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El pediatra alemán Burkhard Rodeck asegura que estas expresiones de sabiduría popular tienen un fundamento. “Se basan en una hipótesis acerca de la higiene que surgió a fines de los años 80”, explica.
De acuerdo con el médico, desde hace tiempo se observa en los países industrializados un aumento de alergias, como la alergia al polen, así como de enfermedades inflamatorias crónicas como asma. Esto se da sobre todo en el caso de familias sin hijos o personas que entraron muy tarde al jardín de infantes o directamente no asistieron.
Además, según Rodeck, también se observó que la frecuencia de alergia al polen y asma en niños es menor en el caso de niños que alguna vez pisaron una granja o se criaron con perros.
Un poco de suciedad no es mala
“Aunque esta hipótesis no ha sido completamente debatida, los datos sugieren que un poco de suciedad no es mala para los niños”, explica este especialista de Sociedad Alemana de Medicina para Niños y Jóvenes.
Según esta hipótesis, quien estuvo más expuesto a gérmenes y parásitos de niño probablemente se haya enfermado más en esa época, pero tiene un sistema inmunitario entrenado y se encuentra luego más protegido ante estos factores.
“El sistema inmunitario presenta entonces menos reacciones fallidas, que pueden manifestarse en forma de alergias, por ejemplo”, explica Rodeck.
Los niños no deben vivir bajo una campana de cristal
“Meterse alguna vez arena en la boca y jugar en la mugre no es un problema. Los niños no deben vivir bajo una campana de cristal de modo que no les llegue nada. Porque en algún momento, esa campana se levanta y ya es demasiado tarde para que el sistema inmunitario aprenda a lidiar con gérmenes y parásitos”, afirma.
Aclara, de todas formas, que por supuesto hay límites. Las heridas que se ensucian, por ejemplo, siempre deben ser bien lavadas y vendadas de modo de que no les vuelva a entrar suciedad.