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Qué sucede? ¿Por qué no les gusta? Porque el brócoli, al igual que los repollitos de Bruselas y la achicoria, contiene muchas sustancias amargas, y resulta que los niños sienten los sabores amargos con mucha mayor intensidad que los adultos.
Aparentemente esto está dispuesto así por la naturaleza para proteger a los más pequeños, sobre todo en épocas previas en las que los seres humanos deambulaban por los bosques en busca de comida. Por aquel entonces, la regla era: lo amargo es venenoso, así que ¡escúpelo!