Promovidos por el ayuntamiento, 32 negocios o restaurantes que elaboran este platillo se reunieron en el centro de la ciudad para obsequiar 15.000 tortas ahogadas y celebrar este día lleno de sabores, olores y fiesta con música de mariachi.
Decir torta ahogada es hablar de Guadalajara, de su identidad, su comida y sus costumbres. Entre los tapatíos, como se conoce a quienes viven en esta ciudad, es común degustar este platillo cualquier día pues es rápido, fácil de comer y con un sabor sinigual.
Raúl González es uno de los herederos de “Tortas de la bicicleta”, uno de los negocios que inició con esta tradición en el popular barrio de Mexicaltzingo. Contó a Efe que este platillo nació con la intención de su padre, Don José, de hacer un 'lonche' o sándwich que pudiera vender por las calles a bordo de su bicicleta.
“Es una tradición porque es una comida rápida, un antojo para las personas”, dice González, quien junto a sus hermanos mantiene el negocio fundado hace 62 años.
Desde mediados del siglo XX, esta comida se popularizó entre los habitantes de Guadalajara y se extendió a algunos municipios cercanos. Aunque en algunos estados del país han tratado de replicar la receta, esta ciudad mantiene el secreto de una buena torta ahogada que radica tanto en el pan, en su salsa y en el amor con el que la elaboran.
“El secreto es la dedicación, el amor, los condimentos, lo rico de la salsa, una cebolla finita, un birote salado, una rica carne y hacerlo con amor, es el mejor resultado”, dice Leticia Flores Dueñas, dueña del negocio “Tortas Héctor”.
Los puestos callejeros o restaurantes donde es preparado este platillo abundan en la ciudad. Ya sea en el desayuno, en la comida, como una botana durante el día o en sus variedades más gourmet, las tortas ahogadas son indispensables en la dieta de los tapatíos siempre acompañadas con una cerveza fría, agua fresca de jamaica u horchata o una bebida embotellada.
“Dentro del gourmet callejero debe de haber torta ahogada en las esquinas, en las calles, en el barrio, es lo que nos da identidad. Es muy regional el plato por el birote (pan), la consistencia de la masa y lo crujiente es lo que le hace especial”, dijo a Efe Oscar Segura, uno de los que atiende el negocio “Ahogadas Beto's”.
PAN, CARNE Y CHILE
El platillo consiste en una especie de sándwich con un pan conocido como “birote salado” crocante por fuera, suave por dentro y con un sabor saladito. La pieza se abre y dentro se colocan trozos de carnitas, que es carne de puerco frita en cacerola y es bañado con una salsa a base de chile o con una de tomate rojo, para los menos valientes.
La torta se define como ahogada debido a que en la receta original el pan con la carne se sumergían en una salsa de chile para que se ablandara y se impregnara del sabor picoso. Una vez mojada, la torta se sazona con cebollas fileteadas y jugo de limón fresco. Incluso hay quien le pone un poco de frijoles refritos dentro del pan.
Para los tapatíos la torta ahogada es, además de una comida, una de las maneras para quitarse “la cruda”, es decir, la resaca tras una noche de exceso de alcohol o para liberar cualquier toxina, gracias a la salsa picosa al extremo.
“La salsa picante es gracias al chile Yahualica, que tiene denominación de origen aquí en Jalisco y el que le da el sabor especial. La torta ahogada cuando la comes tan picante sudas y ahí sale todo lo que no quieres y sale el desamor, la cruda, la borrachera anterior, ahí te curas todo”, dice Oscar Segura en tono de broma.
No cualquiera se come una torta ahogada en chile. El secreto para los menos atrevidos es pedir una torta en salsa o, si son más osados, una “media ahogada”, es decir, que tenga salsa de tomate y muy poco chile.
Cuando algún turista pide recomendaciones de comida típica la torta ahogada es la opción número 1, "no veniste a Guadalajara, si no comiste torta ahogada", suele decirse.
“Es una tradición, es algo de Guadalajara, la gente que viene a Guadalajara y no prueba la torta ahogada es como no haber venido, nos representa a Jalisco”, dice Leticia Segura.