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Raquel Miranda Alcaraz de 29 años, se encuentra postrada en una cama. No habla ni se mueve. Su calvario empezó hace poco más de un año, día que ella pensó sería el más feliz de su vida, pero pasó todo lo contrario. Acongojado e impotente por la situación, su hermano, Edilberto Miranda, explicó que la joven llevaba una vida normal y que se encontraba muy ilusionada a la espera de su primer hijo.
Raquelita, como la llaman de cariño, es ingeniera agrónoma, título que recibió de la Universidad Nacional del Este (UNE) tras años de dedicación y esfuerzo; antes del nacimiento de su hijo se desempeñaba como vendedora técnica de una empresa del rubro agrícola. Con más de 10 años de relación de pareja y estabilidad laboral, sentía que era el momento de cumplir su mayor deseo, el de ser madre, fue entonces que empezó a ir a consultas ginecológicas para planificar su embarazo. “Mi hermana, siendo una persona sana, fue preparando su cuerpo un año antes de embarazarse, si le faltaba ácido fólico ella tomaba, hizo todo un proceso y siguió al pie de la letra su prenatal”, dijo.
Edilberto contó que en la tarde del 3 de enero del 2020 Raquel tuvo pérdida de líquido, por lo que fue en compañía de su pareja a consultar con su ginecóloga de cabecera, la médica Rosana Nikonchuk. “Teniendo 8 meses y un poquito más de gestación ella perdió líquido, le recibió la ginecóloga y le dijo que todo estaba bien, que no había nada de qué preocuparse, que podía regresar a su casa, pero si quería asegurar, como ella y el bebé estaban muy bien, le sugirió que entre nomás ya al quirófano”, expuso al tiempo de comentar que esa situación tomó de sorpresa a la joven, por lo que no había hecho ningún ayuno como generalmente se recomienda antes de una cirugía. Insistió en que no se trató de un caso de urgencia.
“La doctora no le hizo el vaciamiento de estómago y le metió (en quirófano) así”. El procedimiento se realizó en el Sanatorio Central de Ciudad del Este.
El hermano contó que en la operación le aplicaron anestesia local más de una vez porque esta no hacía efecto, hasta que tuvieron que recurrir a la anestesia general. Esto le habría generado una reacción, lo que hizo que la joven vomitara y teniendo en cuenta que no estaba con el estómago vacío todo fue al pulmón, o sea broncoaspiró. “Esto le provocó un paro cardiorrespiratorio (...) Ahí correspondía que un doctor le intube o le haga la traqueotomía, ese doctor no estaba en el hospital porque ellos no se prepararon, no tuvieron la delicadeza de ver los profesionales necesarios para una cirugía de ese tipo, luego le llamaron a un doctor, que es la cuarta persona en este grupo, él se fue a salvarle la vida a mi hermana, pero tardó en llegar”.
La mujer requirió ser ingresada a terapia intensiva, servicio que el sanatorio no contaba, según el familiar, por lo que tuvo que ser derivada a otro centro asistencial. “Hasta ahí todo súper mal, siguieron haciendo mal las cosas, no se dignaron ellos (el hospital), como no tenían UTI, a tramitar en otro lado, nos avisaron súper tarde”. Reclamó que lo mismo ocurrió cuando necesitaron de una ambulancia.
De ahí Raquel fue trasladada a otro centro asistencial del sector privado, donde estuvo cinco días en UTI, pero a causa de que los costos eran muy altos, sus familiares optaron por derivarla al IPS de Ciudad del Este, donde completó 22 días en terapia. “Ahí nos dieron la noticia que ella tuvo un daño cerebral, que tiene una expectativa de vida muy corta o en el peor de los casos que quede así (en estado vegetativo)”, acotó.
Pero no solo la joven tuvo complicaciones, sino también el bebé que al nacer necesitó de incubadora, que en ese momento tampoco estaba disponible en el sanatorio. Aseguró que ante esta situación, el recién nacido fue expuesto a una estufa, lo que le provocó quemaduras que le dejaron cicatrices y responsabiliza de lo ocurrido a la pediatra que atendió tras el parto, la doctora Griselda Sánchez. El recién nacido también ingresó a UTI, donde estuvo 11 días. Actualmente está sano y fuerte y quedó bajo cuidados de su padre.
