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A grandes rasgos, se puede distinguir entre dos tipos de incontinencia vesical: la incontinencia de urgencia y la incontinencia por esfuerzo.
"En la incontinencia de urgencia, la propia vejiga es el problema, o bien la comunicación entre el cerebro y la vejiga. En cambio, en la incontinencia por esfuerzo, el músculo del esfínter y el suelo pélvico no funcionan correctamente".
Así lo explica la profesora Ursula Peschers, directora de la Clínica de Ginecología del centro privado Isar Klinikum, en la ciudad alemana de Múnich, y miembro del Consejo de Expertos de la Sociedad Alemana de Continencia.
La incontinencia de urgencia se manifiesta por el hecho de que las personas que la padecen tienen repentinamente una necesidad urgente de orinar y a menudo no pueden retener la orina hasta que hayan llegado al servicio.
La incontinencia por esfuerzo, en cambio, se produce directamente en situaciones en las que el suelo pélvico está sometido a estrés: al estornudar, toser o hacer ejercicio físico, por ejemplo.
"Por supuesto que también hay formas mixtas", añade Peschers. Además, la incontinencia puede producirse en relación con enfermedades como la esclerosis múltiple, el Parkinson, la demencia, la diabetes, un derrame cerebral o ciertos medicamentos.
Mientras que los hombres son más propensos a sufrir de incontinencia de urgencia, a menudo después de una cirugía de próstata, las mujeres tienden a sufrir de incontinencia por esfuerzo. El cambio hormonal en la menopausia, por ejemplo, puede ser un factor desencadenante.
"Tras un parto, la musculatura del suelo pélvico queda tan dilatada y debilitada que es muy común que después se produzca la incontinencia", señala la profesora Daniela Schultz-Lampel, directora del Centro de Continencia de la clínica Schwarzwald-Baar, en el sudoeste de Alemania, y también miembro del Consejo de Expertos de la Sociedad Alemana de Continencia.
El tratamiento de la incontinencia depende mucho de su tipo y causa, señala Peschers, y explica que normalmente se comienza con un tratamiento bastante moderado, como la fisioterapia o una terapia de comportamiento.
Con ayuda de esta última, los pacientes que sufren de incontinencia de urgencia pueden aprender a retener la orina por más tiempo o adaptar sus hábitos de consumo de bebidas, precisa Schultz-Lampel.
Para los casos de incontinencia por esfuerzo se recomiendan los pesarios, aparatos que se colocan en la vagina como un tampón para corregir el descenso de la matriz. Estos sostienen el suelo pélvico y el músculo del esfínter, por ejemplo, cuando se hace deporte.
En algunos casos, la medicación o las hormonas pueden ser eficaces. "Dependiendo de la causa, también es posible combinar la medicación y la terapia", aclara Schultz-Lampel.
El último paso es un procedimiento quirúrgico. "Hay bandas que se pueden insertar para sostener los órganos pélvicos", explica Peschers.
Además, en los casos se incontinencia de urgencia, existe la posibilidad de inyectar bótox en la vejiga. La ginecóloga explica: “La toxina botulínica impide que la vejiga reciba el impulso nervioso de vaciarse”.