Una historia de amor distinta

Conmovedora y triste, sencilla pero poderosamente escrita y dirigida, e impecablemente actuada, "Amor" es una propuesta diferente y más que recomendable, con un "bonus" nacional.

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Michael Haneke, el director austríaco de “Amor”, se ha labrado un nombre contando a través del celuloide historias que dan una mirada franca a la naturaleza humana y cómo esta cambia o se mantiene tercamente inamovible en distintas circunstancias; a través de tomas largas y el casi total abandono de artificios como una banda sonora, su cámara se antojaba un observador, casi como un científico estudiando el comportamiento humano en filmes tan distintos como “Funny Games”, un thriller psicológico sobre una familia acosada por dos psicópatas, o “La Cinta Blanca”, una cinta sobre la vida en un represivo pueblo alemán durante la Primera Guerra Mundial.

Sin embargo, mientras en aquellos filmes daba una mirada casi desconectada, fría y analizadora, “Amor” es un filme mucho más íntimo y emocional; no existen las distracciones argumentales como el misterio de “La Cinta Blanca”, y el infortunio de los protagonistas es mucho más natural e inevitable que un par de asesinos. Es simple y llanamente una mirada a la vida utilizando como contraste su momento más dramático, y eso da lugar a un filme que a la vez es conmovedor y difícil de ver, pero al final altamente recomendable en su honestidad y discreta belleza.

Protagonizan el filme Georges y Anne, una octogenaria pareja de profesores de música retirados y con una hija que vive en el extranjero. Su plácida y cariñosa rutina se ve perdida cuando Anne sufre un accidente cerebro vascular que marca el inicio de un profundo deterioro en sus capacidades físicas y mentales. Accediendo al pedido de la mujer de quedarse en el departamento y no ser internada en un hospital, Georges afronta la dolorosa tarea de ver a su mujer desvanecerse.

Por decir primero lo obvio, este no es un filme para todo público; aquellos sin la paciencia para una historia que se toma su tiempo, con tomas largas y un final de aquellos que no lo deletrean todo para el espectador.

Haneke prescinde de todos los elementos con los que el cine al que estamos acostumbrados transmite emociones. Los momentos menos resaltables están filmados de igual manera que las escenas más cruciales y dramáticas, como desnudando a la película del ropaje que suponen los trucos de edición y movimiento de cámara o la banda sonora.

Y es que este es un filme lleno de momentos incómodos y tristes además de escenas hermosas, y muchas de ellas califican como ambas. El momento más importante –podría decirse el clímax del filme-, es impactante porque aunque desde el principio del filme uno sabe a grandes rasgos el final de la historia, llega sin advertencias, sin un crescendo musical anunciando la inminencia de un acontecimiento relevante, sin sugestivos movimientos de cámara o ángulos de aquellos que subjetivamente anticipan una escena.

Lo dicho, es un filme extremadamente triste, pero al mismo tiempo muy conmovedor y cálido, en no poca medida gracias a la magistral pareja protagonista. Por supuesto, Emmanuelle Riva (quien fue justamente nominada a un premio Óscar por su actuación en el filme) es la que se tiene el trabajo más vistoso como Anne, especialmente cuando la salud mental de la mujer comienza a caer en picada; pero en mi opinión el filme pertenece a Jean-Louis Trintignant –a quien Haneke logró sacar de la jubilación para el filme- como Georges, un papel en el que el actor exhibe una maestría impresionante a la hora de comunicar volúmenes de emociones con la expresión en sus ojos, el sutil cambio en la velocidad y el tono de su voz a medida que el cansancio lo vence, e incluso el lenguaje corporal a la hora de caminar o moverse de cualquier forma; invita al espectador a ponerse en su lugar, a tratar de imaginarse qué está pasando por su cabeza y de esta manera embarcarse en un pequeño viaje de introspección.

Y es allí donde está uno de los mayores triunfos del filme, en aprovechar esa capacidad que tiene el cine para explorar la naturaleza humana, para ponernos en la piel de otras personas y ayudarnos a aprender algo de nosotros mismos en el proceso. Creo difícil que alguien que entre a una sala de cine a ver “Amour” salga del recinto sin algo valioso que rescató del filme.

Creo pues que quienes estén dispuestos a experimentar en el cine algo distinto a lo que generalmente vemos en la pantalla grande –y me parece recomendable ir a ver algo diferente al cine hollywoodense ahora, para mantener la variedad antes de que entremos de lleno en la temporada de las grandes superproducciones norteamericanas, que dicho sea de paso promete grandes dosis de entretenimiento del bueno- no pueden dejar pasar un filme como “Amor”.

Para ponerlo en términos más simples: no en vano dan a una película premios como la Palma de Oro de Cannes.

Antes de cerrar la reseña, quiero añadir que me parece una decisión muy acertada preceder las funciones de “Amor” con un cortometraje como “Resistente” de Renate Costa. La producción corta de la celebrada directora paraguaya guarda muchas similitudes con la película de Haneke, ya que es básicamente una exploración llena de admiración de la naturaleza humana en la forma de un hombre de más de ochenta años viviendo solo en un monte de Areguá.

Un precioso trabajo de fotografía complementa la bellas tomas que Costa y su co-directora Salla Sorri logran mientras siguen a Alberto Bonnet, un inmigrante italiano, en su rutina en su pequeña casa en el monte, prescindiendo al igual que Haneke de acompañamientos musicales, dejando que los sonidos de la naturaleza sirvan de telón de fondo y limitándose a observar y escuchar –en contraste al rol más activo que tomaba en su largometraje documental “Cuchillo de Palo”-, el silencio roto solamente por la radio de Bonnet o los relatos que ocasionalmente cuenta a la cámara, con ojos despiertos y llenos de vida a pesar de sus muchos años, evidentes en su cuerpo, que Costa y Sorri retratan con enorme detalle.

Se trata de un bello retrato de una persona muy singular. Juntos, ambos filmes hacen una maravillosa propuesta distinta en nuestra cartelera.

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AMOR (Amour)

Dirigida por Michael Haneke

Escrita por Michael Haneke

Producida por Stefan Arndt, Veit Heiduschka, Michael Katz y Margaret Ménégoz

Edición por Nadine Muse y Monika Willi

Dirección de fotografía por Darius Khondji

Elenco: Jean-Louis Trintignant, Emmanuelle Riva, Isabelle Huppert, Ramón Agirre, Rita Blanco, Carole Franck, Dinara Drukarova, Alexandre Taraud y William Shimell

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