¿Se puede comer de forma intuitiva?

Las dietas tienen mala prensa. Por eso, la gente apuesta cada vez más no a comer menos, sin distinto, por ejemplo haciendo algunos periodos de ayuno o comiendo de forma intuitiva.

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La estudiante de medicina alemana Mareike Awe desarrolló para ello un programa llamado "Intueat" que tiene como fin ayudar a las personas a distinguir el hambre físico del espiritual.

Llegó a esta idea a través de una experiencia personal: hace seis años, Awe comenzó a interesarse por la alimentación. Leyó mucho para lograr controlar sus ganas de comer, que le costaba mucho manejar. Y encontró un camino para ella: comer de forma intuitiva. Y de esta forma perdió unos cuantos kilos.

Actualmente vende este concepto a través de podcasts, Intagram y videos de Youtube. Las lecciones de su programa, que cuesta varios cientos de euros, se llaman "Un bienestar resplandeciente" o "Ganas de comer". Casi a diario, se recibe un mail motivacional del equipo y hace poco se puede comprar una pulsera de color que supuestamente ayuda a calibrar mejor el propio hambre.

¿Pero funciona eso de "tu cuerpo te dirá lo que necesitas"? El investigador en alimentación Stefan Kabisch, del Instituto Alemán de Investigación sobre la Alimentación, en Potsdam-Rehbrücke, no cree tanto en la intuición humana a la hora de comer. Los niños, por ejemplo, comen sobre todo basados en experiencias relacionadas al sabor, es decir, mucha azúcar y no necesariamente aquello que su cuerpo necesita, como las vitaminas.

Sin embargo, un estudio al que hace referencia Awe llega a la conclusión de que los niños se benefician si, en determinados momentos, se los deja comer cuanto quieren. Desde el punto de vista de la cantidad, los niños están en condiciones de controlar esto. Esto no quiere decir que automáticamente elegirán snacks saludables. En eso, Awe y Kabisch están de acuerdo: nuestra alimentación debería consistir en productos con vitaminas y lo menos elaborados posible. En ese caso, según Kabisch, puede funcionar lo de la alimentación intuitiva. Sin embargo, uno tiene que preparalo todo, lo cual demanda cierto trabajo. Y a la larga, casi nadie lo logra.

El profesor Christoph Klotter, psicólogo y experto en nutrición del Instituto Superior Fulda, en Alemania, subraya que comemos sobre todo aquello a lo que estamos acostumbrados. Las bases de esto se colocan en la infancia y se fundan en tradiciones. La tarta de fresas de la abuela o las patatas fritas que comíamos a la salida de la escuela están asociadas a recuerdos y vivencias. No es tanto el caso de comidas como las ensaladas.

Sin embargo, a veces el cuerpo demanda aquello que necesitamos, sobre todo ante determinados déficits, y crea mecanismos de compensación para que comamos lo que nos hace falta. "La comida se ingiere en un 80 por ciento emocionalmente e inconscientemente", dice Klotter. En relación a los factores emocionales, la intuición al comer corre con desventaja. Y es que en las sociedades en las que el alimento no falta, la comida se usa mucho para compensar estados anímicos.

Sin embargo, el profesor Klotter cree que hay una oportunidad en el entrenamiento mental: "Se puede aprender a apreciar mejor qué le hace bien a uno y qué necesita el cuerpo". El paladar también se puede entrenar, por ejemplo, a acostumbrarse a los sabores más amargos de las verduras.

Un abordaje psicológico no es, entonces, suficiente para comer sano, pero puede ayudar a modificar los hábitos. Las recomendaciones nutricionales y el asesoramiento pueden aportar la inspiración necesaria para probar cosas nuevas. Pero también hay que estar atento a otra cosa: más allá de que se coma sano, nunca hay que comer de más ni de menos.

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