El Agua en el Jardín

El agua es un elemento estructural del jardín. Hace unos pocos siglos, cuando los fenómenos naturales conjugaban armoniosamente, no se necesitaba adicionar agua a ningún cultivo, todo estaba equilibrado. Después el hombre fue separando árboles de agricultura, campos de ciudades, cubriendo con áridos gran parte de la superficie del planeta y las aguas erosionaron las tierras y los cursos hídricos se alejaron de sus plantas.

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Los primeros registros de riego en agricultura se remontan al 6000 a.C. en Egipto y Mesopotamia (Irak e Irán en la actualidad) cuyos pobladores utilizaban las riadas del Nilo o del Tigris y Éufrates, respectivamente. Los incas trasportaban aguas a sus cultivos por acequias o pequeños surcos en desnivel.

Regar es trasladar las aguas lejanas hasta las aéreas cercanas a los cultivos que las necesitan. El agua disuelve las materias sólidas solubles que se encuentran en el suelo que se convierten en nutrientes, conducidas hasta las raíces.

Para muchos seres humanos regar es comunicarse con la naturaleza, alimentar de espiritualidad su karma. Y ver cada mañana como crecen sus plantitas. Para otros una ciencia: cantidad de agua exacta, tamaños de sus gotas, frecuencia, velocidad de esparcimiento.

La necesidad de riego representa la diferencia entre la necesidad de agua del cultivo y la precipitación efectiva. La regadera, el primer instrumento de aspersión dió su espacio a eficientes difusores. El riego por goteo deja un aporte hídrico bien cerca de las plantas y sus raíces, trasladada por el suelo, a flor de tierra o enterradas, mediante mangueras con orificios distanciados equitativamente. Y no se trata de una manguera con orificios caseros, no! Se escaparía demasiada el agua por los primeros agujeros retaceándola a los siguientes.

Sesudos técnicos incorporaron laberintos microscópicos que distribuyeron equitativamente en las tuberías equilibrando caudales y presiones.

Se fabricaron además, botones insertables de caudal autocompensantes, sirviendo agua en cantidades precisas en los sitios específicos. Este sistema de riego no necesita de altas presiones y son altamente eficientes, ahorrando agua satisfaciendo con mucha exactitud, 2 a 10 litros de agua por metro lineal por ejemplo, la demanda hídrica.

El sistema de irrigación por aspersión es distinto a lo anterior, ya que acá las partículas de agua se desplazan por el aire dispersándose en gotas de diferentes tamaños según se necesite. Nada importa que los chorros fueran de gran tamaño si las plantas fueran grandes y fuertes, pero si éstas fueran pequeñas y delicadas como las de muchas de flores del jardín, se necesitará que las partículas hídricas sean también pequeñas semejando al rocío o a la llovizna tenue.

Estas aspersiones limpiaran las hojas, hidratándolas y facilitarán la alimentación de las raíces mojando la tierra. Simultáneamente crearan un microclima más fresco, apropiado y mejorarán el medioambiente.

Para optimizar efeciencia un profesional deberá confeccionar un plano de riego, distribuyendo estratégicamente aspersores, rociadores y goteros según solicitaciones de los cultivos, teniendo en cuenta arcos y radios de precipitación y arcos de cubrimiento de las áreas a ser mojadas.

La automatización implica un temporizador de riego que emite órdenes a electroválvulas dispersas en el terreno y dotar estrategia de turnos a las zonas que componen el jardín. Difícilmente el agua del servicio público goce de caudal y presión suficientes para mojar todo el terreno de una sola vez.

En próximos artículos, ahondaremos el tema y te contaré de otros sistemas.

panchocrosa@gmail.com

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