrir las necesidades de nutrientes como hierro, magnesio y zinc porque tiene significativas cantidades de estos minerales.
- Es más digerible, ideal para las personas mayores y los niños que tienen un sistema digestivo delicado, ya que su contenido bajo en grasa y sus tiernas fibras musculares hacen que la carne de conejo sea particularmente digestiva.