Los clichés de género sobre “nenas y varones” comienzan temprano

¡Típico de varón! ¡Típico de nena! ¿Realmente? Por supuesto que hay diferencias genéticas e innatas. Sin embargo, los padres suelen educar en función del género y refuerzan así los estereotipos de rol, a menudo de forma inconsciente.

Ropa de niños y niñas en colores convencionales, en una tienda en Colonia, Alemania.
Ropa de niños y niñas en colores convencionales, en una tienda en Colonia, Alemania.Oliver Berg

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Ya desde pequeños, se hacen notar por un lado las nenas silenciosas y pacíficas y, por el otro, los varones ruidosos y revoltosos... La culpa es de las hormonas, aseguran los investigadores del comportamiento.

Pero también lo es de la educación que reciben y las expectativas que se depositan en relación a cada género, que influyen sobre los menores ya desde edades muy tempranas.

Muchas de las características que diferencian a hombres de mujeres pueden explicarse a partir de los primeros años de vida. Porque dejan una marca: cómo se identifican los niños con su género y que clichés adoptan en esta materia.

Un niño juega con una muñeca.
Un niño juega con una muñeca.

A continuación, un intento de descifrar seis patrones de comportamiento típicos:

1.- Varones salvajes y niñas bien educadas

Ya desde bebés, algunos varones se comportan de manera más ruidosa y desafiante. Esto tiene que ver con la hormona sexual testosterona. “La cantidad de esta tras el nacimiento es mucho más elevada en los varones que en las mujeres”, indica Reinhard Winter, investigador de género en el Instituto de Ciencias Sociales de Tubinga, en Alemania.

En el lapso del primer año de vida, el nivel de la testosterona vuelve a descender. Sin embargo, los varones seguirán siendo más impulsivos y activos.

Y, más allá de las diferencias genéticas, se sumará luego la educación. “Muchos padres educan a sus hijos a partir del género, así como ellos esperan que sean”, comenta Winter.

Si un niño se muestra enérgico y recibe afirmación positiva por ello, querrá repetir esta experiencia. Esto también funciona para las niñas. Solo que “las niñas pueden regular el control de los impulsos más rápidamente. Y son entonces automáticamente más sensatas”, explica.

2.- Madre de muñecas y conductor de excavadoras

A partir del primer cumpleaños, las niñas suelen apegarse a las muñecas y los varones, a los coches. “Con muñecas y una maleta de ropa se puede jugar de manera mucho más diferenciada”, señala Gabriele Haug-Schnabel, que lleva adelante el Instituto “Grupo de Investigación Biológica del Comportamiento Humano”.

Para los varones, en cambio, que van de acá para allá con los cochecitos, el juego suele ser limitado. Winter, quien es experto en niños, recomienda ampliar el juego: “Que no sean solamente autos que chocan unos contra otros, sino que también haya un hospital donde son curados los automovilistas heridos, hasta que pueden volver a casa y cocinar juntos”, sugiere.

3.- Las niñas hacen manualidades, los niños tiran pelotas

También a la hora de los ejercicios físicos y creativos existen diferencias: los varones suelen interesarse más por trepar, por el fútbol y por los juegos que involucran el cuerpo.

Las niñas, en tanto, adoran poner a prueba su creatividad en las manualidades. “Esto se fortalece hasta la edad escolar, cuando se fomentan los estereotipos de género”, comenta la psicoterapeuta infantil y de adolescentes Inés Brock.

En el jardín de infancia resulta importante que haya propuestas alternativas. Para que los ámbitos de juego resulten apasionantes para ambos sexos, la bióloga del comportamiento Haug-Schnabel recomienda complementarlos: “Por ejemplo, combinar la carpintería con la decoración, las letras y los números”.

4.- Así el padre... así el hijo

Si se es varón o niña lo irán aprendiendo los niños y niñas recién con el paso del tiempo.

“Entre los dos y los tres años, los niños pueden clasificar a los adultos por género, solo después se clasifican a sí mismos”, explica Winter. A partir de los tres años, el género adquiere relevancia para la identidad. “Los niños buscan en su entorno todos los estereotipos que les facilitan su asignación”, añade.

En este proceso resultan importantes los adultos del mismo sexo, cuyo comportamiento es imitado. De esta manera, los niños tratan de afirmar su identidad, dice Inés Brock.

“Debido al gran exceso de cuidadoras en las guarderías y escuelas, es más difícil para los varones hallarse con su masculinidad”, comenta esta experta. En consecuencia, los chicos se orientan más hacia los varones de su misma edad.

5.- Princesa o bombero

Los niños muestran con su vestimenta qué es de su agrado. Las camisetas en rosa o celeste, con un unicornio o bien un dinosaurio. Los investigadores saben que el niño utiliza la clasificación aprendida para la identificación.

“Sin embargo, debemos proceder de manera sensible con ello, de manera que un niño que quiera vestirse de princesa no sea criticado, al igual que una niña que no desea ponerse una falda”, advierte Inés Brock.

Las niñas aprenden a través de los adultos que la ropa decora. “Si uno les dice ‘estás espléndidamente vestida’, eso incentiva su afinidad para verse bonita”, apunta Gabriele Haug-Schnabel.

Y los varones aprenden que la vestimenta tiene una función. “A ellos se les dice con mucho mayor frecuencia que llevan verdaderos pantalones de trabajo”, afirma la experta.

6.- Los chicos quieren mensajes claros, las chicas prefieren hablar

Las niñas se comportan con mayor foco en las personas y los vínculos, a la vez que hablan más. Una razón es la maduración algo más rápida del cerebro, y otra, el estudio temprano de las personas.

“Las niñas se detienen más tiempo en las caras de las personas ya desde bebés”, precisa Inés Brock. Esto hace que perciban los estados de ánimo y el lenguaje con mucha más claridad.

Para evitar abrumar a los varones, son útiles los mensajes claros y cortos. “Las explicaciones largas o intenciones relacionadas se les escapan, no pueden entender bien lo que se quiere decir”, dice Winter.

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