Cargando...
No poder detectar una fuga de gas o un cortocircuito, no percibir el olor del humo tóxico, no distinguir un alimento rancio, no detectar un sabor raro en una comida contaminada, no percibir los olores del cuerpo para identificar una infección o una simple falta de aseo, no sentir si el agua es potable, son algunas de las situaciones que no se podrán detectar con previsión sin olfato y sin el sentido del sabor.
Tras superar el COVID-19, el olfato queda anulado de manera parcial o de manera total. Hay gente que percibe ciertos olores, pero no distingue sabores y hay gente que no percibe ni lo uno, ni lo otro. En cuanto al gusto, los detectados en las papilas gustativas son los que se mantienen: dulce, salado, amargo y agrio, pero sin saber si es una sandía, una pera, una manzana.
Una de las consecuencias del COVID-19 es la pérdida de estos sentidos: el olfato y el gusto, cuyo periodo puede darse un solo día en algunas personas y en el peor de los casos, extenderse por meses. Ambas son herramientas fundamentales y vitales para el día a día, y perderlos por un periodo de tiempo, significa un riesgo más que enfrentar.
Para algunos, no bastó con haber sobrevivido al COVID-19, y ahora deben seguir buscando mecanismos de supervivencia para no caer víctimas de una intoxicación por alimentos, humo u otro tipo de situación. Y vale señalar que la vista y el oído no puede suplantar al olfato y el gusto.
Aún se desconoce sobre el síntoma
La doctora Adelaida Bock* de la Sociedad Paraguaya de Otorrinolaringología fue consultada sobre este síntoma molesto y peligroso.
La misma explicó que se debe diferenciar lo que es pérdida del olfato, pérdida del sabor y pérdida del gusto.
“Gusto es lo salado, dulce, ácido, amargo y el umami que es el sabor de la proteína, los mariscos, el pollo, es lo que hace más sabrosa la carne. Esos receptores están distribuidos en las papilas gustativas a lo largo de la lengua, el paladar y hay receptores similares en el estómago”, cita.
“Y el sabor es la combinación del gusto con el olor de la comida. Es lo que hace que uno pueda diferenciar una naranja de un limón, ambos tienen el gusto ácido, y eso es por el olfato, cuando uno tiene el alimento en la boca, el olor del alimento llega por la parte de atrás de la nariz que es la nasofaringe y llega a los receptores olfativos”, señala.
Cuando ocurre la pérdida del olfato, también se pierde la capacidad de percibir el sabor. “El virus se une a ciertos receptores que están presentes en varias partes del cuerpo. Y algunas neuronas que tiene el epitelio olfatorio, presentan esos receptores, entonces el virus se une a esas neuronas, a esas células y las daña”, comentó.
Pero el olfato tiene una particularidad destaca Bock, y es que es uno de los pocos lugares del sistema nervioso central donde las neuronas se siguen multiplicando a lo largo de la vida de las personas. Anteriormente se pensaba que uno nacía con un número de neuronas y nada más, relata la profesional.
Esta renovación de células es lo que permite recuperar el olfato y el sentido del sabor pasado un tiempo, el cual varía de acuerdo a varios factores así como el daño que se haya generado.
En el epitelio olfatorio hay células madres que se van renovando, con un periodo que varía de acuerdo a la edad, en promedio es tres meses. Si bien el virus daña esa parte, uno puede recuperar el olfato porque las neuronas van cambiando y no necesariamente el virus mata a todas dlas células.
Aún así, aproximadamente el 50% de los pacientes que tuvieron COVID-19, refieren que recuperan el olfato el primer mes, pero pasado dos meses todavía hay personas que no han recuperado, incluso pasando seis meses o más.
“Y eso depende de varios factores de la persona. Los que son alérgicos, sobre todo los que no tienen tratamiento, los que tengan rinitis alérgica o rinosinusitis, esas personas pueden tardar un poquito más porque los cuadro alérgicos dañan las células nasales por la inflamación misma”, manifiesta la doctora, incluyendo también a los que tienen “por encima de los 65 años porque como parte del envejecimiento general del cuerpo, puede retrasar también la recuperación”.
