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¿Cómo se llega a esta situación y qué pueden hacer los padres para fortalecer la espalda de sus hijos? La traumatóloga Nicole Wittmann ofrece algunos consejos.
- En primer lugar, ¿qué exige tanto la espalda de los niños?
Nicole Wittmann: A más tardar a partir de la edad escolar, los niños y adolescentes pasan la mayor parte del tiempo sentados. Ahí juega un papel considerable la escuela, pero también el tiempo libre delante de un televisor, una consola de videojuegos o el teléfono móvil.
Así es como los niños en edad escolar pasan, en general, diez horas al día sentados. Eso es fatal para la columna vertebral, que aún se encuentra en crecimiento. Necesita movimiento. En el caso de los niños, incluso más que en el de los adultos.
- ¿Cómo se producen exactamente los dolores de espalda?
Wittmann: Si niños mayores de diez años tienen dolor de espalda, se trata normalmente de los llamados dolores de espalda no específicos. Estos no tienen una causa estructural como un tumor o un trastorno de crecimiento, sino que son causados por contracturas musculares.
Y es que la falta de movimiento afecta negativamente a la espalda. En el peor de los casos, la musculatura se desarrolla de forma demasiado débil. Entonces la zona del tronco se vuelve inestable y el cuerpo reacciona con contracturas.
Una musculatura sana, en cambio, ofrece al tronco un corset suficiente de músculos, lo que lleva a una postura sana.
Entonces hace falta movimiento para que no se generen contracturas en la espalda. ¿Cómo se puede lograr eso? ¿Quizá jugando?
Wittmann: Los padres pueden analizar, por ejemplo, el camino a la escuela. ¿Pueden recorrerlo los niños a pie? ¿O en monopatín o bicicleta? Con un recorrido hasta la escuela de veinte minutos por día, se suman unas 70 horas de movimiento al año. Eso ya es algo.
Además, hay movimientos concretos que movilizan la columna vertebral. Por ejemplo, el llamado “cosechar manzanas”: en ese caso, los niños se imaginan que quieren llegar a las manzanas que están más arriba en el árbol. Para ello, tienen que estirarse lo más que puedan. La imaginaria “cosecha” se coloca luego en un canasto en el suelo. Para ello, tienen que agacharse.
La columna también se puede movilizar cuando están sentados, con movimientos de “gato contento” y “gato enojado”, es decir, curvando la columna hacia adentro y luego hacia afuera.
Asimismo, se puede enseñar y acostumbrar a los niños a modificar su postura cada tanto. Para beneficiar a la espalda, habría que hacerlo cada diez minutos. Cabe aclarar que la idea de que los niños deben permanecer sentados quietos se considera hoy obsoleta.