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“Yo no puedo cuidarlos, vivo lejos”, “Vos no tenés hijos, podés hacerte cargo” “¿Quién se queda con mamá/papá este fin de semana?”, “Si no ponés dinero, ayudá de otra manera” “Quiero ir a verlos, pero me hacen problema en casa”, etc., son solo algunas de las conversaciones entre hermanos, a veces buenas y conciliadoras, otras tan infructuosas que acaban en peleas y distanciamientos.
“La vivencia de la vejez de nuestros padres es cultural, en nuestro país desde pequeños nos hipotecan el futuro diciéndonos cosas como: ‘No me vengas a llorar después sobre el cajón/yo te crío para que vos me cuides en la vejez/de todos mis hijos, yo sé que vos me vas a cuidar’. Y así van programando el final de sus días adelantando una carga obligatoria”, dice la Lic. María Luisa Barboza, psicóloga.
- Cuando se forma una nueva familia, ¿los padres en qué lugar quedan? ¿Cuál es la manera correcta de soltar sanamente un lazo tan fuerte?
Es ley de vida despedir a los padres, tiene un orden natural, como las órbitas de los planetas: el primer anillo sos vos y lo que construís en el día a día como elección de vida, el segundo anillo pasan a ser los padres, el tercer anillo es la familia extensa. Y se va ordenando para no crear conflicto en las relaciones o choques generacionales.
Con los padres, es importante dar más calidad que cantidad, no es lo mismo estar cerca y con maltratos, que acompañarlos con calma en horarios o días escalonados, escucharlos, estar, abrazar, estar atentos a sus controles médicos.
-¿Existe un método para lograr una buena organización entre hijos adultos y el cuidado de los padres?
No hay una sola fórmula, así como no hay una familia igual a la otra, lo más conveniente es que cada uno se haga cargo de acuerdo a aquello para lo cual es más hábil. Si observamos en países de mayor longevidad, el secreto está dejarlos mantenerse activos. Es los países latinos, como el nuestro, tenemos la creencia de que en la vejez uno es molestia. No deberíamos permitir que así sea y animar a nuestros padres a que sigan siendo activos, no hacer por ellos mientras ellos tengan capacidad de hacer.
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Hay que romper mitos, ellos tienen que seguir tomando decisiones, cocinar, lavar, caminar, salir, decidir, hablar, conectarse con el mundo, no dejar el cuerpo y la mente en pausa. Al quedarse muy quietos se estanca de alguna manera la vida, el sedentarismo no es una buena compañía.
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-Entre los hermanos suele haber clásicos enojos por algún motivo, y luego el no contactar, no visitar a los padres, no responder mensajes. De esta manera, no dejan de ser hijos, sin embargo, no cumplen con su parte de cuidado.
Tenemos que validar el enojo porque tiene una función que es la de reacomodar aquello que nos genera malestar, lo que no nos enseñan es a regular esas emociones, puede haber enojos pero no ofensas, descalificaciones, tiene que haber un acuerdo entre hermanos donde cada uno pone de su parte, incluso a aquel que no pone absolutamente nada, es mejor no obligar, sino reorganizar fuerzas para que cuando haya cansancio, esa red de apoyo sea sólida.
-Tan difícil fortalecer esa red cuando falla la comunicación.
Tenemos que sumar y no restar, no tener expectativas altas o imposibles, si hay peleas o desacuerdos, que el que esté en mejores condiciones ponga paño frío y no tire más leña al fuego. De cada miembro de la familia se pueda sacar su mejor versión, esa imagen deben llevarse los padres cuando se despidan de la vida. Al no ponerse de acuerdo los hijos, al no solucionar los problemas a quienes más daño hacemos es a ellos que son espectadores de una relación insana en la familia.
Respetemos la forma de acompañar de cada miembro de la familia:
-Al que le es fácil sacar una sonrisa, que el humor sea su colaboración. Ese tiempo de risas es sanador, no necesitamos reír todo el día, pero sí una dosis en la semana hace la diferencia.
-Al que le va mejor económicamente, que haga el soporte mayor en las necesidades básicas como para que no les falte nada.
-El que es muy callado, tímido, silencioso, puede hacer compañía, hacer mandados, ayudar a ordenar, ir a comprar, la parte logística siempre lo precisa.
-El que tiene problemas personales con su pareja, a quien no le dejan dedicar tiempo y calidad a sus padres, en realidad sufre muchísimo, porque no es justo que nadie pueda amenazar con poner en peligro la relación. Lo mejor es respetar su situación para que haya menos fricción.
-Están los eternos conflictivos, quienes pasan para generar peleas, gritos, mandatos, tergiversan, se victimizan, acusan, agreden, lo más adecuado es tenerlos al margen. Confrontar no es una buena opción porque finalmente logran lo que quieren que es crear conflictos, y para que ocurra debe haber dos fuerzas que se oponen. Siempre hay en cada familia una cabeza pensante que va dando soluciones rápidas, es el más hábil y a quien hay que seguir.
-¿Qué hay del hijo/a cuidador? Se lo suele acusar de victimizarse siempre.
Puede ser que sean hijos sobreprotectores, cuidadores que, en algunos casos, incluso cuidan a sus padres solo para manipular a los demás. Ningún exceso es sano, ni siquiera de bondad, de empatía, de cuidado, esto de alguna manera desampara a quién lo hace porque al morir los padres quedará con la amarga sensación de que no hizo lo suficiente para sanarlos y con un cansancio extremo que alarga el proceso de duelo, nunca los dejan ir.
