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"El implante es una especie de raíz artificial que se coloca en la mandíbula para poder sostener después el diente", explica el odontólogo especializado Germán Gómez-Román.
Suena muy sencillo, pero en la práctica no siempre lo es porque los implantes no son lo indicado para todos. Por un lado, suele ser una intervención costosa, por lo que vale la pena asesorarse muy bien, sea en su servicio médico o en la entidad estatal, para saber qué costo tendrá la intervención.
Por otro lado, es fundamental ponerse en manos de un odontólogo experimentado porque, si bien en principio todo profesional está capacitado para hacerlo, no todos tienen la experiencia suficiente.
Y en tercer lugar es importante hacerse chequeos previos y tener una conversación con el profesional para evaluar el caso en detalle. Si usted tiene parodontitis, corre el riesgo de que un implante le genere infecciones, por lo que es fundamental que le hagan una revisión para tratar la parodontitis o eventuales caries antes de avanzar.
Las enfermedades crónicas también hacen que los implantes no sean la mejor opción. Por ejemplo, ciertos tipos de diabetes pueden llevar a que la herida no sane bien.
Además, "lo ideal es que el paciente no sea fumador", advierte Gómez-Román, porque la nicotina hace que las encías no estén bien irrigadas y eso, a su vez, lleva a que el hueso no se adapte tan bien al implante, con lo cual la intervención puede llegar a tener una vida útil mucho menor.
De todos modos, a no desesperar. Hay alternativas. Puede optar por una prótesis o un puente. Pero si de todos modos elige el camino del implante, verá que hay muchos modelos y opciones en el mercado. Siempre es mejor escoger uno que lleve varios años siendo vendido y que tenga un efecto comprobado en lugar de arriesgarse con modelos poco conocidos.
Un implante puede durar entre 10 y 20 años, a veces más. Lo crucial es mantener una buena higiene bucal. Tanto la dentadura como el implante deben ser limpiados dos veces al día para evitar infecciones.