“Otro factor que influye es ¿qué tan profunda fue la pérdida del olfato?. No es lo mismo la persona que perdió un poquito que la que perdió totalmente el olfato. Esta última puede tardarse un poco más, que la que tuvo una pérdida parcial”, expresa.
Según el Consorcio Global Para La Investigación Quimiosensorial (Global Consortium For Chemosensory Research) tiene como estadística que el 49% de los pacientes con COVID tiene algún tipo de alteración olfatoria. La pérdida total del olfato se llama “anosmia” y la disminución del olfato se llama “hiposmia”. El gusto se altera en aproximadamente 20% de los pacientes. A veces hay una alteración combinada entre olfato, sabor y gusto, comenta Bock.
¿Se puede curar o recuperar rápido?
En una página en Facebook (Sin olfato sin gusto síntoma del Covid 19 -Anosmia y Ageusia) son numerosos los testimonios de personas que manifiestan su ansiedad y desesperación por haber perdido el olfato y la capacidad de percibir el sabor.
Hay numerosos casos de personas que están con ese síntoma por más de seis meses, ocho meses, e incluso, otras que perciben olores que no existen -la doctora Bock los denomina fantosmia- como a quemado, olor metálico, olor a galletas recién horneadas, olores desagradables, etc.
Esta situación resulta más complicada para las madres y padres o quienes tienen a su cuidada a personas adultas o con alguna discapacidad. El olor es un factor fundamental para poder cuidar bien a los niños y a las personas que no pueden valerse por sí mismas. En el caso de las embarazadas, la cuestión puede ser grave porque según testimonios, afecta la correcta alimentación de la madre y la medicación puede resultar perjudicial.
Poco aún se sabe de este virus que apenas cumplió un año y meses de existencia en el mundo, razón por la cual consultamos a la doctora Adelaida si se puede curar o existe tratamiento para recuperar.
“Hay indicaciones neuroprotectoras, que se puede dar como un protector neurológico, y también existe una técnica que se llama entrenamiento olfatorio, que es estimular el sistema olfatorio con ciertos aromas específicos y con una técnica específica”, contó.
Lo que se hace es: se espera un mes, porque la mayoría recupera el olfato espontáneamente. Si no recupera de manera espontánea entonces tendría que hacer una consulta otorrinolaringologa para saber el nivel de pérdida de olfato, si es una anosmia o una hiposmia.
“Lo que pasa es que el paciente como está un poquito ansioso, preocupado, no se da cuenta, entonces la consulta debe incluir la olfatometría para saber dónde está el paciente y de acuerdo a eso medir”.
Cómo afecta en el ánimo diario.
El olfato y el gusto, sobre todo el olfato, están muy conectados con las áreas de memoria y de emociones, explica Bock, entonces es el sentido que nos protege de ciertos peligros “invisibles” como un alimento en mal estado, una fuga de gas, o un incendio, porque eso huele uno antes de ver, entonces la pérdida del olfato nos expone a consumir algo en mal estado o contaminado y no nos damos cuenta.
Por otro lado, emocionalmente nos afecta porque cada persona tiene lo que se llama la huella olfatoria, que es como la huella digital. Cada persona tiene un aroma particular, inconscientemente nos olemos y eso te da seguridad para el trato con las personas.
No percibir los olores “puede generar angustia, en otros depresión e inseguridad en el trato, porque de repente una persona no sabe si esta oliendo bien o no, entonces muchos pacientes tienden a lavarse constantemente o exagerar con el perfume porque no saben cómo está el olor corporal”, dijo.
Según la profesional, se puede llegar al 100% de la recuperación, solo que aún no se tiene un tiempo determinado para ello.
*Otorrinolaringología - Sentidos Olfato y gusto Niños y adultos. Ex residente del Hospital de Clínicas – FCM – UNA. Pasante del Dpto. de olfato y gusto del Hospital de Clínicas “José de San Martín” FCM – UBA – Argentina. Summer school of human olfaction – Universität Karl Gustav Carus – Dresden, Deutchland. Miembro de la Sociedad Paraguaya ORL y CCC. Miembro del Capítulo de Olfato y Gusto – FASO – Argentina. Miembro colaborador del Global Consortium for Chemosensory Research (GCCR)