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“¿Es demasiado cargar con la decisión de separarse de sus hijas, seguir su deseo, verse realizada? Desde luego es mucho lo que se puede pedir.”, nos dice Angélica Roa, psicóloga clínica y feminista con experiencia en prevención y atención de situaciones de violencia hacia las mujeres, quién también celebra poder hablar del tema en estos tiempos, y preguntarse si en verdad ser madre es una opción, entre otras posibilidades. “Por lo menos en mi generación eso era imposible”.
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Comenta que en la década del 90 hacían educación sexual con adolescentes y jóvenes y tenían una dinámica que se llama “Plan de Vida”, cada participante tenía un juego de tarjetas, con objetivos personales, “estudiar una carrera”, “trabajar”, “casarse”, “tener hijos”, la consigna era una vez ordenado por su prioridad colocar la tarjeta, tener hijos en primer lugar y compartir que sucedería con cada uno de los objetivos que había priorizado. “Nos permitía analizar el embarazo adolescente, embarazo no deseado y un montón de temas de autocuidado. Pero lo central es que nos permitía debatir sobre todas las opciones que las mujeres tenemos en la vida para sentirnos realizadas y desmitificar lo que llamamos “la maternidad como destino”.
La maternidad, y todo lo que la rodea, como el embarazo, la infertilidad, el parto, el duelo gestacional, el puerperio, la crianza, son temas que a menudo quedan invisibilizados. “A partir de mediados de los años setenta, el feminismo afrontó el reto de pensar la maternidad en positivo. Una vez rechazada la maternidad como destino, algunas intelectuales y activistas intentaron pensarla en otra clave. Se trataba de ir más allá de una simple negación de la maternidad, de desplazar la carga de la crianza hacia el Estado o de externalizar la reproducción”, escribía Esther Vivas en su articulo “Mamá desobediente. Una mirada feminista a la maternidad”, nos cuenta Angélica.
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La feminista y psicóloga Angélica Roa reflexiona sobre este tema y nos dice que: “El aprendizaje era vivencial con una inmensa riqueza testimonial, pero el conservadurismo veía el peligro de remover su cimiento, estábamos hablando de la verdadera opción de la maternidad. Que este tema, este incorporado en el arte es un gran avance y la película nos aporta muchos elementos de análisis si contamos con los espacios seguros, sin prejuicios y sin culpas. Treinta años después de aquellos talleres se puede escuchar mujeres jóvenes expresando libremente, su no deseo de ser madre, parece lento pero todavía podemos retroceder”.
El sentimiento de culpa
El otro elemento que se puede analizar es la culpa, dice la psicóloga que todas las madres que trabajan saben lo que se siente en esa separación de cada día entre el trabajo profesional o no y dejar a los hijos al cuidado de otras personas.
“En la película sucede un hecho que le remonta a la protagonista a su propia historia. Evidentemente los recuerdos son tan dolorosos que realiza lo que en psicología se conoce como acting que es pasar al acto, o activar recuerdos inconscientes a través de la acción o de la conducta, en vez de la reflexión. Eso demuestra que la sanación de esos episodios dolorosos se da mucho tiempo después. La culpa puede durar tanto tiempo que a veces el costo de asumir una decisión es muy alto, por eso lleva a la soledad o al autocastigo”.
Madres sobreexigidas
Otro elemento que podemos analizar gracias a la película es el pensamiento, hacia la relación de la protagonista con sus hijas, que muestran situaciones en las que la madre está siendo sobre-exigida y hasta maltratada.
“La niñez en la actualidad es extremadamente demandante, no tienen límites, exigen una atención y cuidado constante, el solo observar como los padres actuales se esfuerzan por contenerlos y el cansancio. Esta sensación agobiante espanta todo deseo de ser padres, y la mayoría de las personas jóvenes expresan su rechazo a la idea de tener hijos”.
“Creo que urge volver a debatir sobre el plan de vida para las mujeres, construir el propósito de vida, poder visualizar las opciones y elegir. El análisis sobre ser madres hoy debe incluir nuevas formas de maternidad, responsabilidades compartidas, modelos de crianza respetuosas, guarderías en la propia comunidad, y muchos espacios para actividades infantiles”, concluye la profesional.