Abandono, rechazo y más: cómo superar heridas de la infancia

Las heridas emocionales de la infancia son experiencias que, aunque pueden parecer lejanas, tienen el potencial de perfilar nuestras vidas adultas. Estas heridas, si no se abordan adecuadamente, pueden influir en la autoestima, las relaciones interpersonales y la forma en que enfrentás los desafíos.

Las heridas emocionales de la infancia son experiencias que, aunque pueden parecer lejanas, tienen el potencial de perfilar nuestras vidas adultas.
Las heridas emocionales de la infancia son experiencias que, aunque pueden parecer lejanas, tienen el potencial de perfilar nuestras vidas adultas.Shutterstock

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Superar las heridas de la infancia no es un proceso sencillo, pero es esencial para llevar una vida plena y satisfactoria. Al reconocer y trabajar activamente hacia la curación, podemos romper con ciclos negativos y emprender un camino hacia el crecimiento personal y relacional.

Estos pasos no solo mejoran nuestra calidad de vida, sino que también nos permiten influir positivamente en las generaciones futuras.

Cuáles son las heridas comunes de la infancia

Rechazo. El rechazo puede ser tan simple como un compañero de escuela que no quiere jugar con vos o tan complejo como un padre que no demuestra afecto. La sensación de no ser aceptado puede llevar a la inseguridad y al miedo al abandono en la vida adulta.

La sensación de no ser aceptado puede llevar a la inseguridad y al miedo al abandono en la vida adulta.
La sensación de no ser aceptado puede llevar a la inseguridad y al miedo al abandono en la vida adulta.

Abandono. El abandono, ya sea físico o emocional, deja a menudo a los niños sintiéndose solos y no valorados. Esto puede manifestarse en relaciones adultas como una necesidad constante de atención o miedo al compromiso.

Traición. Cuando una figura de confianza no cumple sus promesas o engaña, el niño puede sentirse traicionado. Esta herida puede dar lugar a problemas de confianza y una dificultad para abrirse a los demás.

Injusticia. Sentirse tratado injustamente, ya sea a través de comparaciones con hermanos o por castigos excesivos, puede generar sentimientos de ira y resentimiento. En la adultez, esto puede traducirse en una constante necesidad de probarte a vos mismo o de buscar justicia en diversas formas.

Humillación. Experiencias de vergüenza o burlas pueden afectar severamente la autopercepción de un niño, llevándolo a una baja autoestima y a un sentido distorsionado de autoimagen.

Estrategias para superar las heridas de la infancia

Reconocimiento y aceptación. Reconocer que estas heridas existen es el primer paso hacia la curación. Aceptar que estas experiencias forman parte de nuestro pasado, pero no definen nuestro futuro, es crucial.

Terapia y apoyo profesional. La terapia, ya sea individual o grupal, ofrece un espacio seguro para explorar y comprender estas heridas. Los profesionales pueden proporcionar herramientas específicas para la curación emocional.

Construcción de una red de apoyo fuerte. Rodearte de personas comprensivas y empáticas puede ayudar a sanar. El apoyo de amigos, familiares o grupos de autoayuda puede proporcionar el sentido de pertenencia que pudo haberse perdido.

Mindfulness y meditación. Prácticas de atención plena pueden ayudar a estar más presentes, reconociendo y liberando emociones negativas en lugar de dejarlas que se apoderen de nosotros.

Desarrollo de la autoestima. Fomentar una sana autoestima es vital. Esto puede incluir la práctica de afirmaciones positivas, reconocer logros personales y aprender a establecer límites saludables.

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