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Uno de los primeros modos de reconocerlo es que de pronto se deja de escuchar el ruido de las hojas de los árboles cuando sopla una brisa o que ya no se escuchan pajaritos. También puede ser que uno no oiga sonidos bajos de los electrodomésticos, como la heladera.
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Una de las dificultades más características es cuando nos cuesta escuchar al que nos está hablando si estamos en un contexto de mucho ruido. Puede ser que los primeros en notar estas dificultades sean los familiares o los seres cercanos, por ejemplo, cuando el volumen de la televisión está demasiado alto.
Además, las personas con dificultades auditivas también se agotan más rápido porque tienen que concentrarse mucho al escuchar.
Si alguien muestra este tipo de síntomas, es bueno que se haga un chequeo. Puede que un audífono ayude a contrapesar esas fallas y ayude a mejorar considerablemente la calidad de vida.