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El cáncer de mama se le diagnóstico a Betsaida en plena pandemia, ella pensó que era el golpe que sin querer le había ocasionado su hija cuando se acurrucó a su lado para ver películas.
Betsaida, profesora de danza y analista de sistemas por la Universidad Nacional de Asunción se dedicaba a su hija y su mamá, tenía 39 años cuando se enteró que padecía cáncer de mama.
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“Noté un bulto redondo entre el pecho y la axila, y pensé que era por el golpe, y que me saldría un moretón”, recordó. Cuando fue a consultar en febrero del 2021 no contaba con cobertura de salud de IPS, ni privado. “Alguien me habló de “Ciudad Mujer” en Villa Elisa”, mencionó.
Y continuó, “yo pedí un turno en ginecología, le comenté a la doctora y por mi edad no me quería indicar la mamografía, pero como le conté que tengo un antecedente familiar, accedió”.
Betsaida se hizo la mamografía, y efectivamente se evidenció un nódulo. “Consulté con la mastóloga, y me hicieron ecografía mamaria y la punción. Gracias a Dios en Ciudad Mujer me derivaron al laboratorio central del Ministerio de Salud”, señaló.
Cuando el resultado estuvo listo Betsaida recibió la noticia, el tumor era maligno, y le pidieron más estudios.
Confundida se le ocurrió expresar: “a partir de ahora doctora anotame todo porque no sé si voy a recordarme. Vivo con mi mamá, que es mayor, y mi hija que es una niña. En ese momento pensé en el desenlace fatal”.
“Mi responsabilidad era llevarles a todos lados a ellas, hacía las compras. Estábamos en pandemia, me desesperé, soy contratada por el Ministerio de Agricultura, tengo el título de licenciada en Análisis de sistemas informáticos. También enseñaba danza hasta el 2017″, resumió.
Cáncer de mama en el Incan
La mastóloga le derivó al Instituto Nacional del Cáncer (Incan). Betsaida consultó con un médico en el Hospital de Areguá, que la evaluó y luego la envió con el oncólogo.
El profesional médico le pidió biopsia, centellogría (para diagnosticar si se diseminó al hueso), y tomografía, fue en el mes de julio; en mayo había tenido covid.
“Conseguí turno para septiembre, la biopsia me realicé en laboratorios privados y tuve que pagar, la centellografía que costó G. 800.000, y el estudio de laboratorio G. 980.000″, especificó.
La tomografía con contraste se hizo en agosto, en el Hospital materno infantil San Pablo.
El cáncer de mama no producía dolor
Según nos dijo en principio no se siente dolor. “Solo un bulto que fue creciendo. El cáncer no duele y cuando el paciente se da cuenta es muy tarde”, atestiguó.
La tomografía se realizó en el Hospital materno infantil San Pablo. “Yo no sabía que el contraste era muy caro, y fue muy grato saber que contaban con ese insumo y me brindaron de forma gratuita. Me dí cuenta que es un hospital general materno infantil y también un hospital que trata el cáncer en el llamado Hospital de día”, apuntó.
De vuelta al Incan
“Con esos tres resultados me fui al Incan, el oncólogo me indicó quimioterapia y luego sería la operación. Mi mastóloga aconsejó que busque otra opinión. También consulté con el médico del Hospital San Pablo, y allí me hice la quimioterapia”, subrayó.
La quimioterapia fue intravenosa, no era posible que me traten con pastillas, el cáncer era triple negativo (este tipo de cáncer no tiene receptores hormonales), según nuestra entrevistada.
Cáncer de mama tratado con quimioterapia
La quimioterapia se produjo en seis sesiones, cada 21 días. Y antes de realizársela Betsaida era medicada en las 12 horas anteriores para proteger el estómago.
“En el hospital me volvían a aplicar vía suero para tratar mi estómago, no sentís nada, no duele, no se siente pero dura cuatro horas, cuando salía estaba un poco mareada”, expuso.
