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San Juan Bautista de las Misiones conserva su aspecto señorial. La catedral, la casona de Mangoré, el teatro Mons. Rojas, el Viejo Taller, el Centro de Educación Creativa y la Escuela Normal y antiguos solares caracterizan a un radio urbano trazado hace poco más de 100 años.
Los espacios verdes, sus amplios senderos y paisajes naturales son lugares que llaman la atención a visitantes que de paso vienen en busca de paz, lejos de la tensión y la incertidumbre que ofrece el trajín diario y el agitado mundo de la actualidad.
Pese a la influencia de los conflictos cotidianos que, en cierto modo, también golpea a la apacible capital misionera, esta ciudad sigue manteniendo su ambiente tranquilo y de buenas costumbres.
La capilla San Juan, en época de Don Carlos Antonio López, era un pequeño poblado que sirvió de lugar de descanso a los viajeros y troperos que arreaban sus ganados hacia los centros de consumo; es decir, Asunción y Encarnación.
Después de la guerra contra la Triple Alianza se fue ampliando la población con la presencia de los correntinos y entrerrianos que emigraron para reactivar la zona, desbastada durante la contienda.
Elevada a la categoría de municipio el 26 de enero de 1893, cuando era presidente de la República Juan Walberto González, la ciudad fue creciendo con la venida de ilustres personalidades de la época, cuyas generaciones permanecen hasta hoy día.
Sus amplias calles en su gran mayoría de 22 metros de ancho fueron trazadas por el ingeniero español Santiago Madrigal. Las casonas, con corredores amplios, gruesas paredes y ventanales con verjas de hierro son vestigios de las construcciones del siglo XIX y las primeras décadas del XX.
En torno a la plaza Mariscal Estigarribia se encuentran antiguas casonas que se construyeron después de la guerra del 70. Las paredes gruesas de adobes, los corredores, con pilares sobre las calles, son las características de las viviendas levantadas por los vecinos y migrantes.
Una casona ubicada al lado de la municipalidad fue construida en el año 1875 por el sargento mayor Saturnino Montiel, migrante correntino. Los dueños actuales, la familia Gómez-Goiburú, conservan la vivienda con el estilo colonial. Luego de la muerte del sargento mayor, el inmueble perteneció a doña Juanita Montiel, cuya hermana es abuela de la actual propietaria, Alicia Goiburú de Gómez.
Sin embargo, las nuevas viviendas contemporáneas se conjugan con las construcciones de ayer de estilo peculiar. Es de esperar que los lances, azoteas y salones amplios, los que aún quedan, no sean demolidos.
Los espacios verdes, sus amplios senderos y paisajes naturales son lugares que llaman la atención a visitantes que de paso vienen en busca de paz, lejos de la tensión y la incertidumbre que ofrece el trajín diario y el agitado mundo de la actualidad.
Pese a la influencia de los conflictos cotidianos que, en cierto modo, también golpea a la apacible capital misionera, esta ciudad sigue manteniendo su ambiente tranquilo y de buenas costumbres.
La capilla San Juan, en época de Don Carlos Antonio López, era un pequeño poblado que sirvió de lugar de descanso a los viajeros y troperos que arreaban sus ganados hacia los centros de consumo; es decir, Asunción y Encarnación.
Después de la guerra contra la Triple Alianza se fue ampliando la población con la presencia de los correntinos y entrerrianos que emigraron para reactivar la zona, desbastada durante la contienda.
Elevada a la categoría de municipio el 26 de enero de 1893, cuando era presidente de la República Juan Walberto González, la ciudad fue creciendo con la venida de ilustres personalidades de la época, cuyas generaciones permanecen hasta hoy día.
Sus amplias calles en su gran mayoría de 22 metros de ancho fueron trazadas por el ingeniero español Santiago Madrigal. Las casonas, con corredores amplios, gruesas paredes y ventanales con verjas de hierro son vestigios de las construcciones del siglo XIX y las primeras décadas del XX.
En torno a la plaza Mariscal Estigarribia se encuentran antiguas casonas que se construyeron después de la guerra del 70. Las paredes gruesas de adobes, los corredores, con pilares sobre las calles, son las características de las viviendas levantadas por los vecinos y migrantes.
Una casona ubicada al lado de la municipalidad fue construida en el año 1875 por el sargento mayor Saturnino Montiel, migrante correntino. Los dueños actuales, la familia Gómez-Goiburú, conservan la vivienda con el estilo colonial. Luego de la muerte del sargento mayor, el inmueble perteneció a doña Juanita Montiel, cuya hermana es abuela de la actual propietaria, Alicia Goiburú de Gómez.
Sin embargo, las nuevas viviendas contemporáneas se conjugan con las construcciones de ayer de estilo peculiar. Es de esperar que los lances, azoteas y salones amplios, los que aún quedan, no sean demolidos.