Cuidadores específicos de los padres ancianos
“Aunque aún quedan resabios de viejas costumbres y creencias de que la hija se tiene que hacer cargo, pero hoy en día está cambiando y lo hacen tanto hijos como hijas; una gran mayoría de hombres se permite demostrar afecto hacia el cuidado de sus padres, ya no lo sienten como algo raro. En los hospitales se ve tanto a hombres como mujeres acompañando a sus ancianos”, señala la profesional
-Y una persona extraña ¿puede reemplazar el amor, el cuidado de los hijos?
Los lazos de sangre no unen, hay una falsa creencia de que la sangre te hace familia, y la realidad es que hoy con el ritmo de vida que llevamos se desarrollan los afectos de una manera totalmente adaptativa a los nuevos tiempos. No se es mal hijo por dejarlos en manos de extraños. Hay muchos casos que confirman que, aunque se pague un sueldo, se puede estar rodeado de cariño y crear un lazo afectivo entre cuidador y anciano.
-En la película franco-británica El Padre, el anciano padre tiene demencia senil. Su hija (su cuidadora), ya no tan joven, un día toma valor y decide dejarlo en un centro para adultos mayores e irse a vivir su vida.
Son realidades que no podemos evitar enfrentar, a veces no podemos o no queremos hacernos cargo de una responsabilidad y tenemos que aceptar otras posibilidades de atención. Hay muy buenos lugares preparados para dar apoyo, contención, compañía, salud, higiene, etc. donde la persona será mejor tratada, atendida en todo sentido, la culpa no ayuda a dar calidad de vida, tanto al hijo como al padre, no hay que hipotecar la vida de nadie.
Curar las heridas familiares
-Volviendo a los hermanos que no logran superar sus diferencias, ¿es recomendable una terapia grupal?
Una red de apoyo sin agujeros es lo ideal, sentarse a hablar de problemas y soluciones, aprender a escuchar no para para defender o atacar sino para expandir el campo de acción estratégicamente como para que cada uno aporte y se sienta útil.
-Con frecuencia, cuando el padre o madre fallece los hijos que menos respondieron en vida son los que más lloran. ¿Qué queda cuando los padres han partido?
Es natural que al cerrar un ciclo de la vida, cuando nuestros padres, las cabezas de la familia, han partido, se reacomode todo el sistema. Ya nunca va a ser igual, la tendencia es el encuentro en ocasiones especiales, ya marcadas por la distancia, el corto tiempo, la economía en crisis y varios factores más. Queda el legado de los recuerdos y lo que cada uno hizo en el tramo final. Es reconfortante que la despedida sea digna.
-Creyente como es nuestro pueblo, dice mucho: “Dios te va a premiar”. Sin embargo, aquí en la tierra, el cuidador necesita descansar o quedará afectado; el estrés también alimenta un potencial maltratador.
En el caso del cuidador directo, el que está día a día, la responsabilidad es grande. Depende del carácter, la edad, la convicción. Necesita en la logística ser reemplazado, necesita una contención médica en cuanto a suplementos vitamínicos para sobrellevar el cansancio, muchas veces extremo. Necesita poder salir a caminar cuando siente que va a explotar. Además, recurrir a terapia, hay toda una especialidad en psicología que trata sobre el acompañamiento terapéutico al acompañante de un adulto mayor.
-Muchos post o consejos hablan de cuidar al anciano como si fuera un niño, pero es un adulto que aún desea vivir a su manera.
Es fundamental entender que el adulto mayor tiene derecho a vivir su vejez como él quiera. Hay que hablarlo con total espontaneidad, preguntarle, evaluar posibilidades, negociar, hacer acuerdos. Se sienten tan bien cuando son escuchados y respetados.
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Lo importante de preparar nuestro camino
“Es la última etapa de la vida y llegar a ella es un privilegio, han cruzado toda una línea de tiempo, han vivido tanto. Si analizamos, veremos que la vejez es la etapa más larga de la vida y no tenemos la cultura del cuidado preventivo. El pensamiento mágico dice ‘a mí no me va a pasar’ o ‘de algo hay que morir’ y cuando pase que los hijos o parientes cercanos se hagan cargo de mi descuido.
No nos preparamos para la vejez; tenemos que hacerlo. En Israel, por ejemplo, hay gente bien mayor, dos veces jubiladas, desafiándose con nuevos empleos, aprendizajes. Se alimentan sano, cuidan sus relaciones sociales, hacen deportes. Llegan preparados; aunque sufran enfermedades, están controlados”, menciona la Lic. Barboza.
-¿Cómo sería una relación perfecta entre hijos mayores y padres ancianos?
Una base sólida solo la da el diálogo con respeto y compromiso, no puedo obligar a nadie a hacer lo que no quiere o no puede. Hay que ir compensando de acuerdo a las necesidades, hacer grupos de whatsapp donde no estén integrados los adultos mayores de la familia y se tocarán temas delicados, y grupos de whatsapp donde integremos a todos a fin de mantenernos unidos en el día a día, un mensaje, un saludo, un meme, la tecnología bien utilizada es una gran herramienta para estos casos.
Entre los hijos (hermanos) anteponer por sobre todo el bienestar de nuestros adultos mayores. En una relación hay que hablar, escuchar y no juzgar sino tratar de entender.
-¿Qué queda para nosotros, hijos, de toda esta vivencia?
También seremos ancianos. Es ley de vida aprender de nuestros antecesores, tanto lo bueno como lo malo, decidir, qué de esto que vivo quiero para mi vejez, cómo me veo, cómo me preparo, qué cosas no quiero, sobre todo buscar quién de nuestros adultos mayores puede convertirse en inspiración para nosotros, porque aprendemos de modelos, buscamos parecernos por el sentido de pertenencia e identificarnos con un eslabón de la cadena que nos tocó como familia; de mejorar ese eslabón se encarga cada uno para dejar una generación funcional a la sociedad que le tocará vivir.