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“En la mentalidad contemporánea ser viejo es un escarnio, una ofensa”, dice, directa y realista, la psicóloga Susana Vázquez. La vejez es una etapa que comienza casi sin darnos cuenta, “uno vive la vida y jamás piensa en los años mientras se siente joven y fuerte. Pero la ancianidad llega y cambia la manera de ver la vida. Te empezás a dar cuenta que no tenés la velocidad de antes, que aparecen los achaques”.
Tal como la adolescencia o la menopausia, la madurez llegará y con ella los cambios. “Hoy la diferencia es más notoria porque se sacraliza la belleza, la juventud, tenés que ser positivo, no tenés que tener arrugas que te delaten. Ante estas demandas muchas personas de edad se deprimen y su mundo se achica porque les da miedo salir”.
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- ¿Se sienten mal por envejecer?
Se sienten mal porque no ven el envejecer como algo absolutamente natural. Por eso hay que prepararse, somos cuerpo, mente y espíritu. Si envejecemos sin dramatismo, pesa menos. Mucha gente siente fastidio porque ya no puede hacer lo que hacía. Requiere una habituación a su nueva etapa.
- En la cultura paraguaya no existen muchos ancianos solos, siempre hay algún pariente. La frase “tené un hijo o quién te va cuidar cuando seas viejo/a” se cumple.
En nuestro país la familia antes estaba organizada además de papá y mamá, con tías, abuelas, primos, ahijados, etc., y era posible cuidar a los padres. Hoy es más difícil, los jóvenes se quieren ir a vivir solos. Creo que ante esto Kalil Gibrán nos da la clave a los mayores de cómo debemos asumirlo: “Tus hijos no son tus hijos/ son hijos e hijas de la vida/ deseosa de sí misma/ No vienen de ti sino a través de ti/ y aunque estén contigo/no te pertenecen”. Sin embargo, en nuestra realidad, siempre hay un hijo que puede y sobre ese recae, y si tiene posibilidades económicas, en la mayoría de los casos, contrata a una cuidadora o, de lo contrario, manda al anciano a un geriátrico (hay distintas categorías). No sé si ahí son felices, pero tienen actividades y hacen amistades.
- La ancianidad debería ser una etapa sosegada, sin embargo, muchos viven inquietudes, miedo, incluyendo a gente religiosa que dice estar lista para partir.
A medida que los años avanzan, mucha gente tiene miedo, más allá de las creencias religiosas. Lo sufren ya desde la soledad. Debemos aprender a estar con compañía, pero también a estar solos. En mi experiencia, la meditación sirve muchísimo, hay que ayudarse a morir bien cuando nos llegue la hora.
- ¿Ese miedo puede provocar depresión senil?
Es miedo porque están solos, enfermos o sienten que no tienen más razón para vivir, no quieren comer, ni tomar agua. Puede provocar depresión, pero la depresión no es algo normal en la vejez. Existe también el anciano que sabe vivir, y vive feliz hasta pasando los 100 años, conozco casos.
-Esa ancianidad privilegiada ¿es herencia o un resultado?
La actitud, el saber aprender que la vida es una construcción es la respuesta. Te ayuda cuidar tu salud, tener buen temperamento. Depende de las características de cada uno, pero hay que ayudarse con una actitud positiva.
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Los setenta años, el mejor momento del intelecto
Según el director de la Facultad de Medicina de la Universidad George Washington, el cerebro de una persona mayor es mucho más práctico de lo que se cree comúnmente. Muchas veces personas de más de 60 años logran desarrollar algún talento y nos sorprenden, esto es porque la interacción de los hemisferios derecho e izquierdo del cerebro se vuelve armoniosa y amplía las posibilidades creativas. Si bien el cerebro no es tan rápido como en la juventud, gana flexibilidad; esto significa que probablemente tomaremos las decisiones correctas, además de estar menos expuestos a las emociones negativas. El pico de la actividad intelectual humana ocurre alrededor de los 70 años, cuando el cerebro comienza a funcionar con toda su fuerza. Con el tiempo, aumenta la cantidad de mielina en el cerebro, sustancia que facilita el paso rápido de señales entre neuronas. Debido a esto las habilidades intelectuales aumentan en un 30% en comparación al promedio.
