El estudio del Instituto de Salud Global de Barcelona, que publica este miércoles la revista International Journal of Environment Research and Public Health, ha sido elaborado a partir de datos de cerca de 3.600 personas que viven en Barcelona (España), Doetinchem (Holanda), Kaunas (Lituania) y Stoke-on-Trent (Reino Unido).
Los investigadores del ISGlobal han querido comprobar el impacto de los espacios verdes y azules en el bienestar mental y la vitalidad física de la población.
Hasta ahora, la exposición a espacios naturales al aire libre se ha asociado con beneficios para la salud, como un mejor desarrollo cognitivo y un mejor bienestar mental y físico, pero pocos habían explorado el impacto de la exposición a entornos naturales durante la infancia en la salud mental y la vitalidad en la edad adulta.
Además, los estudios sobre espacios verdes –jardines, bosques o parques urbanos– son más abundantes que en el caso de los espacios azules- canales, estanques, arroyos, ríos, lagos o playas-.
Este nuevo trabajo, que forma parte del proyecto PHENOTYPE, se basa en las respuestas de los participantes a un cuestionario sobre la frecuencia de uso de espacios naturales durante su infancia, incluyendo tanto las visitas intencionadas –por ejemplo, salidas a la montaña– como las no intencionadas –jugar en el jardín de casa–.
También se les preguntó sobre la cantidad, uso y satisfacción de espacios naturales alrededor de su vivienda, así como la importancia que le dan en la actualidad. La salud mental de los participantes -nivel de nerviosismo y sentimientos de depresión en las últimas cuatro semanas- y la vitalidad –nivel de energía y fatiga– se evaluó a partir de un test psicológico.
El índice de vegetación alrededor de la vivienda en la vida adulta se estimó a partir de imágenes de satélite. Los resultados mostraron que los adultos que durante la infancia se habían expuesto menos a los espacios naturales mostraban peores resultados en los tests de salud mental, en comparación con las que tenían más exposición durante la infancia.
Myriam Preuss, primera autora de la investigación, explicó que, “en general, los participantes con menos niveles de exposición a entornos naturales durante su infancia valoraron menos los espacios naturales que aquellos con más niveles de exposición”.
La investigadora de ISGlobal Wilma Zijlema, coordinadora del estudio, destacó que las conclusiones “muestran la relevancia de la exposición a espacios naturales durante la infancia para desarrollar un estado psicológico saludable y una actitud que aprecie la naturaleza en la vida adulta”.
Actualmente, el 73% de la población en Europa vive en áreas urbanas -a menudo con acceso limitado a espacios naturales- y se prevé que este número aumente a más del 80% en 2050. “Por eso, es importante conocer qué implicaciones tiene que los niños y niñas crezcan en entornos con oportunidades limitadas de exposición a espacios naturales”, añadió Zijlema.
“Muchos niñas y niños en Europa acostumbran a llevar un estilo de vida basado en espacios interiores, por lo que sería conveniente mejorar los entornos naturales al aire libre en las ciudades: aumentar su número, diseñarlos de manera segura y que inviten a jugar”, concluyó Mark Nieuwenhuijsen, director de Planificación Urbana, Medio Ambiente y Salud del ISGlobal.