La anciana comenzó este gran orden -vajilla, libros, ropa, etc- hace unos diez años. “La sensación cuando me deshago de algo es un alivio”, confiesa a la AFP, antes de agarrar una pila de libros sobre Botánica y dejarla de lado.
Esta limpieza -llamada “döstadning” en sueco- es una práctica antigua en el país escandinavo, apreciada por las personas mayores, y teorizada en 2017 por una autora de 86 años, Margareta Magnusson.
“Se trata de ocuparse de todas las porquerías que hay que dejar atrás”, explica en una entrevista a la AFP. “Ocuparse de sus cosas puede traer buenos recuerdos y, si no, deshazte de ellas”, argumenta.
Para su hija Jane, de 53 años, la práctica es ante todo un alivio para los familiares de los difuntos. “Todos los que tienen una vida activa desearían tener el menor número de asuntos posibles que gestionar cuando sus padres ya no estén. Le estoy muy agradecida por el trabajo que ya realizó y me alegro de que el movimiento comience a desarrollarse en el mundo entero”, explica.
No se vive eternamente
La obra de Margareta Magnusson, titulada “El delicado arte sueco de ordenar antes de morir”, fue traducida a muchos idiomas. Incluso obtuvo el estatus de “best seller” (mejor venta) por el New York Times y, hoy en día, es una comunidad activa de 18.000 personas en Facebook.
Una bloguera estadounidense, que pone en práctica sus preceptos, cuenta con más de 3 millones de visitas en un video en línea.
En Suecia, la práctica está arraigada a una antigua tradición doméstica. “Hace cuarenta años, una anciana vecina me explicó que iba a hacer esta limpieza de la muerte”, recuerda Kristina Adolphson, exactriz, también adepta del döstadning.
“Me ayuda a darme cuenta de que no vivimos para siempre”, analiza.
Para Margareta Magnusson, es ante todo una particularidad cultural sueca la que explica el fenómeno. “Se tiene miedo de la muerte en todo el mundo, también en Suecia, por supuesto. ¡Pero nosotros hablamos de ella!”, comenta.
En su armario sólo quedan algunas prendas. Su sala de estar está todavía llena de figurines de animales y trolls. “He limpiado la muerte muchas veces, pero todavía me quedan varias cosas... Nunca se acaba del todo”, reconoce.