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Por lo general, las frutillas no duran mucho y se comen rápidamente. Pero si no las va a comer enseguida, lo mejor es guardarlas tapadas y sin lavar en la heladera. Y es que si se las lava antes se corre el riesgo de que pierdan sabor.
También es importante no lavarlas nunca bajo la canilla, ya que el chorro fuerte de agua puede dañar su superficie delicada y hacerles también perder aroma. Lo mejor es lavarlas en una olla llena de agua. Las hojas y el tallo deben quitarse recién después de lavarlas.