Camas separadas: No es el fin de una relación

Muchas parejas ansían el momento de irse a dormir al lado de su media naranja, pero otras prefieren no compartir todas las noches el lecho, ya sea porque su pareja ronca o porque se levanta mucho más temprano. Esto necesariamente no debe ser algo malo.

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Es sabido que existen diferentes tipos de personas cuando se las mide por sus relojes biológicos. Algunas prefieren apagar la luz temprano y saltan de la cama con el primer rayo de sol. Otras son como búhos y cuando suena el despertador sienten que aún están en medio de la noche.

Cuando dos personas tan distintas forman una pareja, pueden llegar a sufrir mucho por cuestiones muy sencillas, tal como lo constata el director de un Centro Interdisciplinario de cuestiones vinculadas al sueño Hans-Günter Weess.

Y la diferencia puede que no esté marcada únicamente por los relojes biológicos. Uno tal vez quiere leer o chequear sus correos y para eso necesita luz, mientras el otro prefiere escuchar música y que la habitación esté oscura.

Sin embargo, la razón más frecuente por la que las parejas deciden dormir en camas separadas son los ronquidos, comenta el terapeuta Friedhelm Schwiderski.

Todo depende de qué valor y significado les damos a los ruidos, observa Weess, porque más allá de los ruidos que podemos escuchar de la calle, solemos despertarnos por los sonidos que por algún motivo nos parecen significantes. Esto se comprueba en muchísimas situaciones.

Cuando una pareja acordó que ella se ocupa por las noches del bebé y él se levanta temprano para trabajar, el llanto del pequeño puede volverse irrelevante durante la noche para el hombre. No se despierta, tan simple como eso. A su vez, esta repartición de tareas es lo primero que genera trastornos del sueño en la mujer, porque con su primer hijo suelen aprender a estar atentas a los sonidos que detectan a su alrededor.

Por otro lado, uno hasta cierto punto puede decidir qué importancia darles a los sonidos que escucha. Si se va a hastiar y morir de rabia cada vez que oye un ronquido, potencia muchísimo ese ruido y su efecto perturbador. Cuando es así, no habrá tapones que ayuden.

Sabemos que dormir bien es esencial. No en vano se ha aplicado la falta de sueño como método de tortura. Si uno empieza el día cansado, se vuelve agresivo y no puede trabajar en forma concentrada, comenta la sexóloga Ann-Marlene Henning. Es decir que si nuestra propia pareja pasa a ser una especie de enemigo del sueño con el que compartimos la cama, más vale organizar habitaciones separadas.

"Pruébelo y atrévase, no hay nada que deba seguir siendo tal como es", recomienda Henning. Los afectados deberían conversar por supuesto sobre qué es lo que los está perturbando, porque al fin de cuentas, "nadie quiere ser una carga para su pareja, y menos quitarle el sueño", asegura Weess.

Conversando las parejas pueden pensar cuáles osn las ventajas y las desventajas de tener habitaciones separadas. Muchas veces predomina el miedo a que eso termine destruyendo la pareja. "Es inevitable pensar que las habitaciones separadas generan una mayor distancia física y que eso a su vez hace que el camino para llegar al otro se vuelva más largo", dice Schwiderski. Pero en lugar de esperar a que "se de una oportunidad", la pareja puede visitarse por ejemplo en el comienzo de la noche o por la mañana. "Puede ser bastante excitante", dice Weess.

Uno también puede tener "citas" con su pareja y quedar que en determinados momentos se comparte la cercanía, ya sea para hacerse masajes o para tener relaciones, y de ese modo "evitar que la distancia se vaya convirtiendo en una costumbre", advierte Schwiderski.

Muchas personas creen que cuando uno no está recostado junto al otro, se pierde la posibilidad "natural" de tener sexo. Henning está convencida de que eso es una falacia, y asegura que el verdadero riesgo para la pareja está en que una de las partes no duerma bien. "Cuando uno se va a la cama es porque está cansado", explica. "El sexo no va a aumentar si uno tiene una única habitación pero está constantemente nervioso y agotado", advierte.

Además, dormir juntos no es garantía de una relación sexual. A veces intervienen factores muy simples como que hay demasiada luz, hace frío o una de las partes no tiene ganas.

Si una pareja decide tener camas separadas, puede buscar otros caminos para el encuentro. No sólo por cuestiones sexuales, sino también para tener contacto físico. Algo crucial: apagar la tele.

Y si eso no ayuda, se puede recurrir a la ayuda de un terapeuta que dé una mano para ver qué tan importante nos son estas necesidades. Nadie tiene que tenerle miedo a la opinión del otro, apunta Wees. "Creo que las camas separadas están cada vez más aceptadas."

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