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Adoptar el reencuadre cognitivo no es un proceso que ocurra de la noche a la mañana. Requiere práctica y paciencia, pero puede ser una de las herramientas más efectivas para cultivar una mentalidad positiva.
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A medida que te volvés más hábil en esta técnica, podés abordar los desafíos de la vida con una perspectiva renovada y resiliente
¿Qué es el reencuadre cognitivo?
El reencuadre cognitivo es un proceso de terapia cognitiva conductual (TCC) que implica identificar y desafiar pensamientos negativos o distorsionados, para reinterpretarlos de una manera más positiva y realista.
Esta técnica se enfoca en cambiar patrones de pensamiento automáticos que contribuyen al estrés y la ansiedad.
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El reencuadre cognitivo tiene varios beneficios como reducción del estrés y la ansiedad ya que, al modificar la percepción de situaciones estresantes, reduce el impacto emocional negativo. Además, mejora la autoestima. Al centrarte en tus fortalezas y logros, en lugar de tus debilidades, podés construir una imagen propia más positiva.
El reencuadre cognitivo es excelente en la capacitación en resolución de problemas, ya que fomenta una mentalidad abierta y creativa para encontrar soluciones efectivas. Además, fomenta relaciones positivas, pues auda a interpretar los actos y palabras de los demás de manera más comprensiva y menos crítica.
Cuáles son las técnicas de reencuadre cognitivo
Identificación de pensamientos distorsionados. El primer paso es reconocer pensamientos irracionales o distorsionados, tales como el filtrado negativo (enfocarse solo en los aspectos negativos) o el pensamiento dicotómico (ver las cosas en blanco o negro).
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Este autodiagnóstico es crucial para el reencuadre.
Desafío de creencias negativas. Una vez identificados, desafía estos pensamientos preguntándote: ¿Son estas creencias realmente ciertas? ¿Qué evidencia tengo?
Este cuestionamiento te ayuda a considerar otras perspectivas y encontrar evidencias que contrarresten esas creencias.
Creación de afirmaciones positivas. Sustituí los pensamientos negativos por afirmaciones positivas. Por ejemplo, transformá “nunca hago nada bien” en “hago lo mejor que puedo y aprendo de cada experiencia”.
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Uso de la perspectiva de terceros. Imaginate cómo un amigo trataría la misma situación que vos enfrentás.
Esta técnica te puede ayudar a ver las cosas de manera más objetiva y menos emocionalmente cargada.
Enfocarse en soluciones. En lugar de centrarte en el problema, enfocate en posibles soluciones. Esto fomenta un enfoque proactivo y empoderador hacia las dificultades.
Cómo implementar el reencuadre en la vida diaria
Para incorporar el reencuadre en tu rutina diaria, empezá por mantener un diario de pensamientos. Anotá las situaciones estresantes, tus pensamientos sobre ellas, y practicá el reencuadre escribiendo nuevas perspectivas.
Con el tiempo, este hábito puede ayudar a desarrollar un enfoque del pensamiento más positivo y adaptativo.