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La ambigüedad suele ir de la mano con el buen cine de terror. De la misma forma que lo que no vemos siempre va a dar más miedo que cualquier monstruo que los efectos especiales puedan conjurar en la pantalla - con algunas excepciones como La Cosa de Otro Mundo - , también el no saber con certeza lo que está pasando puede ser una herramienta poderosa en las manos de un director y unos guionistas habilidosos.
Lo sé porque lo vi en alguna que otra ocasión, más recientemente en la muy buena Oculus, que jugaba hábilmente con la incertidumbre de si lo que estaban viviendo los protagonistas era un fenómeno sobrenatural o simplemente un deterioro de sus facultades mentales.
Yo vi al Diablo me recordó mucho a ese filme en que mantenía, o trataba de mantener, durante su desarrollo una ambigüedad sobre lo que estaba pasando con su protagonista Eveleigh (Isla Fisher), una mujer embarazada que se muda junto a su marido David (Anson Mount) a un pintoresco viñedo en California, un año después de un trágico accidente automovilístico en el que la mujer estuvo involucrada.
Sin embargo, poco después de llegar a su nueva y bella morada, Eveleigh comienza a experimentar extrañas y aterradoras visiones que la convencen de que hay algo sobrenatural ocurriendo en la casa, a pesar de la incredulidad de David y otros allegados de la pareja.
La película del director Kevin Greutert (Jessabelle) juega con ideas interesantes, partiendo del sentido de paranoia de la protagonista, que asume que su embarazo la pone particularmente defensiva, y que su estrés post traumático luego del accidente podría estar aún jugándole malas pasadas; el punto es que en el centro del filme hay un conflicto interesante (¿hay algo sobrenatural de verdad o Eveleigh simplemente está trastornada?) y que debería proveer gran tensión, y Greutert demuestra en las escenas de visiones que sabe crear imágenes y momentos que dan miedo.
Sin embargo, el filme pierde demasiado tiempo en escenas y personajes innecesarios, de alguna forma arreglándoselas para que una película que solo tiene menos de una hora y media de duración y en la que, para ser honestos, no pasan demasiadas cosas, se sienta sobrecargada. Figuras reconocibles de la televisión norteamericana como Jim Parsons y Eva Longoria entran y salen del filme en roles completamente desechables, que no hacen más que quemar preciosos minutos de una historia que podría haber sido quizá mucho más sólida si era más centrada en Eveleigh y David y sus esfuerzos por lidiar con la situación.
La película lleva lentamente hacia un giro sorpresa al final que es interesante, pero que se siente desperdiciado por todo lo que vino antes, efectivamente iluminando la forma en que todos los supuestos elementos sobrenaturales y la interrogante de si estos son o no reales, en los que la película quemó tanto tiempo antes, son absolutamente innecesarios; esta película se hubiera visto mucho más beneficiada si hubiera sido un simple thriller de suspenso sin querer ser una película estereotípica de terror.
Es una lástima, porque al empeñarse en ser algo que francamente no necesita ser, la película echa por tierra una premisa interesante, buenas actuaciones y un giro que podría haber sido más impactante si hubiera estado precedido de una película distinta.
Y me doy cuenta de que esta es una queja tonta, pero el título en español del filme no tiene sentido. Mi recomendación: si las ganas de ver una película que se llama Yo vi al Diablo son demasiado grandes para resistirlas, hay un thriller surcoreano de 2010 que en inglés se llamaba así; mejor vean esa película.
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YO VI AL DIABLO (Visions)
Dirigida por Kevin Greutert
Escrita por L.D. Goffigan y Lucas Sussman
Producida por Jason Blum y Matthew Kaplan
Edición por Kevin Greutert
Dirección de fotografía por Michael Fimognari
Banda sonora compuesta por Anton Sanko
Elenco: Isla Fisher, Anson Mount, Gillian Jacobs, Joanna Cassidy, Bryce Johnson, Jim Parsons, Eva Longoria, Michael Villar, John de Lancie y Annie Tedesco