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Pero contagiarse de varicela en la adolescencia o la adultez no es tan simple. La erupción cutánea suele ser mucho más fuerte, incluso en la cabeza. Además, se puede llegar a sufrir una neumonía o una meningitis.
Evaluar la vacuna en edad adulta
Por eso mismo, muchos médicos recomiendan que quien no haya tenido varicela de niño evalúe darse la vacuna en edad adulta. Muchos niños la reciben de por sí hoy en día, sola o en combinación con la vacuna contra el sarampión, las paperas y la rubéola.
La vacuna también es especialmente recomendada en personas con atopia severa, es decir, personas propensas a la costra de leche y al eccema endógeno, así como con enfermedades respiratorias de riesgo o quienes van a recibir un transplante de órganos.
Si no se tiene en claro si se tuvo varicela de niño, se puede salir de la duda con un análisis de sangre. Las mujeres que quieren quedar embarazadas también deben vacunarse y no dejar el tema liberado al azar.
Actuar rápido en caso de emergencia
Si una mujer contrae varicela poco antes o después del nacimiento, esto puede traerle problemas al niño y, en el peor de los casos, causar su muerte. En los casos agudos hay que actuar con celeridad. Para ello existe la globulina hiperinmune, que son anticuerpos contra la varicela, y que se le puede administrar tanto a la madre como al niño de ser necesario.
La enfermedad se puede contagiar de cualquiera que tenga varicela, algo que sucede con bastante rapidez a través del aire, ya que se trata de una enfermedad bastante contagiosa.
Un virus de la familia de los herpes
Las personas con culebrilla también corren riesgo de contraer varicela. Basta con pasar poco tiempo con una persona enferma. Por otra parte, la culebrilla se debe al mismo virus que causa la varicela.
Quien tuvo varicela o está vacunado contra ella lleva el virus consigo durante toda la vida. Luego el virus pasa a los ganglios. Allí se queda "dormido" y es mantenido en jaque por el propio sistema inmune, aunque puede ser reactivado y causar culebrilla.
El estrés puede dar culebrilla
De acuerdo con los médicos, no está tan claro de qué forma se reactivan los virus exactamente, pero siempre tiene que ver con un sistema inmunológico débil. Es así como el estrés o una exposición fuerte al sol pueden fomentar la culebrilla.
Las personas con más riesgo son las personas enfermas en general, especialmente los pacientes con tumores que deben ser tratados con sustancias que afectan al sistema inmunológico. También se ven afectadas las personas mayores. Sin embargo, también les puede dar a los niños, aunque la frecuencia aumenta con la edad.
Dolor en el tórax
La culebrilla se hace sentir frecuentemente antes de la típica erupción. Muchas personas llegan a la consulta médica antes de que aparezcan las ampollas típicas quejándose de dolor en el tórax, aunque no se pueda ver nada a simple vista.
Esto se debe a una inflamación de los nervios. Si se revisa al paciente unos días después, se encuentran las típicas ampollas en grupitos.
La culebrilla puede ser peligrosa y muy dolorosa, sobre todo en el ámbito de la cara, especialmente si ataca el nervio trigémino y se inflaman los ojos o los oídos. Sin embargo, lo más frecuente es que aparezca en el torso.
Tratar la culebrilla rápidamente
En líneas generales, la indicación es ir rápido al médico si se tiene culebrilla. Cuanto antes, mejor. Esto le permite al paciente tomar antivirales que pueden suavizar el transcurso de la enfermedad.
De lo contrario, se corre el riesgo de tener una neuralgia por herpes que provoque dolores fuertes en la zona de la culebrilla por meses y hasta años. Los medicamentos vuelven menos probable que esto suceda.
La mayoría de las personas, de tenerla, la sufre solo una vez. Sin embargo, hay casos de personas que tienen culebrilla varias veces. La mayoría de los médicos suele analizar la sangre de los pacientes tras una culebrilla.
Uno de los síntomas característicos es que el sistema inmune esté débil. A veces la culebrilla también se presenta en el caso de un tumor o puede ser una señal temprana de él.
Hay una vacuna contra la culebrilla. Se trata de dos inyecciones separadas por al menos dos meses. Por lo general, se recomienda en pacientes mayores de 60 años y en el caso de pacientes de riesgo a partir de los 50 años.
Por lo general, se la tolera bien, aunque en algunos casos se pueden presentar una inflamación en la zona de la inyección y síntomas leves de gripe.