"Justamente los alimentos que contienen humedad desarrollan gérmenes con relativa rapidez y ahora, cuando realmente hace calor, definitivamente no dejaría la comida afuera", explica Dagmar von Cramm, ecotropóloga y autora en Friburgo, Alemania.
Von Cramm añade que a las bacterias y los hongos les atrae la elevada actividad del agua en la superficie de estos productos. "Por temperaturas cálidas, oxígeno y luz también se reduce el contenido de vitaminas", puntualiza.
Además, señala, se producen rápidas modificaciones de sabor. A la vez, aclara que el hecho de que las toxinas se produzcan en un corto período de tiempo es más bien el caso de los alimentos ricos en proteínas.
NO DEJE ENFRIAR LA COMIDA POR COMPLETO FUERA DEL REFRIGERADOR
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"No es cierto que, tras ser cocinadas, las comidas deben ser dejadas hasta que se enfrían por completo", indica Von Cramm. Y afirma que la porción que ya no va a ser consumida en ese momento debe ser almacenada de inmediato en el refrigerador, por ejemplo en un recipiente hermético. "Esa debería ser la regla fundamental", considera.
De todas maneras, explica, tampoco es un drama si uno alguna vez se olvida de hacerlo. La experta recomienda entonces que se realice una prueba de olor a la pasta y las papas que quedaron sobre la cocina y se compruebe, por ejemplo, si ya puede verse moho sobre los fideos.
“Finalmente calentaría la pasta o las papas en todo caso nuevamente en la olla o la sartén”, sugiere Von Cramm. Y agrega que si con los restos quiere hacerse una ensalada, esto es más delicado, porque en ese caso las sobras deberían ser consumidas rápidamente.
