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Justamente respondiendo esas dos interrogantes, y aprovechando para contemplar lo maravilloso de la maternidad y de nuestro cerebro, varios estudios demostraron que el cerebro va atravesando cambios no solamente en el embarazo sino luego del parto.
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“Esos cambios preparan a la madre para enamorarse de su bebé, percatarse y comprender las necesidades y hasta para disfrutar de esa entrega que todas las madres conocen”, refiere la neurocirujana Gabriela Moguilner.
-¿Qué cosas cambian en el cerebro de una mujer cuando se convierte en madre?
-Existen cambios funcionales, hormonales y hasta estructurales. Se vio que en las madres se activan ciertas áreas cerebrales que favorecen ese enamoramiento que sentimos e incluso se demostró que esas activaciones terminan reflejándose en cambios de tamaño de ciertas estructuras cerebrales.
-Por ejemplo…
-Las áreas responsables del lenguaje no verbal y la empatía, se encuentran mucho más activas en las madres recientes, lo cual resulta fundamental para comprender las necesidades y sentimientos del bebé pudiendo así responder a esas necesidades ofreciendo alimento, algún cambio de pañal, o simplemente contención amorosa.
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-¿Qué áreas son las que están más activas?
-Las áreas de recompensa, a nivel pre frontal, también están más activas. Nuestro cerebro nos premia dándonos satisfacción ante la sonrisa o la calma que generamos en nuestro bebé, motivándonos de este forma al cuidado constante. Zonas cercanas encargadas de toma de decisiones también pasan por cambios, fomentando lo que normalmente llamamos instinto maternal, que nos lleva la mayoría de las veces a tomar las decisiones correctas.
-¿Qué pasa con los casos en que las mujeres sufren depresión post parto?
-La depresión postparto es una realidad muy seria. Puede ser multifactorial, una psiquiatra podrá explicarlo mejor, pero hay que tener en cuenta que estamos hablando de una etapa en la que existen muchos cambios hormonales, corporales, pocas horas de sueño, y muchas situaciones estresantes.
Moguilner refiere además que si bien es frecuente escuchar que tildan a las embarazadas o mamás de niños pequeños de desatentas, las zonas funcionales relacionadas con la atención brillan intensamente.
La diferencia es que suele ser una atención direccionado a mantener a salvo un bebe o un niño, que sabemos, muchas veces es bastante desafiante. La neurocirujana ahonda en esto diciendo que “hormonalmente hablando, dentro de lo que sería el cerebro existe un eje hipotálamo – hipofisario que altera los niveles de oxitocina y prolactina. Ambas sustancias, influyen mucho en el comportamiento maternal, y además son los pilares de una lactancia exitosa”.
La Dra. Moguilner explica que estas hormonas que aumentan explosivamente después de dar a luz, disminuyen el miedo y nos regalan sentimientos de satisfacción, herramientas muy útiles para esta nueva tarea de maternar y son además las responsables del milagro mas grande que trae consigo un bebé, dan a la mamá, la capacidad de producir un alimento especifico y personalizado para su hijo, de acuerdo a cada etapa y situación que este atravesando.
Por otra parte refiere que la producción de la leche, esta regulada completamente por el cerebro.
El estímulo es la succión del pezón, de ahí parten señales a las zonas de nuestro cerebro encargadas de aumentar la producción de leche. Es así, que salvo casos muy puntuales y poco frecuentes, la mamá siempre va a ser capaz de tener la leche suficiente para su propio bebé, ya que es el propio estímulo del bebé, el que marca el ritmo de producción.
-¿Qué cosas pueden hacerse para estimular el cerebro de una mujer respecto a su rol de madre?
-Hay una tendencia actual de favorecer el apego precoz que sería el contacto inmediato piel a piel del bebé sobre su madre independientemente de si fue cesárea o parto vaginal. Este contacto precoz en un momento de tanta vulnerabilidad, podría favorecer el vínculo madre e hijo. Sería como ofrecerle a ambos cerebros, estímulos muy intensos que activen los cambios de los cuales estábamos hablando ya con la llegada del bebé al mundo.
En conclusión, dice Moguilner, nuestro cerebro nos prepara para ser valientes, para poder ofrecer empatía, amor y contención, para poder tomar decisiones rápidas y acertadas y sentir satisfacción ante el bienestar de nuestro bebé y automotivarnos de esa forma.
Además, nos da la capacidad de fabricar el alimento que necesita nuestro bebé, ofreciendo no solo aporte nutricional con ello, sino un momento íntimo, intenso, que formará el cimiento seguro, para el desarrollo posterior de una relación única y para siempre.