A raíz del estado en que quedó Raquel, su familia pidió opiniones de otros profesionales acerca de lo que pudo haber pasado. “Hemos escuchado a muchos médicos, quienes de forma extraoficial nos confirmaron que desde todo punto de vista fue una negligencia terrible. Desde el momento que de forma ambiciosa le metieron al quirófano tuvieron todo el tiempo del mundo para prepararse porque no fue de urgencia, luego ellos hicieron su epicrisis, que es el documento que hacen para trasladar al paciente a otro sanatorio y ahí ellos dijeron que fue de urgencia, que ella entró mal, pero es mentira (...) tenemos todo su historial médico que ella era una persona sana, que entró super bien y que esas manos realmente irresponsables le hicieron eso”.
“Vendimos todo lo que teníamos”
La familia ya vendió todo lo que tenía de valor para solventar los gastos del costoso tratamiento que mantiene encendidas las esperanzas de vida y de una mejor condición de vida de Raquel. Actualmente vive con su hermano y sus padres en una humilde vivienda prestada, en el barrio Don Bosco de CDE. “Vendimos todo lo que teníamos y ahora ya no tenemos nada para vender, yo hice préstamos, hay deudas en sanatorios, en cuestión de dinero estamos muy mal”, dijo Edilberto, quien es el único que trabaja en la casa.
No contabilizó un monto exacto, pero los gastos hasta el momento superarían ampliamente los G. 500 millones. A causa de la situación económica, la joven solo accede a los cuidados básicos. Los suplementos nutricionales que consume tienen un alto costo, por citar un ejemplo una lata de leche le cuesta G. 200.000 y solo dura un día y medio. “La parte monetaria es difícil, dolorosa y necesaria para su subsistencia”.
Hoy ella necesita sesiones de fisioterapia para pacientes con afecciones neurológicas, cuidados de una enfermera, fonoaudióloga y todo lo concerniente a una rehabilitación. Pese a que los gastos son exorbitantes, su hermano y padres se mantienen firmes en brindarle una oportunidad de seguir luchando por su vida.
“Que por lo menos tenga esa posibilidad de que no le falte un medicamento, darle todo lo que tenga que recibir o llevar a exterior si hace falta, si acá no hay que se le lleve a los Estados Unidos, a la China o a donde sea para buscar ayuda”.
Expectativas médicas
La joven madre actualmente cuenta con un nuevo grupo de médicos que la asisten y que gracias a un tratamiento que está siendo costeado por terceras personas, como donación, ha presentado mejoría. Antes de esto, con frecuencia presentaba convulsiones, sin embargo hoy está mucho más tranquila.
A pesar de que las expectativas no hacen referencia a una recuperación total, sus seres queridos se aferran a la fe y las ganas de seguir viviendo que ha demostrado Raquel en toda esta lucha. “Nosotros como familia y como personas que creemos mucho en Dios decimos que ella si puede llegar al 100% de recuperación y siempre nos vamos a mantener en eso”, indicó su hermano.
Su hijo, su motor
Si ella no tuviera ganas de vivir hace mucho ya hubiera desistido, asegura Edilberto, quien cuenta que sienten que Raquel se emociona y reacciona de una forma diferente cuando su hijo está cerca. “Cuando le contamos que hay un nuevo tratamiento, ella suspira; se somete a procedimientos muy dolorosos, pero cuando le decimos ‘Raquel, esto es tu hijo, vamos a luchar, vamos a levantarnos’, ella aguanta por su bebé que es su motor”. Lamento que su hermana no haya podido darle siquiera un abrazo a su hijo, que era lo que más anhelaba.
Su día a día es un peligro constante y pese a que ya superó varias agonías y últimos segundos de vida, sus ganas de vivir han quebrado cualquier barrera.
“Fue una cirugía de urgencia”
Tras la denuncia de la familia, contactamos con la otra parte, en este caso la abogada Mirta García, asesora jurídica de la ginecóloga Rosana Nikonchuk.
García confirmó que la paciente siguió todo su prenatal con su cliente y que todo iba bien hasta que ocurrió la pérdida de líquido lo que convirtió el caso en una urgencia. “Ella (Nikonchuk) tuvo que tomar la conducta de llevar al quirófano y hacerle la cesárea porque ya había un sufrimiento fetal, era una cirugía de urgencia y de alto riesgo”.
