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La positividad tóxica se refiere a la idea de mantener una mentalidad positiva y de omitir o rechazar cualquier emoción negativa o experiencia difícil en la vida. Esta perspectiva simplificada y unilateral de la vida no solo es irrealista, sino también dañina.
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Al ignorar nuestras emociones menos agradables, estamos evitando enfrentarnos a problemas reales que requieren atención y resolución.
Ejemplos de positividad tóxica
Negación de sentimientos: minimizar las propias emociones o las de otros, sugiriendo que no son válidas. Ejemplo: “Dejá de estar triste, hay gente que está peor”.
Superficialidad en el apoyo: ofrecer respuestas simplistas a problemas complejos. Ejemplo: “Pensá positivo y todo saldrá bien”.
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Evitar conversaciones difíciles: desviar temas serios con frases optimistas que no abordan la raíz del problema.
Impacto de la positividad tóxica
La imposición de una actitud positiva constante puede llevar a varios resultados negativos. Las personas pueden sentir que no deberían experimentar emociones negativas, haciéndolas sentir culpables por sus propios sentimientos.
Rechazar emociones desagradables puede impedirnos abordar y resolver problemas subyacentes, llevándonos a un círculo vicioso de estrés y ansiedad.
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Al no validar nuestras emociones o las de los demás, podemos crear una barrera en nuestras relaciones, impidiendo conexiones genuinas, lo que lleva a un aislamiento emocional.
La importancia de reconocer las emociones
Aceptar que no siempre podés con todo es un paso crucial hacia el cuidado personal. La validación de nuestras emociones es clave para una salud mental equilibrada. Aquí hay algunas maneras de manejar las emociones de una manera saludable, por ejemplo, al aceptar vulnerabilidades, permitirse sentir y expresar emociones negativas sin juicio.
Otra sugerencia es crear espacios seguros para hablar sobre nuestras luchas sin temor a ser juzgados, y Acudir a amigos, familiares o profesionales para recibir apoyo y orientación cuando sea necesario.
Lograr un equilibrio emocional implica reconocer que tanto las emociones positivas como las negativas son parte de la experiencia humana. La tristeza, el fracaso y el miedo son tan válidos como la felicidad y la esperanza.
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Permitirse experimentar todo el espectro de emociones, sin caer en la positividad tóxica, es esencial para una vida plena y auténtica. La verdadera fortaleza y el crecimiento personal provienen de la capacidad de aceptar nuestras limitaciones y trabajar a través de ellas.
En un mundo que frecuentemente idolatra la positividad constante, es fundamental recordar que está bien dejarse sentir y admitir cuando las cosas no están bien. Reconocer nuestras luchas y emociones es un acto de valentía y una práctica necesaria para el bienestar mental duradero.