Otro punto interesante es que después de los 60 años una persona puede usar 2 hemisferios al mismo tiempo. Esto le permite resolver problemas mucho más complejos.
El profesor Monchi Uri, de la Universidad de Montreal, cree que el cerebro del anciano elige el camino que consume menos energía, elimina lo innecesario y deja solo las opciones indicadas para resolver el problema.
Características del cerebro de una persona mayor
- Las neuronas del cerebro no mueren, como dicen todos los que te rodean. Las conexiones entre ellos simplemente desaparecen si uno no se dedica al trabajo mental.
- La distracción y el olvido surgen debido a una sobreabundancia de información. Por lo tanto, no es necesario que concentres toda tu vida en nimiedades innecesarias.
- A partir de los 60 años, una persona, al tomar decisiones, usa ambos hemisferios (al contrario de los jóvenes)
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Entonces, podemos concluir: Si una persona lleva un estilo de vida saludable, se mueve, tiene actividad física y plena actividad mental, las habilidades intelectuales no disminuyen con la edad, sino que crecen, alcanzando un pico a la edad de 80, 90 años. Con todo esto, no hay que temer a la vejez. Buscar compañía. Esforzarse por desarrollarse intelectualmente. Aprender nuevas manualidades, aprender a tocar instrumentos y hacer música, bailar, pintar cuadros. Interesarse por la vida, reunirse con amigos, hacer planes para el futuro, viajar, ir a tiendas, cafés, espectáculos. Pensar que todas las cosas buenas todavía están por delante de mí.
· Fuente: New England Journal of Medicine
Testimonio de Paola Ferrario: “Yo organicé la ancianidad de mis padres”
Paola Ferrario (35) es una paraguaya que supo abrirse camino en lo que le gusta, comenzó desde abajo aprendiendo todo el mundo de los pequeños emprendedores. Hoy vive en Chicago (EE. UU.) y trabaja de forma remota para la Cámara de Comercio de Battle Creek (Michigan) en inteligencia de negocios. También es planificadora de comunidades en desarrollo (Minnesota). “Mi trabajo consiste en analizar los desafíos de la región para crear estrategias que ayuden a que sean más competitivas para retener empresas, atraer talento e inversión. Algún día espero ser tan crack que pueda ayudar a mi país a desarrollar estrategias a largo plazo para que las futuras generaciones tengan un mejor porvenir”, afirma.
A pesar de la distancia, Paola no pierde contacto con sus padres. Recuerda que les tocó cuidar de una abuela y una tía abuela. “Pasamos 15 años cuidando a nuestras viejitas, porque vivieron hasta los 99 y 97 años”.
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Hace un par de años falleció la abuela y todos quedaron con un desgaste físico y mental muy importante, fue entonces que Paola (la segunda de 3 hermanos) se planteó sinceramente: “Volver a cuidar a mis padres me aterraba, no porque no quiera, sino porque no teníamos un plan y/o el apoyo financiero, la casa no estaba preparada. Con mi tía y mi abuela tuvimos suerte porque ellas vivieron hasta los 96 años siendo autosuficientes y no tuvieron demencia senil”.
Para Paola el panorama de lo que se podría venir con la ancianidad de sus papás se fue aclarando con el tiempo y, hace 5 años, tomó la determinación de hablar con ellos, hoy su madre y padre tienen 62 y 67 años respectivamente. “Es importante resaltar que para hacer esto se requiere tener inteligencia emocional. Me refiero a sentarte a hablar de un tema tan tabú como la muerte requiere ver las cosas como son. Es también importante tener el objetivo bien claro para trabajar sobre la base de un futuro deseado y sostenible (en inglés seria como un backasting). En este aspecto, creo que mi experiencia trabajando con emprendedores y buscando el sueño anhelado del emprendedor me ayudó mucho”
Indispensable ser prácticos y realistas
Al sentarse a hablar en familia, Paola puso sobre la mesa las cuentas, los ingresos, los bienes y los gastos (enfermera, camas ortopédicas, pañales y medicamentos). “Una vez que teníamos el panorama claro, vimos los costos de seguros médicos, tomando la decisión de elegir uno. Les pregunté cómo se imaginaban su vejez. Obviamente se veían en la casa grande (familiar, donde viven todavía hoy), pero eso no es viable. Averiguamos los alquileres. Pero para alquilar, había que tener capital, así que ideamos un plan para poner la casa grande en alquiler y que el 50% de los ingresos, por más que apriete, vaya a una caja de ahorro que tocaríamos solamente en caso de emergencia médica. Ideamos construir una casa más pequeña en un terrenito lindante a la casa grande. Una casa que estará adaptada a sus necesidades como viejitos, por ejemplo, sin escalones y con una habitación anexada para una enfermera a tiempo completo. Como mis padres están separados, hicimos otro plan de modificar una casa (que heredó mi padre) y convertirla en estilo dúplex, en el que mi papá vivirá en un piso y alquilará el otro”.
