La salud y las emociones: ¿Por qué ciertas enfermedades provocan vergüenza?

La vergüenza es un sentimiento que permanece silenciosamente en mucha gente que es diagnosticada con una enfermedad. Hay padecimientos, más y menos graves, que provocan un aislamiento social. La psicóloga Diana Lesme, dice: “Las personas son absolutamente responsables de sus emociones”

Mujer avergonzada
Sufrir una enfermedad no es motivo de vergüenza, debemos trabajar sobre esta emoción de manera liberadora.

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Muchísima gente oculta su enfermedad e incluso si fallece, la familia oculta de qué murió. Hay un gran temor a ser menospreciado socialmente. El sufrimiento de una enfermedad se desarrolla en nuestro cuerpo e interior y lo compartimos únicamente con las personas más cercanas. No sentir vergüenza por lo que nos ha tocado es un gran desafío de crecimiento individual y educación para los demás.

La vergüenza es una emoción secundaria (porque no está presente desde el nacimiento) de incomodidad y de molestia, que, en general se genera en las personas como respuesta a una carencia o trasgresión. Aparece en la infancia temprana, cuando el niño adquiere mayor consciencia de su Yo y de la presencia del Otro, y lo puede diferencia del sí mismo. La vergüenza implica una autoevaluación negativa del self (Yo)”, explica la Lic. en psicología Diana Lesme.

Piscóloga Diana Lesme "El momento apropiado para buscar ayuda profesional terapeútica es cuando uno siente que no puede enfrentarse a ciertas emociones de manera funcional, cuando obstaculiza los vínculos personales y profesionales"
Piscóloga Diana Lesme "El momento apropiado para buscar ayuda profesional terapeútica es cuando uno siente que no puede enfrentarse a ciertas emociones de manera funcional, cuando obstaculiza los vínculos personales y profesionales"

-¿Por qué estar enfermo puede avergonzar?

Porque la enfermedad supone una limitación, una pérdida del estado de completud (de salud), algo asociado en el imaginario al ideal de satisfacción total. La enfermedad con la elocuencia de sus manifestaciones, puede generar vergüenza porque compromete al sujeto en el enfrentamiento de su incompletud, como si lo mostrara ante el otro como una persona vulnerable, “menos” que los demás.

-Muchas veces nos culpamos, o bien, responsabilizamos a los demás por sentirnos así o por no ayudarnos.

Las emociones son la forma en que las personas manifiestan lo que piensan y sienten, desde su interior profundo. Una persona es absolutamente responsable de sus emociones, porque es ella, únicamente, quien puede interpretarlas, asimilarlas, expresarlas, aceptarlas. Los demás pueden ser responsables solamente de contribuir con uno para ayudarlo a expresar, gestionar sus emociones.

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-¿Cómo nos afecta en la vida diaria esta emoción?

De múltiples maneras, dependiendo de varios factores que interactúan en la vergüenza, por ejemplo, la personalidad de cada quién, los recursos internos y externos con los que cuenta (o no) para lidiar con ella. Suelen aparecer manifestaciones en el cuerpo como enrojecimiento, inhibición kinestésica, sudoración.

-¿Es necesario buscar ayuda si nos limita, si no sabemos cómo responder preguntas directas sobre nuestro estado o enfermedad?

El momento apropiado para solicitar ayuda profesional de un terapeuta es precisamente cuando uno siente que no puede enfrentarse a esas emociones de manera funcional, cuando obstaculiza los vínculos personales, profesionales, cuando genera mayor malestar o incluso empeora la condición de salud que se padece.

Hombre sudando frío
Las personas que temen enfrentar a la sociedad por estar enfermas, manifiestan síntomas como la sudoración excesiva, el temblor, el sonrojo, etc. Cuánto más elocuentes son las manifestaciones de la enfermedad, más difícil se hace la asimilación y la aceptación de nuestra historia de salud, de vida.

-Hay enfermedades que provocan más vergüenza que otras, por decir, no es lo mismo padecer cáncer de colon que halitosis; conste que para la persona afectada posiblemente el sufrimiento sea igual.

Es que cuanto más elocuentes son las manifestaciones de la enfermedad, más intrusivos sus indicadores (comportamiento fuera de lo esperado por el consenso social: olores, manchas, distorsiones corporales), más difícil se hace la asimilación de la condición y su aceptación como parte de la historia de uno. Además, las enfermedades nos enfrentan a todos, enfermos y no enfermos (familiares o cuidadores del enfermo) a los temores universales como son la destrucción, la muerte, la pérdida.

