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Según los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el suicido se da más en hombres que en mujeres. Es la segunda causa de muerte de las personas jóvenes (15-29 años). El 79% se da en países de ingresos bajos y medios, y las edades más susceptibles fluctúan entre los 20 y los 30 años. A nivel nacional, no existe una base de datos a la que se pueda acceder en línea, pero el problema no deja de ser preocupante, ya que sucede en nuestra sociedad, donde hay casos que no se investigan y otros que, directamente, nunca se conocen públicamente.
“¿Por qué lo hizo?”
La licenciada Mariana Morales señala: “Podemos hablar tanto de factores intrapersonales como interpersonales. Aunque hay una correlación muy alta entre el suicidio y los trastornos mentales, es importante resaltar que no todo aquel que tiene ideación suicida sufre de un trastorno mental. En un estudio realizado en Noruega se halló que muchos de los casos de suicidio involucraba a personas que llevaban una vida funcional, lo que se opone al concepto de que un suicidio es siempre por causa de trastorno mental”.
–¿Qué noción básica debemos tener para ayudar?
–Hay algunos puntos que nos pueden ayudar a entender las circunstancias que atraviesa una persona y le pueden llevar a esta determinación:
- Interrupciones: terminó una relación, falleció un ser querido, fue despedido del trabajo, hubo un cambio grande en su vida que puede causarle inestabilidad.
- Exigencias altas: tiene expectativas altas de sí mismo, tienen expectativas altas sus familiares, está en un ambiente de mucha presión o perfeccionismo, tiene problemas financieros o legales.
- Sufrimiento: se le ve desesperanzado, aparenta deprimido, se siente como una carga, sufre de una enfermedad o dolor, sufre de algún trastorno mental, no duerme lo suficiente.
- Conductas peligrosas: es impulsivo, abusa del alcohol o drogas, se hace daño a sí mismo.
- Desesperación: está pensando en morir, planea atentar contra sí mismo o tuvo algún intento anterior, ¿hay alguien cercano que se haya suicidado?, no se siente entendido por sus familiares.
–En tantos casos no se busca ayuda de ninguna manera, ni con familiares, ni amigos e incluso con desconocidos, y menos con un profesional.
–Cuando una persona sufre, muchas veces lo hace en silencio, porque tiene miedo de que le juzguen. También está la percepción de que “nadie me va a entender”, o de no querer ser una carga. Hay muchas razones por las cuales una persona que está atravesando una crisis no quiere acercarse a un profesional. Hoy en día, aunque estemos en el 2019, sigue habiendo un estigma en salud mental. Puede ser por falta de información; en la sociedad todavía se cree que ir al psicólogo o al psiquiatra es para personas débiles o locas, y por vergüenza no reciben la atención que puede salvarles la vida. También hay otros factores, como el económico, porque los tratamientos pueden ser costosos. Sin embargo, en el Paraguay existen lugares donde se puede recurrir de forma gratuita.
–¿Cómo hacer que una persona con ideas suicidas se acerque a un psicólogo u otro terapeuta?
- Expresale tu preocupación de forma sincera, que te preocupa como lo estás viendo, que te importa y estás para apoyarle. No tengas miedo de tocar el tema del suicidio.
- Escuchale aunque cueste, dejá que se descargue. No discutas, no le contradigas ni le des sermones morales.
- Mantené la calma. Evitá mostrarle que estás en shock. Respirá.
- Enfocate en sus sentimientos. No busques entender la causa y no le des consejos para solucionar su problema. Es más útil mostrar interés en sus sentimientos que buscar soluciones.
- Dale esperanza. Es importante transmitirles el mensaje de que estos sentimientos son temporales, y que tiene apoyo.
- Tomale en serio. No le prometas que guardarás el secreto. Realicen juntos un plan para que esté a salvo, buscando la participación de las personas allegadas. Eliminá el acceso a armas, alcohol o drogas.
- Monitoreá muy de cerca su bienestar hasta que pueda acceder a profesionales.
- Ayudale a acceder a un profesional. La persona que está en una crisis tiene dificultades para hacer los pasos de tomar una cita o acudir solo al hospital.
–Comúnmente, escuchamos tres razones por las que la gente comete suicidio; primero, por amor.
–En los casos de amor, la persona tuvo una interrupción que desestabiliza su vida y una desesperación ante la posibilidad de seguir adelante sin la persona amada.