En los siguientes tres días le costaba oler un perfume o jabón porque sufría arcadas, y evitaba la comida caliente porque también le daba náuseas.
“No tenía apetito, a los 15 días de la primera sesión sentí un estirón en el cuero cabelludo, como si tuvieras una goma muchas horas. Y pensé que era una reacción, me hacía masaje al cuero cabelludo, observé que mi pelo se caía”, recordó.
“Le pregunté al doctor y me dijo que la medicación era muy fuerte. Antes de empezar la quimio me corté la melena, pero cuando empezó a caer una amiga me rasuró la cabeza. A mí no me afectó, a quienes les afectó fue a mi tía y a mi mamá, en cambio mi hija lo tomó más normal”, explicó.
Buenas personas la guiaron
“Alguien me recomendó ir a Amacma (Asociación de mujeres de apoyo contra el cáncer de mama), donde ví una peluca con un tono que le parecía a mamá, pero mi hija me dijo que no le gustaba. Me di cuenta por sus dibujos que me aceptaba, me dibujaba calva”, contó.
La cirugía fue en febrero de 2022
En octubre del 2021 empezó una serie de seis sesiones de quimioterapia, que le “cortó” la menstruación, y en febrero de este año se hizo la cirugía conservadora porque afortunadamente la centellografía denotó que el cáncer no se esparció”.
La intervención conservadora se practicó en el Hospital General de Villa Elisa con las doctoras de Ciudad Mujer. Se le extirpó el tumor y ganglios de la axila.
Luego de esa cirugía no podía alzar cosas pesadas, ni mover mucho el brazo.
“Después de un mes me dijeron que cicatrizó bien, no tenía molestias, solo puntadas. La doctora me dijo que seis meses tardan los químicos en salir del organismo”, apuntó.
Post cirugía de mama, vuelta a la quimio
La lucha contra el cáncer de mama prosiguió. “Durante la quimio sentí la pérdida de la sensibilidad en la punta de los dedos de las manos, puntadas en los huesos de los dedos gordos de los pies, hinchazón de la pierna”, detalló.
Lo único que le pedía a Dios era que todo sea leve y que le salve por su hija y su mamá, según declaró.
“Yo me puse puse en manos de Dios, y aparecieron personas que me orientaron y gracias a ellas fui al lugar indicado, por eso me siento agradecida por todas las personas, todos los doctores que puso en mi camino”, destacó.
El oncólogo indicó cuatro sesiones más de quimio. “Me hice tres, el análisis de sangre demostró que mis defensas ya no subían. Al concluir la tercera quimio fue el momento más feliz porque pensé que terminó todo”, consideró.
La radioterapia
El siguiente paso fue la radioterapia. “Terminé el 31 de mayo la segunda tanda de quimio; y en julio la radioterapia todos los días, desde el 25 de julio hasta el 4 de septiembre”.
25 sesiones, más seis de refuerzo.
Lo único que observó es que en la zona de radiación la piel se oscureció, como si fuese quemada. Se pone roja, se ennegrece, se pela y después vuelve el tono de piel. La molestia en el pezón era llevadera, dedujo.
“Fue el último tratamiento hasta el 8 de septiembre, curiosamente la máquina se descompuso el 9 de septiembre”, resaltó.
A bailar, de vuelta a la vida
Hace poco un grupo de danza que Betsaida formó hace 20 años en la facultad Politécnica le dio un reconocimiento.
“Creé el elenco de danza de la facultad Politécnica, parecía una locura que entre matemáticos, técnicos, electrónica, y otras carreras, “geniolitos”, que me aceptaran la idea, era raro bailar. A mí se me ocurrió que sí. Enseñaba como extensión universitaria”.
20 años después de la formación de aquel elenco, Betsaida comprobó que dejó una huella. “Hoy, veo positivamente todo, me volvió la vida, quiero seguir haciendo cosas, quiero volver a bailar”, finalizó.