La tecnología y sus consecuencias psicológicas

El coronavirus llegó para demostrarnos que nuestro país no contaba con la infraestructura necesaria para enfrentar una pandemia, a nivel salud, educación, tecnología, entre otros.

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Con respecto a la tecnología, la llegada del covid consiguió lograr toda una revolución que si bien ya era una posibilidad latente, tuvo que verse forzada a ser implementada sacando a relucir lo mucho que nos falta para contar con los elementos necesarios para desempeñarnos adecuadamente a través de la red, de las nubes virtuales y del escritorio remoto.

Desde el surgimiento del internet, y más todavía de las redes sociales, la tecnología ha tenido un papel muy importante en la psicología del ser humano, empezamos a conectarnos de una manera que nunca antes pensamos, y mientras más ligados estamos con la tecnología, más nos apartamos del mundo real.

Las necesidades sociales y de contacto poco a poco van siendo sustituidas por la necesidad de likes y de comentarios, la necesidad natural del hombre de sentirse aceptado como miembro de una sociedad se ha trasladado al celular y la computadora. Esa aceptación hoy día se busca en redes al punto de compartir con extraños todos los detalles mínimos de nuestra vida, dónde trabajamos, dónde viajamos, qué comimos, qué tomamos, mostramos todo lo que nos gusta y aquello a lo que le tenemos miedo. Todo esto nos vuelve además vulnerables a los ataques cibernéticos, robo de identidad o de cuentas bancarias.

El acoso y el bullying han cobrado también una nueva forma de ataque, y hoy día las burlas se pueden dar sin estar en presencia del atacante, la facilidad de escudarse tras una pantalla ha aumentado considerablemente los casos de ciber-acoso, afectando a tal grado que las víctimas pueden atentar contra su propia vida debido a la falta de herramientas emocionales para lidiar con éste tipo de problemas.

Las altas tasas de baja autoestima también son otro producto derivado del mundo tecnológico y redes sociales, abundan las imágenes de personas que consideramos ideales, una perfección que muchas veces solo es una ilusión proyectada a través de la cámara y las selfies, vemos una pequeña parte de esa vida ajena que luego usamos para compararla con la nuestra y el resultado puede ser frustrante, sin embargo, detrás de una foto sonriente o que muestra a una familia feliz pueden existir muchos otros detalles que desconocemos.

La dependencia tecnológica ha llegado a un punto en donde la desesperación se apodera de nosotros cuando estamos sin señal, cuando acaba el paquete de internet o si nos quedamos sin batería. Una sensación de vacío que nos llena de estrés, ansiedad y aburrimiento.

Los castigos empleados por los padres ya no son los de quedarse sin postre o la prohibición de salir a jugar, ahora hablamos de prohibir la conexión online, bloquear la computadora, el celular o cualquier otro dispositivo tecnológico.

Dentro de las tantas adicciones existentes hoy podemos sumar la adicción a la tecnología, estar a la vanguardia de poseer los mejores dispositivos electrónicos se ha vuelto tan prioritario que muchos caen en altas deudas y largas cuotas sólo por tener lo más nuevo y moderno. Y si la capacidad económica no lo permite, surge la ansiedad, la rabia, frustración, tristeza y se puede llegar a hacer cualquier cosa para obtener lo deseado en lugar de aceptar la realidad de no poder realizar la renovación del aparato.

El impacto de la tecnología en nuestra forma de pensar nos ha posicionado en una época en donde valoramos y admiramos una buena foto de puesta de sol, cuando lo único que tenemos que hacer es levantar la vista para ver la misma escena con nuestros propios ojos.

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