Superman vuela de nuevo

Aunque dista mucho de ser perfecto, el renacimiento de Superman en el cine es un espectáculo satisfactorio, novedoso y a la vez fiel al personaje.

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Nunca logré entender la animosidad generalizada contra “Superman Regresa” (2006), el intento del directo Bryan Singer de corregir el rumbo torcido que tomó la saga fílmica del emblemático Hombre de Acero luego de las dos primeras películas con Christopher Reeve. Seguro, Brandon Routh no era precisamente un derroche de carisma, pero la película en sí era una encantadora comunión entre la estética clásica de aquellos films y la espectacularidad visual del cine de siglo XXI, en la misma línea de la saga “Spider-Man” de Sam Raimi. Estaba llena de errores e ideas tontas, pero en mi opinión no eran lo suficientemente graves para decir que el film “mató” a Superman en el cine, como muchos parecen opinar.

Pero efectivamente Superman entró en un “limbo” después de que aquel film no cumpliera con las expectativas financieras, y fue necesaria la intervención de uno de los más grandes nombres del Hollywood actual, Christopher Nolan, para que el personaje saliera de allí y volviera a tener una oportunidad de gloria cinematográfica.

Con Zack Snyder, un director que al menos es garantía de impresionantes secuencias de acción luego de films como “300”, “Watchmen” y “Sucker Punch”, al mando y Nolan en producción, el resultado de este reinicio de Superman en el cine es muy distinto a las previas encarnaciones del personaje, una historia efectiva, emocionante aunque con un ritmo inestable y ciertas carencias que le impiden pasar de recomendable para una salida al cine a absolutamente imperdible.

La historia es en base la de siempre, aunque con ciertos cambios: el planeta Kriptón está muriendo, y el eminente científico Jor-El (Russell Crowe), en un intento por asegurar la existencia continuada de la cultura del planeta, envía a su hijo recién nacido Kal-El a la Tierra, a sabiendas de que allí tendrá enormes poderes. El bebé aterriza en una granja de Smallville, Kansas (Estados Unidos), y es criado como Clark Kent, que empieza a desarrollar y controlar poderes como superfuerza o sentidos imposiblemente agudos. Finalmente es impulsado a defender la Tierra del general Zod, un líder militar kriptoniano con planes terribles para la Tierra.

Esta película hace muchas cosas extremadamente bien. Aun con todo el valor nostálgico de la estética clásica y la heroica banda sonora de John Williams que cimentaron la imagen de Superman en el cine desde 1978 para adelante, es sabio -necesario incluso- que los realizadores hayan optado por hacer algo nuevo visualmente y en tono, para no tener que trabajar bajo la gigantesca sombra de los films de Richard Donner.

Lo dicho, se han ido los colores brillantes y las marchas inspiradoras, reemplazadas por un Kriptón con una apariencia estilizada de ciencia ficción más en común con H.R. Giger y la estética orgánica de sagas como “Alien”, con una fotografía que se inclina a lo oscuro y una banda sonora predeciblemente ominosa -aunque adecuadamente potente- cortesía del músico habitual de Nolan, Hans Zimmer.

El guión de David S. Goyer (que también co-escribió la trilogía de Batman dirigida por Nolan) hace una elección inteligente al no seguir un desarrollo totalmente lineal; la película va y viene en el tiempo, entre lo que ocurre con Superman en el presente y las experiencias de su pasado que fueron formándolo, volviéndolo el hombre que es cuando lo conocemos; es un recurso que ayuda entender al personaje de una forma más directa.

Y, por supuesto, estamos hablando de Zack Snyder en la silla del director, así que pueden estar seguros de que esta película tiene acción y espectacularidad a gran escala. Una vertiginosa batalla entre Superman, dos subalternos de Zod y la milicia estadounidense muestra que Snyder efectivamente es capaz de abstenerse de usar la cámara lenta que tanto caracetrizó a “300” y aun así armar secuencias emocionantes.

También demuestra creatividad a la hora de dar una sensación de lo que se siente tener los poderes de Superman, positiva y negativamente. La forma en que las escenas de acción están filmadas transmite la sensación de poder de alguien capaz de levantar toneladas o moverse a supervelocidad -instantes de combate cuerpo a cuerpo ultrarrápido a lo “Dragon Ball Z” o una paliza aérea son momentos de inspiración-, pero también hay escenas como una perturbadora secuencia en la que los supersentidos de Clark comienzan a manifestarse, haciéndole ver y escuchar el mundo de una forma terrible.

¿Y qué hay del nuevo Superman? Bueno, rompiendo por un momento la filosofía de no comparar esta película a sus muy diferentes antecesoras, diré que el británico Henry Cavill hace un buen trabajo en general, aunque la película no le brinda demasiadas oportunidad de mostrar más emociones que determinación heroica o melancolía. Espero que esa secuela en la que sin duda ya se está trabajando aligere un poco el tono y permita a Cavill divertirse un poco más con el papel, porque en los pocos momentos en se lo deja ser irónico o gracioso, el actor muestra gran carisma.

En cuanto al resto del elenco, Michael Shannon se roba alguna que otra escena como un Zod intimidante tanto si está rugiendo amenazas o anunciándolas con calma, y que es al mismo tiempo un genocida inescrupuloso y un personaje con cierto grado de complejidad, no solo malo por ser malo. Amy Adams es convincente como la intrépida Lois Lane, y Russell Crowe demuestra que puede interpretar bien al “sabio” de una película.

Sin embargo, las virtudes del film vienen con no pocos defectos. La introducción extendida en Kriptón, aunque visualmente impactante, no transmite más emociones que esa; batallas genéricas, persecuciones genéricas, nada memorable; es como si para Snyder ese prólogo fuera una formalidad, un trámite que había que sacar del camino.

También hay momentos que se sienten como oportunidades perdidas, el más claro siendo el primer vuelo de Superman. Es una curiosa inversión de lo que suele pasar en este tipo de película: aquí Snyder se toma su tiempo estableciendo al personaje, mostrándolo deambular por el mundo, explicando los “cómo” y “por qué” de su forma de ser, pero deja pasar sin pena ni gloria un momento como la primera vez que el personaje se da cuenta de que puede volar, probablemente la fantasía más universal del planeta.

En ese momento, el director no se toma su tiempo, haciendo pasar la escena rápidamente, con tomas de unos segundos; si había un momento perfecto para tomas largas y contemplativas, paisajes y, a falta de otra mejor palabra, algo de “magia” que hiciera a uno pensar, aunque sea en ese momento, que estaba viendo a un hombre volar en vez de solo efectos especiales. Quizás sea solo yo, pero creo que un momento como Superman volando por primera vez debería ser una de esas cosas que marcan infancias.

Con todo, “El Hombre de Acero” es un film digno de verse en el cine, una interesante reinterpretación de uno de los personajes más emblemáticos de la cultura popular mundial y el aparente inicio de una nueva saga que podría ir a lugares interesantes.

Superman vuela de nuevo, y aunque le falta perfeccionar su técnica, no deja de ser una experiencia disfrutable.

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EL HOMBRE DE ACERO (Man of Steel)

Dirigida por Zack Snyder

Escrita por David S. Goyer

Producida por Christopher Nolan, Charles Roven, Deborah Snyder y Emma Thomas

Edición por David Brenner

Dirección de fotografía por Amir Mokri

Banda sonora compuesta por Hans Zimmer

Elenco: Henry Cavill, Amy Adams, Michael Shannon, Russell Crowe, Diane Lane, Kevin Costner, Antje Traue, Harry Lennix, Richard Schiff, Ayelet Zurer y Laurence Fishburne

Enlance copiado
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