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Ante los cambios de clima hay que tener especial cuidado con los efectos que pueden ocasionar las características propias del invierno como vientos, lluvia, temperaturas bajas en extremo y otros.
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Las temperaturas frías y el viento pueden asociarse a problemas oculares. Asimismo, son periodos en los cuales pueden ser más intensos y molestos los síntomas del ojo seco.
La doctora Vanessa Irrazabal, oftalmóloga cirujana. Especialista en córnea y cirugía refractiva, afirma que es muy importante el uso de lágrimas artificiales para mantener la superficie ocular bien lubricada, realizar la higiene de los bordes palpebrales y pestañas con lociones y geles específicos para dicho uso. La utilización de gafas de sol que protegen los ojos del viento y rayos UV.
Por otra parte, recomienda evitar el uso excesivo de los dispositivos electrónicos, ya que esto genera fatiga ocular, y disminuye el parpadeo. También mencionar que el viento reseca la superficie ocular.
Síndrome del ojo seco, mujeres son las más afectadas
Como consecuencia de las inclemencias de las temporadas frías, el síndrome del ojo seco puede empeorar.
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Dicho síndrome consiste en una falta crónica de suficiente lubricación y humedad en la superficie ocular por disminución de la cantidad o calidad de la lágrima.
Según la gravedad, este síndrome se puede clasificar en leve, moderado, o grave.
La doctora afirma que en la actualidad, se lo considera como una de las patologías más frecuentes en la consulta oftalmológica. Las mujeres son las más afectadas, sobre todo a partir de la menopausia.
Los síntomas que se pueden presentar son
- Picazón.
- Irritación.
- Sensación de arenilla.
- Ardor.
- Fotofobia (intolerancia a la luz).
- Visión borrosa.
- Dificultad para abrir los ojos al despertar.
- Lagrimeo reflejo, entre otros.
Factores asociados al síndrome de ojo seco
• Envejecimiento.
• Cambios hormonales como los que se producen durante la adolescencia o en la menopausia.
• Consumo de ciertos medicamentos como los descongestionantes, antihistamínicos o antidepresivos.
• Uso crónico de colirios, como por ejemplo en los pacientes con Glaucoma.
• Infecciones oculares como la conjuntivitis.
• Alergia ocular.
• Uso de lentes de contacto.
• Cirugía ocular previa.
• Tratamiento con radioterapia o quimioterapia.
• Déficit de vitaminas (como la vitamina A) en la alimentación.
• Enfermedades autoinmunes como el lupus, síndrome de Sjögren, la artritis reumatoide o la fibromialgia.
• Factores ambientales: contaminación, calefacción, aire acondicionado, viento, humo, aire seco.
• Problemas en los párpados.
• Reducción del parpadeo al leer o al utilizar dispositivos electrónicos durante largos periodos de tiempo.
Sobre el tratamiento
Respecto al tratamiento, la especialista en el cuidado de los ojos manifiesta que el especialista determinará cuál es el adecuado, dependiendo de la causa, del estado clínico del paciente y de los síntomas que padezca.
En la mayoría de los casos leves se utilizan colirios como lágrimas artificiales o geles lubricantes para humedecer la superficie ocular.
Por lo tanto es necesario llevar a cabo una rutina y serie de cuidados para tratar y prevenir el síndrome de ojo seco, sobre todo en aquellas personas que presenten factores de riesgo.
Los cuidados
• Higiene de los bordes palpebrales con lociones, geles, o toallitas especificas para dicha zona.
• Tener precaución en el caso de utilizar lentes de contacto.
• Utilizar humificadores para el aire seco en espacios interiores, y sobre todo en ambientes con calefacción, o aire acondicionado.
• Aplicar lágrimas artificiales indicadas por el especialista.
• Realizar descansos periódicos, sobre todo si se utilizan pantallas electrónicas, y evitar frotarse los ojos.
• Consumir ácidos grasos omega 3 en las comidas o en suplementos.
La doctora Irrazabal alerta de que es importante no abandonar el tratamiento, aunque se note mejoría, sin consultarlo con el especialista, ya que esta dolencia suele ser crónica y los síntomas volverían a aparecer.