Expuso que la forma en que quedó la paciente nada tiene que ver con la intervención ginecobstétrica. “Hay que aclarar una cosa, la paciente no está así porque broncoaspiró, ella está así porque hubo un problema con la anestesia”.
Añadió que todo figura en el historial clínico que será sometido a una junta médica para determinar las responsabilidades.
El bebé sufrió quemaduras
Por su parte, la pediatra Griselda Sánchez, contó que ese día fue convocada para una cesárea de urgencia y que le informaron sería un caso de prematurez. Teniendo en cuenta esta situación, dijo que tomó las medidas necesarias y reservó un lugar en el sector de neonatología de otro sanatorio privado, para que el bebé sea derivado en caso de necesitar incubadora.
Coincidió con las otras versiones de que la anestesia “no prendía” en la paciente, por lo que recibió más de una aplicación hasta que finalmente se recurre a la general. Esto provocó una demora en el corte, por lo que el bebé nació “dormidito”, según su versión. “Le pongo su oxígeno y le reanimo, gracias a Dios en menos de cinco minutos el bebé respondió fácilmente”.
Manifestó que envolvió al menor en un cobertor que le dé calor y admitió que utilizaron una estufa, pero que no estaba cerca. “Le coloco el oxímetro por el dedito del pie, como mi bebé estaba estable (...) salgo a la sala de quirófano donde ellos estaban, veo que la paciente estaba en paro”.
A causa de las complicaciones en el procedimiento, se activó el código rojo y la pediatra tuvo que acudir junto al equipo que asistía a la madre para ayudar. Una vez que la joven sale de su paro, la pediatra regresa con el niño.
Asegura que se encarga de llamar a la ambulancia para el traslado del recién nacido, a quien acompaña. La doctora cree que en ese tiempo, la goma del oxímetro se habría sobrecalentado, “ahí es donde le afectó la quemadura en el dedito gordo del pie y estos dos (deditos de al lado) fueron afectados, son los que tuvieron una ampollita, así le digo yo por el tamaño”.
Comentó que se sintió responsable, por lo que ubicó un cirujano plástico y costeó todos los gastos del tratamiento del bebé. “Ellos (la familia) no pagaron el cirujano plástico, yo me encargué porque me sentí en cierta forma responsable. En ese momento la urgencia mayor era la madre y por ayudarle al equipo a salvarle a esa madre tuve que dejarle en ese momento (al bebé), pero no habrá sido ni 15 minutos”, finalizó al tiempo de afirmar que el niño no tuvo cicatrices.
También intentamos obtener al versión del sanatorio Central, donde a través de una llamada telefónica nos atendió Gabriela Giménez, quien dijo desconocer el caso, pero que haría la consulta a los directivos. Para el efecto, dejamos consignado un número de contacto, pero no obtuvimos retorno.
A la espera del juicio
La familia de Raquel Miranda presentó una querella contra las médicas actuantes, la ginecóloga Rosana Nikonchuk y la pediatra Griselda Sánchez, por lesión culposa. La tercera persona que participó de la operación fue el anestesiólogo Rodolfo Ritter, quien llegó a un acuerdo extrajudicial con la familia de la afectada, por lo que no fue querellado.
El inicio del juicio estaba marcado para el 10 de marzo pasado, pero se suspendió por que una de las denunciadas dio positivo al covid, razón por al cual se espera una nueva fecha.
El abogado querellante Delio Giménez, indicó que el propósito es discutir la responsabilidad penal de las actuantes en el procedimiento. “Nosotros a priori lo que hemos presentado es esta querella privada a los efectos de que se discuta la conducta penal de las acusadas, que en ese sentido tiene un expectativa de pena de un año y una indeminización complementaria”.
Como evidencias dijo que cuentan con informes médicos que demostrarían que hubo negligencia y además solicitaron dictámenes médicos a ser producidos durante el juicio. A esto se suma las testificales de otros médicos.
Por otra parte, el abogado Giménez adelantó que se encuentran preparando una demanda contra el Sanatorio Central porque entienden que no ofreció un servicio adecuado. “No tenían los elementos suficientes, por ejemplo no tenían incubadora, tal es así que al niño se le tuvo que exponer en una estufa sin los cuidados pertinentes, lo que le ocasionó quemaduras”, dijo. El expediente está a cargo de la jueza Flavia Recalde Silva.