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Todos los días escuchamos casos de agresiones, de comportamientos extraños en adolescentes que no quieren salir o, si salen, pierden el control de sus emociones. Detrás de cada conducta hay un por qué. Lo llamamos complejos, trastornos o traumas. Sin embargo, estos términos no son sinónimos.
La psicóloga Haruka Saito explica la diferencia “el trauma es una respuesta emocional a un evento extremadamente negativo que sobrepasa la capacidad de la persona para afrontarlo. El trauma puede conllevar al desarrollo de varios trastornos, por ejemplo, el Estrés Postraumático (TEPT), ansiedad, depresión y trastornos de la personalidad. Por otro lado, un complejo es un conjunto de creencias y emociones negativas de uno mismo, generalmente menos intensas y no necesariamente relacionadas con un evento traumático”.
-¿Un trauma adolescente nace en la infancia?
No siempre. Puede surgir en la etapa adolescente debido a ciertas circunstancias como el bullying, problemas familiares o eventos traumáticos específicos. Sin embargo, también puede haber una continuación o reactivación de traumas no resueltos de la infancia. Factores de desarrollo y vulnerabilidades pueden influir en cómo un adolescente experimenta y maneja el trauma.
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-¿Un trauma adolescente no tratado puede no superarse en toda la vida?
Un trauma no tratado adecuadamente en la adolescencia puede persistir en la adultez y en etapas posteriores de la vida. Esto puede generar efectos emocionales graves como ansiedad, depresión, dificultades en las relaciones interpersonales y problemas de autoestima afectando el bienestar y funcionalidad general de la persona.
En resumen, la acumulación de un trauma no resuelto puede generar patrones de comportamiento disfuncionales y una vida insatisfecha.
-Y crearse problemas consecutivamente…
Las secuelas del trauma pueden limitar la capacidad del individuo para desarrollarse plenamente, establecer y mantener relaciones saludables y alcanzar su potencial en diferentes áreas de la vida.
-¿Podrías delimitarnos la edad adolescente?
Desde mi punto de vista abarca aproximadamente desde los 9 a los 20 años. Según la Organización Mundial de la Salud, se extiende desde los 10 a los 19 años. Esta etapa se divide en adolescencia temprana (10-13 años), adolescencia media (14-16 años) y adolescencia tardía (17 a 21 años), cada una con características y desafíos en el desarrollo físico, emocional y social.
-¿Cuáles son los traumas más comunes hoy día?
El abuso emocional, físico o sexual, el bullying, la pérdida de seres queridos y la exposición a violencia doméstica.
-¿Se necesita una mirada de afuera para comprender que se tiene un trauma?
Esto puede variar mucho, pero a menudo la persona no es consciente de su trauma y necesita la observación y ayuda de otros, tales como familiares o profesionales para identificarlo.
-¿Por qué es tan difícil aceptar que se tiene una ruptura interior?, ¿es la adolescencia una buena etapa para tratarse?
La adolescencia es un periodo de transición hacia la vida adulta, por lo que es ideal para tratar traumas y facilitar una adultez más fluida y exitosa. Es difícil aceptar una ruptura interior por el miedo a ser juzgado y la culpa que pueden sentir por lo que les ha sucedido.
-¿De qué manera el profesional diagnostica un trauma y cuál sería el tratamiento?
Nos guiamos por una evaluación clínica, entrevistas y observación de comportamientos y síntomas. Dependiendo de la severidad, el tratamiento puede combinar psicoterapia y medicación o solo psicoterapia utilizando enfoques como la terapia cognitivo-conductual (terapia a corto plazo, ayuda a modificar pensamientos, sentimientos y comportamientos negativos)
-¿Creés que en nuestra cultura se le está dando más importancia a los problemas, conflictos interiores de los adolescentes?
Nuestra sociedad está abriendo su mente en cuanto a consultar con un profesional de la salud mental. Poco a poco, se está empezando a reconocer la importancia de la salud mental y hay un esfuerzo creciente por eliminar el estigma asociado a buscar ayuda profesional.
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Validar la adolescencia
La profesional hace énfasis en que la adolescencia “es una etapa de cambios y desafíos, por lo tanto, es crucial el acompañamiento familiar, la validación emocional y la aceptación incondicional de los adolescentes. Validar significa reconocer y aceptar los sentimientos y experiencias del adolescente sin juzgar.
Es fundamental entender y apoyar los cambios que atraviesan, proporcionando un entorno seguro y comprensivo. Esto puede acarrear una gran diferencia en su bienestar emocional y en su desarrollo saludable”
La pérdida de seres queridos puede ser traumática
Muchas veces creemos que los adolescentes por estar en una etapa experimental y constante movimiento no sienten ciertas pérdidas, pero no es así. Ellos viven sus duelos y pueden ser traumáticos. La psicóloga subraya que no se pueden establecer generalizaciones sobre cómo se experimenta la pérdida de un ser querido, “pero puedo basarme en mi experiencia profesional atendiendo casos de adolescentes en proceso de duelo”
-A los niños cuando quedan huérfanos inmediatamente los compadecemos por sentirlos pequeños e indefensos, ¿qué sucede con el adolescente?
Es una experiencia que pueden tener un impacto profundo y duradero. En la niñez, los niños dependen en gran medida de sus padres para satisfacer sus necesidades básicas. El fallecimiento de uno o ambos padres puede generar un sentimiento de desamparo e inseguridad.
Por otro lado, los adolescentes se encuentran en un proceso evolutivo diferente, de búsqueda de independencia y autonomía. La pérdida puede retrasar o interrumpir este proceso, generando sentimientos de confusión y frustración. Además, puede afectar las relaciones del adolescente con sus pares y dificultar su desarrollo social.
Algunos factores que pueden influir en la forma en que se vive el duelo incluyen: la edad adolescente al momento de la pérdida, las circunstancias de la muerte, la presencia o ausencia de apoyo social.
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-¿Cómo les afecta la muerte de su madre, de su padre?
La madre suele ser la figura principal de apego y cuidado emocional, por lo que su pérdida puede generar un vacío afectivo profundo. El padre suele ser la figura que brinda apoyo y guía en el desarrollo de la identidad y la independencia, por lo que su muerte puede afectar la autoestima y el sentido de propósito.
-Hay otros seres queridos en la familia que lloramos cuando se van: las mascotas. Muchos chicos han crecido con ellas.
La experiencia es única para cada adolescente. Puede ser particularmente dolorosa debido a diversos factores, incluyendo los cambios emocionales y sociales que experimentan durante esa etapa. En la adolescencia, el cerebro se encuentra en un proceso de desarrollo significativo, especialmente en las áreas relacionadas a las emociones.
Es por esto que la pérdida de una mascota puede generar un vacío emocional significativo en la vida del adolescente, afectando su estado de ánimo, sus relaciones interpersonales y su desempeño académico.
La pérdida de una mascota, un ser querido que ha brindado compañía y apoyo emocional, puede desencadenar estas emociones con gran fuerza, lo cual puede intensificar los sentimientos de soledad y aislamiento por el vacío tan difícil de llenar.