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Una costumbre que sobresale en distintas sociedades es la importancia de la primera persona que ves después de la medianoche del 31 de diciembre.
Este fenómeno, conocido como “first-footing” en algunas culturas, tiene diversas interpretaciones y se celebra de maneras variopintas.
Orígenes del first-footing
El término “first-footing” proviene de Escocia y es una parte central de las celebraciones del Hogmanay, el término escocés para el Año Nuevo.
La creencia es que la primera persona que cruce el umbral de tu puerta después de la medianoche puede influir en la suerte del año venidero.
En Escocia y en partes del norte de Inglaterra, el perfil del visitante ideal es alguien alto y moreno. Esta elección puede parecer un tanto arbitraria, pero tiene raíces históricas.
En tiempos ancestrales, un hombre de cabello oscuro era preferido porque los invasores vikingos, que a menudo eran rubios, no siempre eran bienvenidos.
Más allá de la apariencia, el “first-footer” ideal suele cargar ciertos objetos simbólicos que se cree traen buena fortuna:
- Carbón: simbolizando calor y la promesa de que el hogar no pasará frío.
- Pan: indicando que siempre habrá comida sobre la mesa.
- Sal y whisky: representando buena salud y buena disposición.
Diferencias culturales
Aunque el first-footing es prominente en Escocia, otras culturas tienen su propia versión de esta tradición.
En España y América Latina no nos centramos tanto en quién es la primera persona que vemos, sino en compartir las campanadas de medianoche con las uvas, asegurando suerte en los próximos doce meses.
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En Grecia, el día de Año Nuevo coincide con la fiesta de San Basilio. Tradicionalmente, se corta un pastel donde se incluye una moneda: quien reciba la porción con la moneda será el afortunado del año.
En Japón no se enfocan tanto en la persona que ven, sino en la primera visita al templo (Hatsumode), un ritual que busca la bendición de divinidades para el nuevo año.
Hoy en día, el first-footing sigue siendo practicado, aunque menos religiosamente. Algunos lo ven como una oportunidad para fortalecer relaciones, mientras que otros simplemente disfrutan de la diversión de una visita inicial bien planeada.