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Cada cultura “crea” un plato típico variando formas de cocción, cortes, caldos y hiervas aromáticas, agregando otros preparados que acompañan y también creando ritos, historias y hábitos culinarios en torno a esa comida.
Curioso entonces que en primera instancia la carne como “hecho” es carne cruda. Quienes convierten ese hecho en un plato y en una “experiencia” para el gusto, la vista, el olfato y el tacto somos los humanos.
Los seres humanos necesitamos necesitamos comer alimentos y beber agua, más también necesitamos comer estima, amor y pertenencia. También comemos información y hasta experiencias espirituales.
Cuando nos debatimos entre sufrir o prosperar (la tesis del neurobiólogo Antonio Damasio) estamos solos ante un hecho para el cual nuestro cerebro nos ha venido preparando en millones y millones de años de evolución: …la capacidad de crear SIGNIFICADOS.
Crear significados es como crear comidas a partir de la carne. Cada persona ante un hecho que le toca vivir genera una forma de cocción, un condimento, un ritual, un decorado, una experiencia emocional, una presentación para la mesa si es que va a compartir su “creación interpretativa” con otros comensales.
Imaginemos –por ejemplo- que una persona muy querida de pronto deja de comunicarse con nosotros y el hecho es el “silencio”. A ese silencio como hecho lo podemos obviar o necesitar integrar para entenderlo mentalmente. En ambos casos…descartándolo como un detalle sin importancia o volviéndonos locos por necesitar saber qué paso…ya hemos caído en una SIGNIFICACIÓN DEL HECHO. Significar, crear una interpretación, es desde mi analogía como coach preparar un plato y comerlo.
De esta manera si el plato se llama “Me olvidó y ya no me quiere más” comemos pensamientos, emociones asociadas, generamos conductas en consecuencia, creamos una “historia” para compartir con los demás comensales a quienes le damos de probar nuestra “comida interpretativa”. Nuestra percepción se condiciona con redes neuronales que se repiten y el hecho ya dejó de ser un hecho (carne) para convertirse en nuestro propio plato subjetivo. En nuestra propia película.
Para relaciones con una cultura del cuidado juzgo que es interesante comprender que más allá de un hecho lo que finalmente nos acontece tiene que ver con cómo decidimos preparar la comida interpretativa con lo que nos pasa.
El “silencio” de esa persona podría llegar a significar no sólo que ya no me quiere más, podría significar que necesita estar a solas, que está resolviendo algo personal, o que sencillamente tiene una prioridad antes de llamarme.
Miremos cómo cada significado es un “plato” diferente que nos llevará a experiencias diferentes con los pensamientos, las emociones, con el cuerpo, con las decisiones y hasta con las relaciones de nuestro entorno.
Finalmente un aspecto de liderazgo personal consiste en aceptar que sí o sí estaré dándole significados a los hechos de mi vida. Que yo mismo creo la experiencia que vivo y que generalmente no soy consciente de mi propia construcción porque exteriorizo la autoría de mis propias creaciones gastronómicas en un “así son las cosas” o en “Dios así lo quiere” o “la vida es así”
La carne es carne. Carne con mucho picante y hojitas de albahaca es mi creación porque me encanta comerla así. Eso no cosa de la vida. Eso evidencia mi elección y mi costumbre en preparar un plato así.
Un aspecto de la práctica es aprender a mirar mis formas de preparar “platos” interpretativos. Hay formas de significar que sigo repitiendo porque me las enseñó mi madre o alguien importante. Hay formas de significar que me enseñó la cultura. Hay formas que sigo significando así porque tengo una historia que también me ha determinado. Hay formas asociadas directamente a mi estilo de personalidad y supervivencia. Hay formas que significo porque me conviene para ganar algo. Hay formar que significo porque nunca nadie me explicó que significar es un acto creativo y como todo acto creativo implica libertad. Y que es posible y tengo derecho a resignificar hasta encontrar el significado más apropiado para mi propio bien-estar, para mi propia salud. Para volver a creer. Para seguir dando vida.