La higiene bucal es importante a toda edad

Lavarse los dientes es la clave del cuidado bucal, pero no siempre nos resulta fácil, y menos que menos cuando entramos en años y no podemos hacerlo solos.

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Aunque cueste, ¡es crucial! Porque cualquier resto de comida que nos quede entre los dientes contiene bacterias que fomentan la aparición de caries o de infecciones en las encías.

La regla general es usar una pasta dental que contenga fluor y no dejar de limpiar el espacio que queda entre diente y diente, ya sea con un hilo dental o con un cepillo especial.

Si ya tenemos una prótesis, hay que retirarla antes del proeco de higiene, y además tenemos que colocarla debajo del agua corriente después de cada comida. También puede ser muy útil lavarse la lengua entre una y dos veces al día con un cepillito diseñado para eso. "En la superficie de la lengua pueden asentarse bacterias y hongos, y además reproducirse", advierte la experta en calidad de cuidados Daniela Sulman.

Hay cuestiones a las que quizás no les prestamos mucha importancia, pero que finalmente llevan a que no le dediquemos a la boca el tiempo que se merece. Si nos cuesta estar mucho tiempo de pie, será muy bueno que acerquemos una silla o un banquito al lavatorio y que nos dediquemos tranquilamente al lavado y el pasado del hilo.

Si nos cuesta sostener el cepillo, veamos que en la farmacia existen diseños con agarradera más ancha que nos simplificarán mucho la tarea. En cambio, si tenemos la suerte de que alguien nos ayude en la higiene bucal, será más recomendable tomar un cepillo de cerdas finas para que no nos lastimen. Lo ideal es que alguien experimentado les enseñe a los familiares o ayudantes a hacer la tarea.

Tener una buena luz en el cuarto de baño será una gran ayuda, pero hay casos, como la demencia, en que es mejor no utilizar ningún cepillo con este fin. En esos casos se pueden aplicar soluciones de higiene con los que los pacientes hagan buches y de ese modo se protejan de posibles infecciones.

Eso sí: es fundamental que la persona mayor siga haciendo todo lo que pueda hacer sola para no perder esa práctica. Y quien esté ayudando no tiene que estar apurado ni ponerse nervioso. Ambos deben tomarse el tiempo que haga falta para la tarea.

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