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“La primera cuestión a explicar es que las mujeres hemos perdido colectivamente la voz, por tanto recuperarla no es un proceso personal y que, si bien actualmente tener una voz propia es una conquista para las mujeres, esta conquista no ha beneficiado por igual a todas. Recordar que, para la generación que hoy transita la edad adulta, el proceso más fuerte de socialización se daban en las aulas en el marco de la educación formal”, explica Angélica Roa, feminista y psicóloga clínica que trabaja el tema del autocuidado de las mujeres, sus emociones y la violencia hacia las mujeres.
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Comenta Angélica que a principios de 1990 se empieza a hablar de la educación sexista y del currículum oculto en la educación, que se refiere a como fueron transmitidos valores patriarcales como la feminidad y la maternidad de forma inconsciente en las estructuras y el funcionamiento de las instituciones.
“El feminismo nos ayudó en ese proceso para entender que la educación sexista nos privó de la capacidad de expresarnos con voz propia. Esta experiencia de recuperación de nuestra propia voz, se estructura como recursos internos para afrontar, con eficacia y perspectiva realista, el control de nuestra vida en la edad adulta”.
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“A lo largo de nuestra vida le hemos dado lucha a múltiples formas de opresión de las mujeres que no cesan al llegar a la edad adulta, al alejarnos de los compromisos laborales el desafío es disminuir los compromisos familiares. El debate, entre otros, permitió ir deconstruyendo el mandato social de la feminidad y su modelo de maternidad”, manifestó la profesional.