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Paola cuenta que costó mucho hacerles entender que deben planificar su vejez, “a nadie crían para planificar esa etapa. Se cree siempre que alguno de los hijos se hará cargo. Los hijos siguen siendo culturalmente ‘el retiro’ de los padres, pero las cosas están cambiando. ¿Qué pasa cuando los hijos/hermanos no pueden o no viven en el país? Los hogares de ancianos en Paraguay se encuentran en malas condiciones y los lindos son muy costosos, no veíamos factible poder pagarlos”.
-Del dicho al hecho, ¿qué sucedió con las casas en proyecto?
Ya casi terminamos la modificación del dúplex de mi papá. La construcción de la casa aledaña a la familiar (esta última se alquilará) se dará a comienzos o mediados del 2023; en ese tiempo mi madre vendrá conmigo a EE.UU. por 6 meses. Entonces, el alquiler de la casa familiar grande ya nos permite crearles un ingreso pasivo a ambos que luego podríamos ayudar a administrar, cuando ellos ya no puedan.
-Esa es otra etapa de la ancianidad, cuando ya no pueden hacer cosas que hacen normalmente
Yo les mostré cómo comprar en línea las necesidades del supermercado y la farmacia. Esto sería en caso de que no puedan caminar o manejar más y los hijos no podamos llegar.
-Seguramente organizando surgen más y más ideas
Sí, también me sugirieron formar un fondo de emergencia, pienso que podríamos llegar a los 50 millones de G., solo para emergencias de salud. Por supuesto, para que todo marche mejor, considerar los chequeos médicos anuales, lo cual no es costumbre en Paraguay como en otros países. En EE. UU. se hacen campañas para que la gente se los haga.
El plan abarca mucho, pero es cuestión de empezar; una cosa a la vez.
Cuando los hijos/as pierden su libertad
“Cuando hablamos de la vejez ‘como una condena’ y se lleva a los padres a la casa de los hijos, en la mayoría de los casos les toca a las mujeres hacerse cargo. En mi experiencia, la carga recae en una sola persona y resulta muy sencillo criticar desde afuera, pero cuando vos hijo/a no podés salir porque no tenés con quién dejarle al anciano o cuando no podés ni tomarte un fin de semana libre sin cambiar pañales, las cosas se ponen muy serias. El desgaste de cuidar ancianos es algo que no se habla o comparte y que realmente puede ser muy complicado y hasta llevarle a uno a desarrollar enfermedades por el cansancio físico y emocional. Yo tardé un año en recuperarme de la intensidad de cuidar a mi abuela y a mi mamá (que sufre de asma crónica). No quiero que nadie pase por algo así y por eso comparto mi experiencia”, narra.
Hablar cuando aún hay lucidez
“Sentarse a hablar con la familia entera sobre este tema cuando los padres están lúcidos y hacer un plan de juego para que todos juntos puedan ayudar. Es siempre mejor prevenir que tener que resolver de emergencia y colocarse en una posición que puede costar mucho más de lo que se piensa. Se pierde la libertad, es como cuidar a un hijo, solo que en vez de crecer, va muriendo y a veces no se da de la mejor manera. Se debe llegar al consenso y tener un plan de acción que ayudará a que en el futuro las decisiones sean más asertivas, esto no significa decidir todo por ellos, es fundamental que se tenga en cuenta el deseo de los viejitos para que sus vidas sean dignas”, concluye.