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Si está demasiado vieja tendrá un color más oscuro, entre marrón y gris, estará demasiado seca y se romperá con demasiada facilidad.
También existe la levadura seca, en polvo, que se obtien cuando se le quita el agua a la levadura. Suele venir envasada en pequeños sobres. Un sobre alcanza para medio kilo de harina, mientras que un dado de levadura fresca se usa para recetas con hasta un kilo de harina.
Para el resultado de la receta da lo mismo qué levadura se emplea. Lo importante es, en general, que los ingredientes no pueden estar demasiado fríos y que los líquidos –por lo general leche– deben estar tibios, pero no calientes. Una de las ventajas de la levadura en polvo es que pueden trabajarse todos los ingredientes directamente hasta formar una masa. Cuando se emplea levadura fresca, por lo general hay que preparar una masa previa antes.