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Yogesh Sharda (51) nació en Malawi (África), con orígenes de India y crianza en Londres y Oxford. Se entrenó en la Academia para un Mundo Mejor, en Monte Abu (India) y el Centro de Retiro Global, en Oxford (Inglaterra), administrados por la Universidad Brahma Kumaris, comunidad espiritual a la que pertenece desde hace 20 años. Por cuarta vez en Sudamérica, primera en Paraguay, el maestro compartió sus conocimientos con un público variado. En su haber como docente figuran talleres, seminarios y cursos para empresas, hospitales, universidades y grupos de jóvenes en países de todo el mundo.
El movimiento Brahma Kumaris se considera más espiritual que religioso, trabaja de manera global sus principios de paz. Para Yogesh, la espiritualidad es el corazón de la religión, “ese corazón se ha debilitado mucho. La espiritualidad es un trabajo interno de desarrollar tu tolerancia, tu paz, tu amor y tu relación con El Divino y con los demás. Para mí la espiritualidad es un estilo de vida, prestar constantemente atención a tus pensamientos y sentimientos”. Nuestro entrevistado afirma que se puede tener una religión y además practicar meditación; “muchas personas que acuden a mis charlas en el centro donde doy clases (en Turquía) son musulmanes, católicos, cristianos, me dicen que les hace bien, porque empiezan a cuidar más sus pensamientos, a ser más conscientes de qué les pasa internamente y a gestionarlo mejor”.
-Entre los problemas que sufrimos en esta época resalta el sufrir la soledad. ¿Lo considera un problema espiritual o psicológico?
Todo es espiritual. La palabra psiquis significa “alma”. La felicidad, el amor, la paz son espirituales. Cuando hay ira o enojo es una carencia de espiritualidad, como el ego y el sentirse solo. Si la gente aprende a tener una buena relación consigo misma, necesariamente va a mejorar su relación con los demás.
-Muchas personas sufren trastornos psicológicos y buscan ayuda en los centros espirituales.
Sí, llegan. En nuestro centro les decimos que primero vayan a ver a un psicólogo y luego, con su autorización, pueden venir a aprender a meditar.
-¿Hay riesgos en la meditación?
No diría riesgos, pero la persona necesita un cierto nivel de concentración y estabilidad.
-Cuesta estar al 100%, no somos perfectos.
Finalmente, sí somos perfectos, porque en el fondo somos naturalmente seres espirituales.
-¿Qué opina de la espiritualidad express, por moda?
La cuestión es que hay que mostrar la espiritualidad en los comportamientos. Si quiero paz, primero la aplico en mi familia, trabajo, amigos, o si no es una espiritualidad materialista. Lo importante es saber por qué yo lo hago, por qué lo practico, lo que hagan otros es su asunto.
-¿Cómo selecciona los temas para sus cursos?
Por lo que me pide espontáneamente la gente, por lo que me dicen que necesitan y también comparto mis propias investigaciones.
-¿Qué es lo que más piden hoy?
Ser más simple. La gente tiene una necesidad de paz, hay mucho odio, ira, miedo por el futuro, y eso estresa.
-Es que vivimos tiempos difíciles, separaciones, alejamientos, muertes, mucha incertidumbre, injusticias.
No tenemos que decirle a la gente eso -ya lo sabe-, pero sí mostrarle cómo puede alcanzar un estado de paz; y ser pacífico no significa no hacer nada. Primero llega la paz y después ves qué es lo más adecuado para hacer. La vida tiene que ver con la energía que estás viviendo. Si usás la agresividad, la fuerza para crear cambios, eso mismo te va a volver, pero si usás el autorespeto, la autoestima, la paz, eso vas a recoger.
-¿Qué es la paz en su visión?
Es un estado de la mente, calma, serena. Cuando el corazón está lleno, la mente se vuelve pacífica, y en la mente pacífica el intelecto se vuelve claro. Cuando hablo de “corazón”, me refiero a las necesidades profundas del alma, el amor a nosotros mismos, el aceptarnos. Lo bueno es que la semilla de todo esto ya está en nosotros; tenemos que regarla para que se active. Esto ocurre cuando practicamos la meditación, la semilla empieza a germinar, el corazón se llena, la mente queda en paz.
-Pero tener paz interior también tiene un costo: tiempo y presupuesto para acudir a los cursos motivadores, por ejemplo.
En nuestro caso, damos un servicio a la comunidad y es sin costo. El cambio depende de la persona con o sin riqueza material. Por supuesto, necesitamos tener algo básico para vivir, pero también entender que cuando empezamos a vivir desde los valores, esa preocupación netamente económica ya no va a estar tan presente. De igual modo, cuando las personas empiezan a tener estrés o relaciones complicadas, su paz y felicidad disminuyen. También hay personas que necesitan encontrar respuestas más importantes en la vida: quién soy, por qué estoy aquí, cuál es el propósito de la vida, qué pasa después de la muerte.