–Segundo, por deudas.
–Las deudas pueden llegar a causar desesperanza, ansiedad, depresión, que son factores relacionados al riesgo de tener una ideación suicida. En un estudio en Inglaterra se halló que las personas que se encuentran endeudadas tienen 2 veces mayor riesgo de sufrir ideación suicida. Este es un caso de estar en una situación de exigencia muy alta, y si la persona está atravesando problemas financieros, está la sensación de vergüenza y de no tener salida.
–Tercero, por falta de realización profesional.
–Existe tanta presión por ser exitoso, y la presión no solo viene de afuera, sino de adentro también. Tener fracasos personales y profesionales siendo una persona perfeccionista, con expectativas muy altas sobre sí mismo y estando en un ambiente donde hay presión por ser exitoso, puede tener un costo muy alto. Muchas veces las personas compensan su baja autoestima y valor basándose en los logros y el éxito, lo cual les hace muy vulnerables al tener que lidiar con la vergüenza, el rechazo o el fracaso.
–¿Qué sucede a nivel cerebral cuando se fija la idea del suicidio?
–Mucho tiene que ver con la percepción que tiene la persona de que su situación no tiene salida. Por ejemplo, sufrir una enfermedad física que incapacita, adicciones, el estrés prolongado, que la persona no cuente con una fuente de apoyo, no tener acceso a tratamiento o que haya sufrido algún trauma.
–En nuestra cultura, también se busca ayuda en las creencias religiosas.
–Todos los riesgos asociados a la salud, sea física o mental, pueden reducirse mediante factores protectores, que son herramientas que le ayudan a una persona a sobrellevar sus circunstancias. La religiosidad y la espiritualidad pueden considerarse como factores protectores. Pero es importante entender que esto es algo personal, y que no se puede hacer este tipo de recomendaciones si la religiosidad no es parte de la experiencia de esa persona. La persona no religiosa que está sufriendo, si recibe un comentario así, es muy probable que se cierre.
Profesionales de la salud no están exentos
“También hay riesgo elevado de que los médicos sufran depresión, ideación e intento suicidas. Algunos datos estadísticos mundiales hablan de que el riesgo de suicidio de los médicos es mucho más alto que el de la población en general. Algo muy particular de los médicos es que ellos se ven a sí mismos siempre desde el lado profesional, pero no desde el lado del paciente”, explica la licenciada Morales.
La profesional recalca que es una profesión que exige siempre ser fuertes, aguantar la presión, la falta de sueño, largas horas de trabajo, dejar de lado a sus familias hasta el punto de que sus compromisos laborales afectan a su vida personal y matrimonial. De igual forma, debido a la falta de tiempo, muchos caen en el descuido de su propia salud. "Aunque los médicos son vistos como personas exitosas y capaces, con estabilidad laboral y económica, son una población vulnerable. Los atributos que hacen que un médico sea un buen profesional –perfeccionista, competitivo y dedicado al estudio y al trabajo– son los mismos factores que le colocan en este riesgo tan alto a la enfermedad, al suicidio”, detalla.
La licenciada Morales señala que el médico tiene miedo al estigma. La preocupación por la confidencialidad, por ejemplo, de que se descubra que tiene un problema con su salud mental, puede ocasionarle problemas laborales y discriminación. “Para que el médico pueda sobrevivir ejerciendo la medicina, es imperativo que desarrolle una conciencia de la importancia de proteger su salud mental. Que tenga conciencia de tratar sus condiciones preexistentes. Muchas veces, los métodos de supervivencia del médico hacen que sea duro, que se disocie y, a la larga, le sea difícil relacionarse con los demás y reconocer sus propias emociones”, esplica.
Para todos, señales de alerta:
Una persona que está teniendo pensamientos suicidas probablemente no te va a pedir ayuda, pero eso no quiere decir que no la necesite. Las señales de alarma son:
- Planear o decir que quiere hacerse daño o suicidarse.
- Decir que no tiene esperanza, que se siente atrapado y que no hay razón para vivir.
- Hablar, escribir, dibujar o leer sobre métodos de suicidio.
- Comprar armas, balas, acumular pastillas u objetos para planificar un intento.
- Aumentar el consumo de alcohol o drogas.
- Aislarse de los demás, no querer ver a nadie.
- Dejar de cuidar de sí mismos.
- Regalar cosas de valor.