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Los ataques de pánico pueden surgir de trastornos de ansiedad, estrés intenso o traumas previos. Aunque los episodios suelen durar unos minutos, el miedo a futuros ataques a menudo persiste, afectando la vida cotidiana.
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Uno de los efectos más evidentes de los ataques de pánico en el trabajo es la disminución del rendimiento y la productividad.
El miedo constante a sufrir un ataque puede afectar la concentración y la atención al detalle. Los errores pueden volverse más comunes cuando una persona está preocupada o estresada, lo que lleva a una disminución en la calidad del trabajo.
El miedo a experimentar un ataque de pánico en el trabajo puede llevar a ausencias frecuentes. Las personas que padecen este trastorno podrían evitar situaciones laborales estresantes, reuniones o presentaciones, lo que podría afectar su progreso profesional. Además, el entorno laboral podría volverse una fuente de estrés adicional.
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En el ámbito de las relaciones, los ataques de pánico pueden influir en la comunicación eficaz. A menudo, las personas con ataques de pánico temen expresarse o compartir sus preocupaciones, lo que podría llevar a malentendidos. La falta de comunicación puede erosionar la confianza y crear barreras entre amigos y familiares.
Quienes padecen de ataques de pánico pueden tener dificultades para participar en actividades sociales. El temor a tener un ataque en público puede conducir al aislamiento, afectando las relaciones con amigos y seres queridos.
Esta tendencia a evitar situaciones sociales puede intensificar el sentimiento de soledad y empeorar los síntomas.
Estrategias de afrontamiento y mejoras
Buscar tratamiento profesional es fundamental. La terapia cognitivo-conductual (TCC) ha demostrado ser eficaz en la gestión de los ataques de pánico. Además, ciertos medicamentos pueden ayudar a controlar los síntomas, reduciendo su frecuencia e intensidad.
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Las prácticas de mindfulness y las técnicas de relajación, como la meditación y la respiración profunda, pueden ayudar a reducir la ansiedad. Estos métodos permiten a las personas concentrarse en el presente, disminuyendo el temor a futuros ataques.
Además, contar con una red sólida de familiares y amigos puede ofrecer un sistema de apoyo fundamental. Comunicarse abiertamente sobre los miedos y las necesidades puede fortalecer las relaciones y reducir el aislamiento.
La clave es abordar la situación de manera proactiva, buscando ayuda profesional y adoptando estrategias de afrontamiento efectivas.