Creo que acá también influyen los estereotipos culturales en relación a las enfermedades y la muerte.

-¿Qué necesitamos para aceptar una enfermedad crónica o terminal?

Lo primero sería asimilarnos como seres en castración, incompletos, deseantes, siempre en movimiento pulsional. Dejamos de desear cuando morimos, hasta entonces luchamos con nuestras propias limitaciones, a veces más y otras menos.

Si aceptamos que somos sujetos en construcción permanente, que tenemos que transitar cada minuto de la vida enfrentándonos a nosotros mismos primero y luego a los otros, estaremos en mejor posición de aceptar que una enfermedad, que impone ciertos límites, puede también generar oportunidades para hacer las cosas de forma distinta, para vivir de una forma que no nos imaginamos; y así podamos crear mejores condiciones para transitar la enfermedad.

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Consolar a la persona enferma
Consolar a una persona enferma es un trabajo humanitario que beneficia a las dos partes. A veces la enfermedad es física, otras mental y también hay "enfermedades" como la indiferencia o la falta de acompañamiento. Aprender a escuchar al enfermo es un primer gran paso.

-¿Cómo ayudar a los enfermos a superar su sentimiento de inferioridad?

Lo primero sería escuchándolos, la angustia siempre está presente en los casos de enfermedad, en alguna medida que será variable intersubjetivamente. Ayuda también que propiciemos que la persona le ponga palabras a su malestar, a lo que le pasa con la enfermedad, ya sea hablando, jugando, dibujando, con muestras de lenguaje corporal.

Recurrir a un profesional de salud mental es recomendado cuando el malestar es intenso, representa riesgos para la integridad del padeciente y/o sus seres significativos, o cuando hay indicadores de somatizaciones o daño autoinflingido.

Algunas enfermedades comunes que conllevan costo emocional

-Intestino permeable

-Sudoración excesiva

-Olor corporal,

-Disfunción eréctil,

-Mal aliento,

Mujer transpirando excesivamente axilas
Ese problema del otro que para muchos acaba en chiste o discriminación, para la persona que lo sufre puede ser tan agudo como una enfermedad mayor. No siempre es falta de higiene o descuido personal.

-Hemorroides,

-Flatulencia,

-Incontinencia,

-Hongos en las uñas de los pies.

Las enfermedades mentales no deshonran

La vergüenza también se manifiesta debido a enfermedades mentales. Por ejemplo, los casos de demencia, tanto de la persona directamente afectada, como en sus familiares. Un anciano con demencia puede sentir vergüenza por no recordar o no poder manejarse básicamente. Un familiar de una persona demente puede sentirse mal ante la mirada social por sentir que su familia no es normal, que “tiene alguna falla”, mucho más cuando la gente suele ponerles un apodo a las personas enfermas, “el loco/a”, “el que no está bien”, etc. en vez de llamarlas por su nombre.

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Una manera de vencer esta situación es buscar grupos de ayuda donde encontraremos apoyo común. Lo que no se debe hacer es aislarse. El ser humano necesita del grupo social. Si tenemos un pariente enfermo y también para cuidarnos como familia cuidadora, seamos selectivos para formar nuestros círculos de amigos y conocidos, de esta manera no nos aislamos, al contrario, nos fortalecemos socialmente para no caer además en otras enfermedades como la depresión.

grupo social en la tercera edad
Los ancianos que sufren demencia senil o Alzheimer pueden sentir vergüenza por ir perdiendo capacidades. Es importante tanto para el padeciente -dentro de sus limitaciones- como para los cuidadores formar parte de grupos donde puedan entretenerse, compartir experiencias y habilidades.

La vergüenza como enfermedad

La vergüenza como enfermedad se llama trastorno de ansiedad social, las personas pueden preocuparse por tener que participar en alguna situación social semanas antes de que se lleve a cabo. A veces terminan por evitar ir a lugares que les causan angustia o generan sentimientos de vergüenza.

Lo bueno hoy día, es que existe atención especializada para vencer los casos de vergüenza extrema. Nunca es tarde para mejorar nuestra calidad de vida y relacionamiento.

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