Siete psicópatas y un guionista

Peculiar y memorable, esta película protagonizada por Colin Farrell viene cargada de humor -negro, pero humor al fin-, violencia y, por supuesto, psicópatas.

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Una técnica considerada efectiva por no pocos autores es precisamente escribir sobre ese mismo bloqueo, a modo de proveer un arranque al proceso creativo. Digo todo esto porque viendo “Siete Psicópatas y un Perro” me imaginé una y otra vez a Martin McDonagh, el guionista y director británico del filme, luchando con su teclado, concibiendo ideas, cambiándolas, volviendo a cambiarlas, dejándolas de lado a medida que nuevos conceptos cruzaban su mente; estancándose en cada intento antes de finalmente hacer de ese boqueo mental parte de la historia.

Así nos llega el filme que protagoniza Colin Farrell, en su segunda colaboración con McDonagh tras el genial filme de 2009 “Escondidos en Brujas”.

Farrell interpreta a Marty -un poco sutil indicador de que el personaje es un avatar del propio director-, un guionista bastante encariñado con el alcohol que intenta escribir el guión de una película llamada “Siete Psicópatas”...y es todo lo que tiene, el título. Con cierta ayuda de su amigo Billy, un excéntrico actor desempleado, comienza a idear a los psicópatas, que van desde asesinos de asesinos hasta vietnamitas vengativos.

Billy se gana la vida secuestrando perros junto con su socio, Hans, y luego devolviéndolos a sus dueños para cobrar recompensas. Sin embargo, sin saberlo secuestra un pequeño Shin Tzu que en realidad es la amada mascota de Charlie Costello, un peligroso mafioso que hará lo que sea con tal de recuperar a su perro.

Este no es un filme convencional, y definitivamente no es para todo tipo de público. Por momentos se desarrolla como una versión algo más surrealista –aunque no mucho más- de clásicos de Quentin Tarantino como “Pulp Fiction”…o, para qué ir tan lejos, como “Escondidos en Brujas”, pero con un guionista como protagonista y Los Ángeles como lienzo.

Los personajes hablan en ese estilo que tanto caracteriza a Tarantino, con elaboradas e ingeniosas frases cargadas de humor negro que tendrán a aquellos que aprecien ese tipo de cosas sonriendo constantemente. Sin embargo, la película también es capaz de tomar matices sorprendentemente serios y dramáticos: Costello –interpretado por Woody Harrelson, siempre efectivo en papeles de personajes no del todo bien de la cabeza- puede resultar cómico en el obvio chiste de un despiadado capo mafioso destrozado por el rapto de su pequeño perro, pero luego nos recuerda de una manera brutal e inesperada que efectivamente es un psicópata y bastante peligroso, y se vuelve mucho más amenazador a ojos del espectador, aún cuando mantiene la rutina de “mafioso llorando por un perro”.

Quizá resulte raro que en una película co-protagonizada por Christopher Walken, que en círculos cinéfilos tiene el estatus de un ícono pop gracias a décadas de carrera cinematográfica interpretando personajes peculiares y memorables, no sea este veterano actor el que se robe la película. En este filme eso corresponde a Sam Rockwell como Billy, un papel que parece simplemente “el tonto”, la contraparte del “serio” Farrell y el “sabio” Walken, pero que hacia la mitad de la película da un giro totalmente inesperado…que por supuesto no será revelado en estas líneas. Hacia el final, también es el avatar para una mordaz y cómicamente ridícula–aunque, de nuevo, no muy sutil- crítica al cine de acción y sus clichés.

Walken, por otro lado, adquiere un perfil mucho más sutil, con los momentos más reflexivos, mientras que Farrell se mantiene efectivo en el rol del exhasperado escritor alcohólico, con todo probablemente la persona relevante más normal en todo el filme.

Luego están los psicópatas. Y allí es donde McDonagh se divierte. Podría decirse que son el resultado más directo del bloqueo mental que –supongo- el guionista experimentó: memorables rarezas –aunque, de nuevo, no entraré en demasiados detalles sobre los mismos-, probablemente serían interesantes en películas dedicadas a ellos, y no me extrañaría que McDonagh haya tenido esa intención al principio, pero que simplemente no haya funcionado.

Algunos ni siquiera son relevantes para el argumento central de la película: mi psicópata favorito sólo aparece durante unos minutos hacia la mitad del filme, y luego en una breve escena entre los créditos –no se levanten una vez que los créditos comiencen-, pero personifica la loca creatividad que recorre todo el filme.

Con todo “Siete Psicópatas” es una de esas películas inclasificables, llena de guiños y humor, pero del más negro, puntuado con escenas de extrema violencia y sorprendente seriedad, apoyado con magníficos diálogos y actuaciones a la par.

No puedo garantizar que el filme va a gustar, pero sí puedo garantizar que no lo va a olvidar.

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Siete Psicópatas y un Perro (Seven Psychopaths)

Dirigida por Martin McDonagh

Escrita por Martin McDonagh

Producida por Martin McDonagh, Graham Broadbent y Peter Czernin

Edición por Lisa Gunning

Dirección de fotografía por Ben Davis

Banda sonora compuesta por Carter Burwell

Elenco: Colin Farrell, Sam Rockwell, Christiopher Walken, Woody Harrelson, Olga Kurylenko, Abbie Cornish, Tom Waits, Zeljko Ivanek, Michael Pitt y Gabourey Sidibe

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