Yogesh Sharda, soltero, sin hijos, nos cuenta que medita desde los 8 años. Sobre su estadía en Sudamérica comenta: “Conozco y tengo amigos sudamericanos de mi época en Inglaterra; me parece que ustedes son de naturaleza expresiva, amigable. Y ahora veo que acá hay mucho interés de aprender más sobre la vida y sus propias vidas”. Sobre su manera tan serena de ser y hablar, dice que no podría decir cómo es él, “deberías preguntar a mi familia y amigos (risas). En general, siempre fui muy tranquilo, desde niño nunca me gustó gritar”. No come carne, jamás la ha probado, sus padres, hindúes, ya eran vegetarianos. “No me parece correcto comer animales, es violento, hace falta matarlos para comer su cuerpo. Creo que no hay que pensar qué hacemos con los animales, mejor pensar qué hacer con los seres humanos”.
-¿Qué hace cuando surge una situación que lo enfada?
Te doy un ejemplo, cuando era chico escuché sobre una gran hambruna en Africa. Sentí mucha pena por ese desastre. Y pensé que quería vivir una vida de respuesta ante esa situación de otros seres humanos. Luego encontré que la hambruna no era el problema ni la crisis económica, ni las guerras no eran sino síntomas; el problema real estaba debajo de la superficie, y es el comportamiento de la gente, el ego, la ira, la posesividad, el apego, la codicia. Entonces quise ayudar a las personas a trabajar las causas reales, no los síntomas, y empecé a ayudarme a mí mismo primero y luego a otros en esta educación.
-¿Qué impide a los seres humanos salir del sufrimiento individual y social?
La crisis de identidad es la causa primordial de todos los problemas. La humanidad está pasando por una gran crisis de identidad. La espiritualidad trabaja justamente sobre ella y nos dice que somos una energía espiritual, somos almas primero, después la nacionalidad, el género, la edad, la clase social, etc.
-Mucho hay de no aceptar el destino…
Creo que uno crea su propio destino y está conectado con el karma. Cada acción tiene una reacción buena o mala. Lo que pasa es que hacemos algo y nos olvidamos de eso, y cuando la reacción llega, puede ser años después, si no se recapitulás, no vas a saber nunca por qué te pasó.
-Comúnmente se entiende el karma como un “castigo merecido”. Personalmente no creo en el karma.
Te voy a demostrar que si creés: es causa y efecto, la ley de la elección y consecuencia. Si te despertás con dolor de estómago pensás inmediatamente: ¿qué comí anoche? Si un amigo te deja de hablar, pensás: ¿qué hice? Ante un efecto, una causa. Eso se aplica a toda la vida, nada existe sin una razón. Esto nos hace conscientes de dos cosas: te invita a que seas respetuoso con tus pensamientos y palabras, y a ser responsable de cómo te portás.
-¿En cuánto tiempo hace efecto la meditación raja yoga?
Lo que vi es gente que en una semana se empezaba a sentir mejor, menos enojada, más liviana. Hay un principio que dice: Si empezás el día de manera adecuada, el resto del día también irá bien.
-Transformar nuestra vida puede ser doloroso
Pelar el ego es doloroso, pero el beneficio es enorme. Ese ejercicio de limpieza, cuando el alma quiere sentirse limpia, es muy bueno.
-¿Qué valor tiene los sentimientos opuestos a la paz?
Lo opuesto, es decir, la ira, el enojo, no tiene fuente. Así como la luz es fuente y la oscuridad no. Como dice el refrán: “Más vale encender una vela que maldecir en la oscuridad”, encendamos nuestra luz.
-En un grupo espiritual la calma puede perdurar, pero al salir al mundo se alterará.
Ahí es donde lo aprendido tiene que ser aplicado, por eso tenemos nuestros centros en las ciudades más importantes, para que la gente pueda recargarse y volver a salir para seguir con sus vidas.
-¿Qué situación violenta le tocó resolver siendo un hombre de paz?
Mucho en la vida, con seguridad en el trabajo, en la familia, pero me quedaba callado, escuchando y así normalmente escucho una respuesta entre miles de pensamientos.
-¿Pero en un asalto, en un ataque directo?
Yo viví en lugares peligrosos. Ante esto siento conciencia de que soy un ser pacífico, incluso si estoy en una habitación ante un peligro inminente, lo importante es mi conciencia. Me mantengo en la conciencia de que soy un ser de paz, eso me protege y me hace salir de esa situación. En la vida todo tiene que ver con la conciencia. El alma humana es algo muy poderoso, pero la gente pierde esa energía pensando demasiado. Si me mantengo en la conciencia de que soy hijo de Dios, un alma pacífica, esa es una protección para mí. Todos queremos ese poder, simplemente hay que practicarlo y hacerlo. Pero si tenemos pensamientos débiles, debilitamos nuestra conciencia.
-¿Cuándo tenemos esos pensamientos débiles?
Los pensamientos débiles se dan cuando pienso mal de mí mismo, ocupo mi mente con los errores de los demás. Todos somos falibles, pero cuando decís “yo soy el error, no tengo valor, soy malo”, eso hace que pierdas tu propia esperanza, te deprimas. Yo aprendí una frase de niño: Nunca, por más difícil que sea la situación sueltes el coraje; si das el primer paso, mil ayudas vendrán a ayudarte (vienen ‘del piso de arriba’ -Dios-), pero hay que dar el primer paso.