“Spectre”: lo ordinario luego de lo extraordinario

La acción elegante y la belleza visual de “Skyfall” siguen presentes en esta nueva aventura de James Bond, pero con menos creatividad y con un guión sin la misma energía.

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Spectre no es una mala película, en el contexto de la saga James Bond o como filme de acción independientemente del bagaje de cincuenta años de predecesoras, pero a la sombra del filme que la precedió, el excelente Skyfall, no puede dejar de sentirse como una ligera decepción, una película que cae en clichés y demás flaquezas argumentales que le quitan brillo a su grandiosa presentación visual.

La naturaleza de lo extraordinario es, obviamente, que existe como la excepción a lo ordinario. Spectre es la contraparte ordinaria de la extraordinaria Skyfall y de todos los demás filmes de la saga Bond que fueron por encima de sus obligaciones de entretenimiento y dejaron algo especial.

La sensación de gran escala que permeaba a Skyfall, tanto en su bella presentación – Hoyte van Hoytema, de Interestelar, reemplaza a Roger Deakins en la dirección de fotografía, pero el filme se ve similarmente hermoso – como en el tamaño de su acción, al menos al principio. El director Sam Mendes abre la película de forma impresionante, con una secuencia en medio de un masivo desfile del Día de los Muertos en Ciudad de México que pasa de las calles a los tejados – en un impresionante plano secuencia sin cortes – y luego culmina con un tremendo duelo a bordo de un helicóptero sobre una gran multitud. Poco que envidiar a la gran persecución del principio de Skyfall.

Y Mendes mantiene el nivel de la acción bastante alto durante el filme, con secuencias interesantes como una persecución vehicular bien variada en las nevadas montañas suizas y una excelente pelea en un tren – todo un clásico de la saga – entre James Bond (Daniel Craig)y el silencioso pero letal Hinx, interpretado por Dave Bautista, la gran revelación de Guardianes de la Galaxia, contribuyendo una buena adición al panteón de los matones musculosos del universo Bond.

La tendencia de llevar a la saga por derroteros más clásicos que se notaba en la anterior película de Mendes es acentuada aquí. Muchos de los elementos del Bond de antes regresan: Q (Ben Wishaw) vuelve a tener un laboratorio y a proveer (por fin) un auto con armas y demás secretos, los malos vuelven a contar con músculo en la forma del ya mencionado Hinx, el villano tiene una estrafalaria base secreta, etcétera. Es interesante ver a la saga reconciliar su nueva imagen con los elementos que siempre dieron su identidad única a Bond y en tantas formas definieron la ficción sobre espías.

Si Casino Royale y Quantum of Solace eran “New Bond”, Skyfall y Spectre son “Bond Classic”.

Sin embargo, el filme tropieza en los momentos en que tiene que contar su historia, que consiste básicamente en Bond siguiendo pistas dejadas por su antigua jefa M que apuntan a Spectre, una misteriosa organización secreta detrás de atentados terroristas y demás catástrofes. Por alguna razón, los guionistas intentan volver a amarrar a la historia los cabos sueltos de Casino Royale y Quantum of Solace, haciendo a los villanos de esas películas y al Raoul Silva de Skyfall partes de una telaraña conspiraticia que jamás queda bien definida. ¿No habíamos acordado tácitamente los fans y los guionistas en olvidarnos de Quantum? Pensé que ese era el caso cuando Skyfall decidió pasar totalmente de lo establecido por sus predecesoras, y me parecía que estábamos mejor así, teniendo en cuenta que Quantum y Spectre – las organizaciones secretas, no las películas – son básicamente la misma cosa.

No es que no sea divertido oír que se mencione de paso a Le Chifre y compañía, o que el enigmático señor White (Jesper Christensen) haga una reaparición, pero complica las cosas innecesariamente. También hay una subtrama sobre MI 6 en una lucha burocrática con el Gobierno británico y la implementación un sistema orwelliano de vigilancia internacional – más o menos el mismo plan que tenían los villanos de Capitán América: El Soldado del Invierno, aunque sin naves gigantes asesinas – que al menos tiene la virtud de aportar más tiempo en pantalla para Wishaw, Ralph Fiennes y Naomie Harris como Q, M y Moneypenny respectivamente; más de esos tres siempre viene bien.

En fin, eventualmente Bond da con Spectre y con su líder, Franz Oberhauser, interpretado por Christoph Waltz, aquél gran descubrimiento de Tarantino que nos dio al inolvidable coronel Landa de Bastardos sin Gloria. La escena en la que Oberhauser es introducido es excelente, con un tono que no estaría fuera de lugar en una película de terror sobre alguna secta satántica, con Oberhauser bañado en sombras y rodeado de un aura de incomprensible y terrible poder, diciendo todo lo que necesita con un pocas palabras y un leve gesto con la cabeza. Realmente da la sensación de que Bond se encuentra ante un enemigo aterrador, omnipresente y omnisciente.

Me hace desear que Mendes hubiera tenido la confianza de mantener a Oberhauser así, hablando desde las sombras y moviendo los hilos de la historia con una calma sobrenatural, venerado casi como un dios por sus súbditos. El personaje sale a la luz demasiado pronto, y el gran giro sobre su personaje – que no debería ser ninguna sorpresa para el fan promedio de James Bond, en especial teniendo en cuenta el título de la película – no pesa tanto como claramente querían que pese.

Además, por alguna otra razón que probablemente nunca voy a llegar a comprender, el guión da a Bond y Oberhauser un vínculo directo del pasado. Es el clásico cliché de “todo está conectado” que se ha vuelto tan popular en las sagas de películas recientes, y sería justificado si tuviera algún tipo de verdadera repercusión en el argumento de la película o en Bond como personaje, pero creo que la película podría haber cortado ese factor del guión y el resultado final hubiera sido exactamente el mismo. Bond y Oberhauser interactúan como Bond con cualquier otro villano de su larga filmografía, su “relación” acaba teniendo una relevancia casi nula. Waltz, un actor magnífico, podía haber sido mejor aprovechado.

El elenco en general hace un buen trabajo. En Skyfall, Craig había terminado de definir por completo su versión de James Bond como la mezcla única de agresividad animalístca y encanto seductor, y aquí sigue en la misma línea; incluso, en los momentos de acción como la pelea del tren parece estar canalizando un poco de la combinación de vulnerabilidad y determinación de Indiana Jones, aunque puede que eso solo me lo haya imaginado yo. Léa Seydoux es una “chica Bond” competente pero poco memorable, y Monica Bellucci tiene una participación demasiado pequeña para dejar una impresión duradera.

La acción es más que competente, pero Spectre no pasa de ser una película Bond del montón, una roca perfectamente sólida pero ordinaria en ese montículo sobre el que Skyfall, Casino Royale, GoldenEye y todos aquellos filmes en los que James Bond fue un suceso extraordinario se elevan triunfantes.

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SPECTRE

Dirigida por Sam Mendes

Escrita por John Logan, Neal Purvis, Robert Wade y Jez Butterworth

Producida por Barbara Broccoli y Michael G. Wilson

Edición por Lee Smith

Dirección de fotografía por Hoyte van Hoytema

Banda sonora compuesta por Thomas Newman

Elenco: Daniel Craig, Léa Seydoux, Christoph Waltz, Ralph Fiennes, Ben Wishaw, Andrew Scott, Dave Bautista, Monica Bellucci, Naomie Harris, Jesper Christensen, Rory Kinnear y Alessandro Cremona

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