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El ajo y la cebolla huelen fuerte y hacen llorar; sin embargo, son un verdadero dúo de salud con numerosas virtudes que nos ayudan a perdonarles estas molestias. Muchos no quieren consumirlos porque, justamente, tienen mala fama de olorosos y provocar mal aliento. En esta nota encontrarán razones para no esquivarlos y cómo hacer para disminuir esos efectos indeseables.
Tanto los ajos como las cebollas pertenecen al tipo de plantas bulbosas de la clase Allium, que se caracterizan, sobre todo, por su contenido en azufre. Son antitrombóticos, ayudan a adelgazar la sangre, previenen el colesterol elevado, la arterioesclerosis e hipertensión.
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Consumir ajos y cebollas ayuda a diluir la grasa formada en las arterias. Como desintoxicantes, tienen compuestos con azufre que ayudan a eliminar metales pesados y desintoxican el organismo a través del hígado, porque mejoran la producción de bilis.
En la cebolla encontramos el selenio, un antioxidante muy eficaz. Contiene, igualmente, fructosanas y potasio; elementos conocidos esencialmente por sus efectos diuréticos, así como algunos compuestos sulfurosos con virtudes anticancerígenas.
La cebolla ejerce, igualmente, una acción hipoglicémica y combate la proliferación de bacterias. Aparte de esto, este bulbo ayuda a prevenir las enfermedades cardiovasculares, sobre todo cuando se consume cruda y fresca. Quienes padecen de gastritis no deben consumir cebollas crudas, pero, cocinadas adecuadamente, mejoran la mucosa estomacal y previenen el cáncer.
En cuanto al ajo, encontramos exactamente las mismas virtudes: estimulación del sistema inmunitario, prevención de los riesgos de enfermedades cardíacas, así como muchos tipos de cáncer. También es un buen aliado para combatir el colesterol malo, ejerciendo efectos antioxidantes y antibióticos sobre el conjunto del organismo.
¿El ajo y la cebolla son anticancerígenos?
Se han llevado a cabo diversos estudios con el fin de descubrir si los ajos y las cebollas disponen de algún tipo de beneficio directo para prevenir el cáncer.
Los resultados son diversos y debemos tener en cuenta los siguientes aspectos:
El Instituto Nacional del Cáncer de los Estados Unidos indica que estos dos vegetales bulbosos no pueden evitar al 100 % que desarrollemos el cáncer.
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Reconoce, además, que el ajo es un alimento que podría tener propiedades anticancerígenas muy interesantes y está siendo estudiado desde hace varios años por la industria farmacéutica.
Los estudios realizados a nivel mundial han sido muy diversos y, al día de hoy, se desconoce qué cantidades serían las adecuadas para beneficiarnos de esos principios activos que podrían ayudarnos a prevenir la incidencia de un cáncer.
Según diversas investigaciones, los tipos de cáncer que más han ayudado a prevenir son los asociados con el sistema digestivo, como el cáncer de estómago o el colorrectal.
Los expertos indican que los ajos y las cebollas son adecuados para actuar como protectores frente al cáncer, pero se deben tener en cuenta también los estilos de vida de cada persona, sus características sociodemográficas y personales, para poder evaluar su beneficio con más objetividad y seguridad.
Cómo consumir ajo y cebolla
Para aprovechar al máximo los beneficios de la cebolla y el ajo, es preferible consumirlos crudos. Sin embargo, son muchas las personas que los digieren mal por culpa de sus fibras. Pueden causar mal aliento, sensación de quemazón en la boca o el estómago, acidez, gases, náuseas, vómitos, olor corporal y diarrea. Estos efectos secundarios son peores si se consumen crudos. ¿Qué podemos hacer entonces?
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Trocear la cebolla y dejarla una hora en agua tibia, no caliente. De ese modo, se irán las sustancias sulfúricas más irritantes.
Para consumir cebolla, se recomienda cocerla ligeramente, para que sus fibras se vuelvan más tiernas, pero sin perder sus virtudes nutritivas.
Por su lado, para consumir ajo, se puede pasar por el rallador, así romper y eliminar el máximo de fibras.
También se puede cortar el ajo en dos y, luego, retirar el germen que hay en medio.
Una vez cortado y picado, el ajo permanece estable durante 6 horas a temperatura ambiente y dos o tres días en la heladera. Por eso no vale la pena desperdiciar dinero en ajo procesado o seco, ya que ha perdido todo su potencial curativo.
A diferencia del ajo, los flavonoides de las cebollas se acentúan con la exposición al calor, por eso conviene saltarlas rápidamente, no más de 4 o 5 minutos. Además, es preferible combinar ajos y cebollas con un saludable aceite de oliva.