Las hierbas son aliadas para levantar las comidas

La sal es un elemento imprescindible en la cocina. Incluso la comida más sosa puede convertirse en algo sabroso con un poco de sal. Sin embargo, demasiada sal no es buena para la salud y tiene un efecto negativo en la presión sanguínea.

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La alternativa más sana viene directo de la huerta: las hierbas también aportan una nota interesante a la comida y tienen un sabor más variado. Encima, son más sanas.

Las hierbas recién cosechadas tienen el mejor aroma. Por eso, hay que elaborarlas con rapidez: el perejil, el cebollino, la albahaca, la melisa y la salvia deben ser llevadas lo más rápido posible al mercado después de ser cosechadas. Allí se las planta en macetas, se las seca o se las vende congeladas. Lo mejor es tenerlas en casa en macetas. De esa forma, uno se asegura de que sean siempre frescas y de que sigan creciendo.

Además, las hierbas son ricas en vitaminas y minerales. Pueden influir positivamente en los procesos metabólicos. Algunas bajan la presión, otras tienen funciones antibacterianas o evitan las inflamaciones. Más allá de sus efectos positivos sobre la salud, quedan muy bien en el plato, por lo que además son de los elementos preferidos para la decoración de los platos.

Al comprarlas no deberían verse mustias o tener hojas amarillas, ya que esas son señales de que no son frescas. También puede ser problemático que tengan muchos pesticidas. Por eso conviene lavarlas lo mejor posible.

Lo mejor es guardar las hierbas en macetas para que duren frescas más tiempo.
Lo mejor es guardar las hierbas en macetas para que duren frescas más tiempo.

 

Las macetas con hierbas pueden colocarse en el alféizar de la ventana, pero no directamente sobre la calefacción. Si los tallos de las hierbas están cortados, hay que colocarlos en un vaso con agua. También se los puede colocar en un paño húmedo o ligeramente humedecidos en una bolsa de plástico perforada. Así se mantienen frescas unos días en la nevera.

Por lo general se recomienda usar las hierbas frescas. Si tienen que durar más, se las puede secar o congelar. También se las puede atar en montoncitos y colocarlas de una cuerda en la cocina, como en la cuerda para la ropa. Otra opción: colocar las hierbas sobre un trozo de papel en un lugar ventilado y oscuro. No se recomienda congelar hierbas como cebollino o berro.

Para congelar lo ideal son la salvia y el perejil. Hay que lavarlas, picarlas bien y colocar con algunas gotas de agua en cubeteras para hielo. Las hierbas se pueden añadir congeladas en los guisos en forma de cubitos.

Otra opción es picar las hierbas bien finito y esparcirlas en papel de hornear en el congelador. Después de tres a cuatro horas hay que colocarlas en una bolsa para freezer. Cerrarla y congelar.

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