Cargando...
La cebolla es una hortaliza muy común en nuestra gastronomía y se utiliza en casi todo el planeta, ya que existen más de 500 variedades y se adapta muy bien a los climas templados, por lo que es muy fácil de encontrar y de cultivar.
Lea más: Te mostramos cómo hacer cebollas caramelizadas de una forma fácil
Una de las características de estas hortalizas es su alto contenido en aceites esenciales sulfurados, muy volátiles y picantes. Además de proporcionar un sabor característico, estos aceites son los responsables del olor de las cebollas, un aroma muy especial, que se dulcifica al cocinarlas, pero que en crudo nos hace llorar, cuando entra en contacto con nuestras mucosas y con los ojos.
El efecto es inmediato y bien conocido por todos: lagrimeo, congestión, ardor... Incluso ganas de abandonar la cocina. Las lágrimas se evitan con un cuchillo filoso y sin dientes y una manera de cortar adecuada. Lavar las cebollas antes de quitarles la piel ayuda a rebajar ese punto sulfurado en la superficie. Pero la elección del cuchillo es fundamental.
Lea más: Rellená cebollas con carne de cerdo para un almuerzo diferente
Si es posible, conviene utilizar un cuchillo con dimensiones profesionales, muy bien afilado y sin muescas en la hoja, que consigue penetrar en la cebolla sin machacar su carne. En consecuencia, sus jugos no saltan hacia nuestras mucosas.